Hace unos días se estrenó la película “María Callas”, de Pablo Larraín. Ovacionada en el festival de Venecia la cual consiste en un deleite y una promesa cumplida para todos sus seguidores, no solo por su vida llena de retos y problemas obligada desde niña a cantar o prostituirse y escapar de la pobreza teniendo como única herramienta a su talento y su voz única, un portento en coloratura y en cinco octavas, y todo para caer en manos de millonarios excéntricos o degenerados que la amaron o la llevaron a la ruina.
Desde niña no tuvo opciones en una Grecia invadida por los alemanes, tenía que sobrevivir. Su padre ve morir a su hijo varón y deciden escapar a Estados Unidos, ahí adoptan el apellido Callas. Y María en base a estudio, esfuerzo constante y pundonor, logra después de veinte años, alcanzar el éxito. Se casa con el empresario Giovanni Meneghini (quien junto a Tulio Serafín) prácticamente se convierte en su mánager llevándola a grandes escenarios como La Scala de Milán en 1950 con la representación de Aida y a su primera aparición en Nueva York en 1956 con la ópera «Norma» de Bellini.
Pero su vida tomaría otro rumbo, en un baile de máscaras en 1957, María conoce al multimillonario armador Aristóteles Onassis y la invita a su yate “Christina” donde se consumaría una de las relaciones más tormentosas y controversiales. Onassis le devuelve la infancia que nunca tuvo. La peina, la viste a su gusto y la lleva por el mundo. Callas es feliz, renuncia al canto y se embaraza. El niño nace muerto y esto será una pena que arrastrará hasta el final. Un día Onassis se casa con “La viuda de América” Jackelyn Kennedy. Y los sueños se le vienen abajo a María. Pero ese amor no se acaba y continúan viéndose a escondidas; y María acude al hospital cuando un desahuciado Onassis pide verla.
Angelina Jolie nos sorprende esta vez y hace uno de sus papeles más icónicos, alejado de los flashes y la pirotecnia hollywoodense. Esta es quizás una película de culto y contracorriente a lo que viene ofreciendo la industria del canto ‘mainstream’, mejor llamado contracanto. Y María Callas siempre vivirá en la memoria y en los oídos de todo aquel que escuche uno de sus discos. Pues, las óperas no están de moda. ¡Vivan las óperas!