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María Rostworowski // MAESTRÍA DE LA ETERNIDAD

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FOTO: ROLLY REYNA / EL COMERCIO

1.

La tarde que la estaban velando en la silenciosa iglesia de San Isidro de pronto surgió de la nada un viento frío en medio del sopor del verano limeño como si el espíritu de María Rostworowski se despidiera definitivamente de sus familiares y amigos. Ese hálito de la ventisca era como ella, refrescante, con un siglo de vida, rotundo con un siglo de sabiduría. Había muerto la maestra, esa intelectual peruana que consolidó una nueva mirada historiográfica y multidisciplinaria a las fuentes del pasado prehispánico del Perú. Nos había dejado aquella persona que había justificado intensamente con su vida la razón de ser peruanos.

Curioso, que María Rostworowski fuese como José Carlos Mariátegui, autodidacta. En su caso, no por voluntad propia sino por ese designio de no haber sido una joven afincada en el Perú sino de una mujer que hizo del mundo su patria. Cierto que había nacido en el balneario de Barranco en Lima el 8 de agosto de 1915 pero por el cargo de su padre, el aristócrata polaco Jan Jacek Rostworowski, viajó desde niña a Europa. María, no obstante, tenía la visión andina propia de su madre, la dama puneña Rita Ana Tovar del Valle. En Polonia y Francia, con institutrices y luego en los colegios de Sacré-Cœur de Bruselas y el Roedean School de Inglaterra, María adquirió un rigor académico único. Mariátegui también decía que fue en Europa donde hizo su mejor aprendizaje. María, como él, fue pues producto de una visión integral y totalizadora.

Cuando regresó al Perú vino casada con todo un personaje, el conde polaco Zygmunt Broel-Plater. Con él tuvo una hija, Krystyna. Es cierto, cuando uno le preguntaba a María Rostworowski sobre este pasaje de su vida, ella no entraba en detalles. Después de divorciarse, se casó con el empresario peruano Alejandro Diez-Canseco Coronel-Zegarra. El matrimonio no pasó inadvertido, en el Perú no se casaban todavía los divorciados. Pero fue don Alejandro quien la influiría en su vocación de historiadora. Más adelante la ubicamos, a la súbita muerte de su esposo, trabajando en el leprosorio de San Pablo en Loreto –Ahí también llegaría después Ernesto Che Guevara— y posteriormente el presidente Fernando Belaúnde la designaría como Agregada Cultural en España en 1964.

2.

La tarde que la estaban velando en la silenciosa iglesia de San Isidro ese 6 de marzo del 2016, sus compañeros y discípulos del Instituto de Estudios Peruanos recordaban la vez que el maestro Raúl Porras Barrenechea la observó leyendo The Incas of Peru del historiador inglés Clements R. Markham. Porras contaría mucho tiempo después que era muy extraño en el Perú encontrar a una mujer de la mano de un libro. Era el verano de 1950 en el balneario de Ancón y de ese encuentro a María Rostworowski solo le quedó la gratitud de la inmensidad. Porras era el historiador reconocido. María entonces profundizó en sus investigaciones históricas porque se hizo alumna libre de la Universidad nacional Mayor de San Marcos y ese pasaje cambiaría su destino.

Para 1952 María ya tenía listo su primer libro Pachacutec Ynca Yupanqui. Ese es un hito. Se contaba la historia desde otra perspectiva y era el primer trabajo de historia escrita por mujer. En San Marcos luego conoció a Julio C. Tello y a  Daniel Valcárcel. Posteriormente fue compañera de los investigadores John Murra y John Rowe hasta llegar a conocer  José Matos Mar, José María Arguedas, Aníbal Quijano, Julio Cotler, con quienes fundaría el Instituto de Estudios Peruanos.

Mi trabajo periodístico me facilitó entrevistar dos veces a María Rostworowski. La primera fue en el IEP y la otra en su casa de Miraflores. Lástima, siempre fueron conversaciones coyunturales y siempre quedó pendiente el perfil sobre su vida. María era de una bondad incomparable. Desde que esa vez en su oficina dieron las once de la mañana y me pidió que la acompañe a la cafetería a tomar su Té verde y merendar un plátano. Y luego, cuando en su casa, ya en completa confianza donde hablamos de cocina y música peruana, que me pidió que le alcance una botella y nos servimos unas copas.

Con Carlos Iván Degrogori, Efraín Gonzales, Alberto Escobar, Julio Cotler.

3.

En las dos ocasiones siempre terminábamos rajando de la modernidad. María siempre repetía que al peruano de hoy le faltaba una identidad consolidada en principio por su falta del placer estético. Y comparaba con el peruano prehispánico, sí el del aporte cultural y estético, por ejemplo los textiles. Entonces seguí el raje con la República que era la negación de todo y la destrucción de lo prehispánico y colonial. Decía que las ciudades nuevas como las de la costa, Chiclayo, Chimbote, la nueva Lima, Ica, Ilo eran la negación de centros como Cusco, Arequipa, Ayacucho. Y disparaba a matar diciendo que las urbes moldeaba el alma de las gentes, por ello, la mitad del Perú era una enorme galería comercial.

