Carolina Tohá, ministra de interior de Chile bien podría estar a la altura de la incompetencia del ministro de interior de Perú, Juan José Santiváñez. Chile que era un país seguro, ha pasado a convertirse en otro país víctima del crimen organizado.
Cada vez se hace más frecuente leer noticias en Chile como estas: «Cuatro muertos dejó el ataque de una banda narco en Santiago de Chile. Las víctimas son todos colombianos indocumentados y el hecho ocurrió en un conventillo de la comuna de Lo Prado». Esto hace solo dos días.
Sin embargo, el marcador de muertes se actualiza con las horas. «Al día siguiente se contabilizaron otros tres crímenes. El primero de ellos fue en la madrugada, cuando un grupo de delincuentes que se movilizaban en un auto acuchillaron a un hombre para robarle su bicicleta, en la comuna de Recoleta (…) También en Puente Alto un haitiano fue asesinado de disparos en la cara (…) A eso de las 6 de la mañana, otra persona aún no identificada ingresó apuñalada al hospital San Borja, en el centro de Santiago. Allí falleció producto de sus heridas y sin poder dar mayor información sobre qué le había sucedido (…) Por la tarde, la policía confirmó el hallazgo del cuerpo sin vida de un conductor de aplicaciones de origen peruano, en la comuna de La Pintana, apuñalado en el cuello al interior de su fuente de trabajo». Todo esto en las últimas 72 horas.
Una característica de lo que acontece en Chile a diferencia de Perú, es que mientras en el país de los incas los asesinatos por sicariato se dan prácticamente todos los días sin excepción, en Chile ocurren de manera intermitente; cada dos meses se dan entre 48 y 72 horas, olas de crímenes de sangre con promedios de muerte de diez personas asesinadas de manera cruel. Está claro para carabineros que en la mayoría de casos se debe a sicariato, al no robarse absolutamente nada. Es como si las bandas fueran calculando el timing de sus fechorías mientras van escalando en su frecuencia. Algo interesante a considerar, es que en algunas ocasiones los criminales en lugar de huir después de cometer el crimen, llegan a la frescura de perseguir a los sobrevivientes como ocurrió hace un par de meses, en qué después de acribillar a un sujeto y herir a otros dos, los sicarios fueron a perseguir la ambulancia donde estaba una de las víctimas heridas, una niña de 13 años.
Por su parte el gobierno desde su portavoz, Camila Vallejo, declaró hace unos meses lo siguiente: «Chile no está al mismo nivel que los países vecinos (…) Chile es un país seguro».
A esto el diputado por la UDI, Henry Leal, miembro de la Comisión de Interior declaró que «cualquier país decente cuando se registran más de diez homicidios en menos de 48 horas debe contar con la renuncia de quienes están a cargo de la seguridad del país. Esto es de extrema gravedad y por lo tanto los equipos de seguridad deben asumir su responsabilidad, la ministra Toha, los subsecretarios Monsalve Vergara no pueden seguir explicando los hechos. Son verdaderos comentaristas, pero no evitan que los homicidios sigan ocurriendo. El plan calle sin violencia es un completo fracaso (…) Yo creo que debiesen renunciar». Sin embargo, ni entonces ni ahora ha ocurrido. Más bien recientemente esta semana el subsecretario de seguridad, Monsalve, ha sido acusado de violación sexual, lo cual ha generado una crisis del gobierno de Gabriel Boric, justo ahora en que se da otra ola de muerte en Santiago. Monsalve, al parecer habría utilizado a la policía para esconder pruebas de su presunto delito, a través de miembros de fuerzas de seguridad.
Entretanto está semana, Interior informó un aumento en el incremento de incautación de armas de un 511%. Pero a su vez, ayer en plena plaza de armas de Talca un hombre intento robar la agencia del banco Scotiabank, y anteayer en Cartagena intentaron robar un camión que llevaba mercadería para un supermercado, y fueron los trabajadores de la basura los que lo impidieron y esto frente al municipio.
Una modalidad de crimen menos sangriento que se viene desarrollando en Santiago, es la del robo de cajeros automáticos, que cada vez se hace más frecuente. Solo hoy se robó el único cajero automático de una comuna rural, esto junto a un centro médico.
En Chile como en Perú a las bandas de crimen no les importa la hora y el lugar, lo hacen cuando quieren. Otro problema, es que ciertos actos de sicariato aprovechan la ‘porosidad’ de la frontera norte de Chile, pasando a Perú para cometer crímenes allá y luego volver a Chile y viceversa, esto a través de bandas de criminales extranjeros, lo que garantiza la impunidad. Esto y la ineficacia en ambos países, Perú y Chile, de sus sistemas de inteligencia y de fiscalía, pues así como el sicario mata vida, ciertos malos fiscales y jueces matan investigaciones y con ello la esperanza de justicia.