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MAQUINACIONES: Los fantasmas del coronavirus

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El coronavirus nos enfrenta con un escenario dramático y sombrío: el ser humano frente a la contundencia de la muerte enfrentado a un sistema que pretende encasillar y normar “las medidas adecuadas”, aunque para ello tenga que “recortar” libertades fundamentales en nombre del bienestar de la sociedad en su conjunto y de salvaguardar el orden mundial y nacional.

Esta receta ya es harto conocida. Y en la literatura y filosofía muchos pensadores han abordado este tema. Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932) y 1984 de George Orwell (1948) son las distopías literarias más comentadas. El primer libro plantea una oscura metáfora de una sociedad como la de hoy, donde la tecnología parece dominar cada detalle de la vida cotidiana, donde todo parece estar en orden, donde aparentemente todos disfrutan de una sociedad feliz, pero donde se han eliminado la familia, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía.

En cambio, 1984 es una novela de ficción política que nos presenta a un omnipresente, vigilante y controlador “Gran Hermano” o “Hermano Mayor”, quien es una especie de policía del pensamiento y de la neolengua, todo ello con fines represivos. Es una sociedad sombría, muy parecida a las dictaduras que se han registrado en tiempos modernos, donde hay una manipulación total de la información, con la práctica de la vigilancia masiva. Con mucha razón, el término «orwelliano» es sinónimo de sociedades totalitarias y represoras.

Conversando con algunos colegas y –salvando las distancias con la ficción literaria– hemos hecho un ejercicio para “leer” la dramática situación social que está ocasionando la pandemia del coronavirus y la polémica existente entre los gobiernos y sus críticos respecto a cómo se debe enfrentar esta situación. Ya se sabe que algunos gobiernos como Suecia o Uruguay optaron por no aplicar cuarentenas obligatorias y control militar en las calles, tampoco por confinar a su población a quedarse en casa, sino por un autocontrol donde la propia población decidió voluntariamente un distanciamiento social con el uso de mascarillas y medidas preventivas.

Por el contrario, en países como el Perú el gobierno optó por una estrategia drástica, de inmovilización social y cuarentena nacional, con horarios restringidos para la circulación de y solamente permitiendo las “actividades esenciales” relacionadas a la salud, transporte y mercados de abastecimiento de alimentos.

A más de dos meses de instaurada, los críticos han señalado que esta estrategia ha fracasado porque hay más de ciento diez mil contagiados y más de 3 mil fallecidos, con el agravante de que los servicios de salud están colapsando. Otros analistas afirman que la culpa del fracaso está en que las personas han sido reacias a acatar las medidas, aglomerándose en los mercados o saliendo en horas inadecuadas.

Otro factor es el desempleo y la crisis económica. Si bien es cierto, el gobierno decidió otorgar bonos económicos de apoyo social a las familias vulnerables, para muchos resulta insuficiente.

Ahora, el estado de emergencia ha sido extendido hasta el 30 de junio, con la reanudación de algunos servicios, lo cual hace que “esta sea una cuarentena informal” según el economista Jorge González Izquierdo. Lo cierto es que la reactivación económica del Perú es una necesidad impostergable, porque el hambre y el desempleo pueden ser desencadenantes de problemas mayores.

La pandemia del coronavirus, que a la fecha suma más de 342 mil muertos en el mundo, y más de cinco millones trescientos mil contagios a nivel mundial, también acarrea el fantasma de la pobreza, el desempleo y la recesión económica.

Los tiempos de coronavirus traen otra vez predicciones oscuras: el Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que el impacto negativo de la crisis generada por el Covid-19 sobre la economía mundial será el peor que ha vivido el mundo en casi un siglo.

«Anticipamos las peores consecuencias económicas desde la Gran Depresión», proyectó la directora de la institución financiera, Kristalina Georgieva.

Según la ONG Acción Contra el Hambre, esta pandemia dejará más de 29 millones de nuevos pobres en Latinoamérica y provocará miles de desplazamientos o migraciones.

“Los Gobiernos tienen que contener la pandemia y a la vez minimizar su impacto económico”, señaló el economista jefe de Naciones Unidas, Elliott Harris. Este es un reto enorme.

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