El gran aporte de María Rostworowski a la historiografía del Perú es el estudio de los Andes y su investigación sobre el aporte de las mujeres en la construcción de la identidad. Todos sus libros tienen esos ejes. El Perú son los Andes con sus dos laderas y el Perú es su historia con la presencia de la femenina en el gran proyecto nacional. Por ello su trabajo Historia del Tahuantinsuyu es el libro de historia más importante de las ciencias sociales peruanas. Des 1988 a tiene ya un par de decena de reimpresiones. Cierto, antes e incluso en los colegios de hoy, se enseña el pasado peruano como anécdota y leyenda. Con los trabajos de María comenzamos a entender que nuestra historia era más que compleja, contrahecha y de varías direcciones. Hay pues un importante aporte en el plano de la  investigación, la arqueología y la etnohistoria.

Cuando Julio Cotler –su compañero en el IEP— dice que la Dra. Rostworowski es un ejemplo de independencia no está diciendo que desde su vida personal y su trabajo intelectual hay un trabajo innovador cultivando la alegría de su espíritu juvenil: “María nos animó a seguir su ejemplo de trabajo, pero también de amistad y de camaradería, y con una buena copa de pisco, mucho mejor”.

En el Instituto de Estudios Peruanos con Julio Cotler.

4.

Luis Millones, mi maestro, destacado antropólogo peruano rescata la otra vertiente de sus investigaciones en el alma del Perú. Dice que cuando se fundó el Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos (Sidea), fue su presencia la que ordenó las discusiones y sugerencias de los psicoanalistas Max Hernández, Moisés Lemlij y Alberto Péndola: “Las reuniones, cuidadosamente grabadas, tuvieron lugar en su departamento de Miraflores. Las conversaciones con los miembros del Sidea (que culminaron en ocasiones memorables con vodka polaco), dieron lugar al libro “Entre el mito y la historia”, que inició una línea de pensamiento visible en los estudios de Hernández sobre Garcilaso, de Lemlij sobre chamanismo o de Péndola sobre religiones”.

Finalmente, contaba incluso la reconocida cocinerista Isabel Álvarez que: “Gracias María Rostworowski, aún recuerdo con emoción y gratitud cuando en mis búsquedas de dar un nombre al restaurante que refleje nuestra filosofía sobre la tradición y la modernidad de nuestras cocinas peruanas, la busqué en el IEP por recomendación de Pablo Macera y José Antonio del Busto. Ella, muy sorprendida de que una mujer de Letras estuviese tan comprometida con la cocina, me enseñó generosa su libro Los señoríos indígenas de Lima y Canta. Entre sus páginas rápidamente descubrí el nombre que desde entonces nos ha acompañado. Inmediatamente le dije: “Doctora, nuestro restaurante se llamará El señorío de Sulco y usted será la madrina.”

Cuando recordemos a María Rostworowski vamos a rememorar a la científica social, a la mujer de mundo, valiente e innovadora pero también a una peruana de lustre. Sí, aquella que durante una centuria nos enseñó a descubrir un Perú secreto y que gracias a sus investigaciones nos hizo comprender que no somos el lugar del pasado glorioso sino de la patria del futuro probable, de la nación que gracia a sus claves ocultas, es hoy el sitio de todos los sueños realizables.

 

Los años felices

El Instituto de Estudios Peruanos fue creado el 7 de febrero de 1964 por un grupo de intelectuales nacionales y extranjeros que quisieron dotar al país de un espacio institucional independiente y plural para el estudio de las ciencias sociales. Entre los fundadores se encontraban intelectuales como Augusto y Sebastián Salazar Bondy, Jorge Bravo Bresani, José María Arguedas, Luis E. Valcárcel, Alberto Escobar, John Murra y José Matos Mar y María Rostworowski. El IEP es hoy, un centro de investigación y un ente de trabajo necesario para entender a nuestro país.

Al pie de la letra

La bibliografía de María Rostworowski es harto profusa. Sus libros, todos vigentes por lo impecable de su investigación y lo novedoso de sus ideas, van desde, Pachacutec inca Yupanqui de 1953 hasta los 4 volúmenes de sus Obras completas editadas por el IEP entre el 2001 al 2005. Los analistas señala que son de lectura necesaria sus libros Etnia y sociedad: costa peruana prehispánica de 1977,  Estructuras andinas del poder: ideología religiosa y política de 1983, La mujer en la época prehispánica de 1986 y su monumental Historia del Tahuantinsuyu que su primera edición es de 1988. La mayoría de sus obras fueron editadas por el Instituto de Estudios Peruanos.

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