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MARCHA CONTRA EL INDULTO: REFLEXIONES SOBRE LA IZQUIERDA PERUANA

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La izquierda peruana caracterizada por su falta de sentido ante la realidad nacional, llega a creer que los pobres del país se plegarán a sus reclamos —ahora muy limitados, complacientes con el orden impuesto y francamente casi inexistentes—  cuando el pueblo —léase, la clase trabajadora, oprimida o explotada— en su mayoría, tiene la mente carcomida por la ambición y la ilusión del emprendimiento individual, ergo, son de derecha o peor aún, son fujimoristas y no sólo por un taper sino por su propia ignorancia y/o perversidad.

La izquierda peruana que nunca ha entendido la necesidad de unión que necesita toda vez que es la única forma para que su discurso pueda amplificarse en el imaginario de la población dado que la derecha tiene copado todo el escenario político gracias a la multitud de movimientos que se consideran “políticos”, incluyendo al actualmente nefasto Partido Aprista, pese a su lejano pasado heroico; la izquierda peruana que hasta ahora no desarrolla un desvinculamiento profundo o una asimilación de las experiencias guerrilleras de los sesenta ni de los grupos criminales de los ochenta en sus dos modalidades, SL y MRTA.

La izquierda que se negó a firmar la Constitución de 1979 por considerarla un producto del régimen militar cuando la mayoría de los participantes no tenían ni idea de que hacer en dicha Asamblea magna, según el testimonio de Carlos Malpica; la izquierda peruana que llevó a sus militantes a votar por Fujimori en lugar de Vargas Llosa sólo por un mero sentir de “clase” o por un “sagaz” cálculo “estratégico”; la izquierda de Ravines no la de Mariátegui, a quien, a propósito, parecen leer cada vez menos; la izquierda peruana, en general, o sus despreciables integrantes, en particular, a los que nunca dolió el asesinato de miles de apristas sólo por ser sus opositores ideológicos y físicos; la izquierda peruana que apoyó a Ollanta Humala sin determinar exactamente si lo hicieron por ingenuidad o por exceso de malicia y que fue, igualmente, expurgada como un excremento del entorno de Palacio antes de finalizar el año 2011.

La misma izquierda peruana que hace el ridículo cada día en el Congreso, a la que podríamos tolerar en esta nueva muestra de su hundimiento ya que para no hacer el ridículo en medio del ridículo ingente que representa el actual Parlamento se tendría que gozar de la estatura política de un Benjamin Disraeli, un Mahatma Gandhi o un Víctor Raúl Haya De La Torre, figuras con las que en ningún momento han podido equiparar a alguno de sus adeptos o líderes. Esta izquierda peruana reciente que no tiene ninguna carta de batalla más representativa que su antifujimorismo está cada vez más hundida y no sólo por mantener su malsana tradición atomizante, léase, su estúpida monserga de intransigencia y de encumbramiento de las ambiciones de sus “caudillos”, entiéndase la pugna entre Tierra y Libertad y Nuevo Perú dentro del Frente Amplio, es decir, entre la mezquindad y falta de tino y simpatía de Arana y la tibia ambición y la bonita sonrisa de Verónica Mendoza, tibieza que no le impide ser llevada al grado de la combustión debido a la ambición de sus impulsores y correligionarios, ha mostrado su más honda caída en la última marcha contra la posibilidad de indulto al ex dictador Alberto Fujimori.

Todo esto, nos hace preguntarnos: por qué la izquierda ha desistido de sus legítimas banderas de lucha;  por qué no convoca más levantamientos democráticos y cívicos a fin de desmontar la maquinaria corrupta que sostiene el orden vigente;, por qué no se investiga a Nadine Heredia y a Susana Villarán , ambas amigas de tantos cuadros “izquierdistas”; por qué no incluye a Keiko Fujimori en las investigaciones sobre el caso Odebrecht; por qué no se lucha contra las innumerables formas de explotación que aún se mantienen en este país;  por qué se ha desvanecido en su plataforma electoral y oportunista y ha olvidado la labor fundamental de toda gesta política que es la concientización de las masas y la selección de los cuadros más notables a fin de que sean los legítimos y esclarecidos representantes del pueblo; por qué llama a actrices mediáticas a los estrados que erige en sus manifestaciones y no a intelectuales de fuste y carácter, los que debieron remplazar a Flores Galindo y a otros, incluyendo al mismo Mariátegui que ya va a cumplir un siglo desde que hizo sus propuestas y la izquierda aún sigue allí impasible,  como el dinosaurio de Monterroso , es decir absurda e inexplicable, sin proporcionar siquiera un esbozo de superación de los planteamientos de “El Amauta” ni, mucho menos, una relectura modernizada y puesta al alcance de sus militantes.

Para finalizar y antes de concluir, debemos considerar que el actual hundimiento de la izquierda es sólo un reflejo del actual hundimiento de la política peruana en general y no halla todos sus fundamentos en lo descrito ni en su clásica atomización y perenne sectarismo sino, sobre todo, en la ausencia de cuadros intelectuales importantes. Debemos recordar la gran tradición intelectual izquierdista y como un escritor como Flores Galindo fue hasta crítico de Mariátegui, acto prácticamente desacralizador para la mayoría de izquierdistas de inicios de los ochenta, y , sobre todo, constatemos con estupor e indignación que de esa fecha a la actualidad, en lugar de haber avanzado en ese tipo de investigaciones, los izquierdistas parecen no leer ni a Mariátegui ni, mucho menos,  intentan ofrecer idea alguna respecto de la pendiente fundación de esta nación.

Sin duda, también, la criollada política imperante es parte del problema porque esta, también, ha disminuido, y porque en los pocos que la practican se hace evidente que cuando la astucia no viene al lado de la inteligencia degenerará en actos criminales sin excepción. No existen ni dos tipos en el país a los que crea capaces enfrentar a Luis Alberto Sánchez en una sesión de esgrima dialectico-semántica, etc.

Además, nadie expone convenientemente una realidad obvia: si sin el indulto una gran parte de la población considera que Fujimori no es culpable de nada o que, en todo caso, tuvo suficientes motivos para hacer todo lo que hizo, con el indulto pasaría a ser un santo vejado durante su prisión por el odio en su contra y eso no podemos permitirlo.

En fin, el problema más grave que afronta el Perú es la huida vertiginosa de la inteligencia en toda muestra política actual. Aceptémoslo, luchemos contra la brutalidad impuesta por el orden vigente y la complacencia de la mayoría de politicastros que asumen ser figuras públicas y hagamos algo para remediarlo lo antes posible, no vaya a ser que por consentir a tantos idiotas nos quedemos sin futuro.

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