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Manco Cápac, de Henry Vallejo (2020)

Lee la crítica de cine de la semana de Mario Castro Cobos.

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Una película es una serie de imágenes en movimiento que componen, al final, en resumen, en la mente del espectador, una imagen fija. A quién complace, a quién disgusta esta imagen. Y a quién conviene. Por qué se hace.

Manco Cápac se concentra en un solo personaje. ‘El buen salvaje’ de Rousseau; ya saben: ‘el hombre es bueno y la sociedad lo corrompe’; aquí vemos a un adolescente o muy joven: puro, inocente, virgen. -Demasiado inocente para este mundo, se diría-. Cuál será el interés o el propósito de presentar un personaje así. Pero ya lo dije: el hombre bueno vs. la sociedad corrupta.

¿No hay más remedio que corromperse?

Así, este personaje, provieniente del campo, una vez ‘establecido’ en la ciudad, descubre o comprueba que la gente ahí es egoísta, indiferente, cada quien va definitivamente por lo suyo. Solo alguna excepción confirma la regla. Mayormente se extraña eso que llaman sentimiento de comunidad, es decir, solidaridad, humanidad.

Él es el último eslabón de la cadena. Sin trabajo y sin dinero es un paria, está inmerso en una suerte de no-existencia. Es notable cómo, escena tras escena, hay una frontera entre él y los demás, que le dicen no, él está del otro lado, trata de pasar al lado donde están los demás, trata de cruzar esa línea divisoria. La película trata de su lucha por pasar de un lado al otro.

Al ver Manco Cápac pensaba en un referente, con qué conecto la experiencia al verla, y antes de pensar en alguna película me di cuenta que me recordaba en algo a El lazarillo de Tormes. En efecto, especialmente al final, hay un gesto picaresco, el aguzamiento del ingenio será crucial para sobrevivir. La resolución de la película será tan dignificante como paródica.

En cuanto al registro de actuación del protagonista, no pensé en que fuera rigurosamente hablando ‘natural’, ni que se pareciera a los personajes de Kiarostami… pensé más en los gestos de un mimo, y más concretamente en Chaplin.

¿Cuál es entonces el límite de esta fábula, de esta mirada, de la imagen fija que quedará en la mente del espectador, y que ha sido construida por la película, que ‘es’ la película? Como ya lo mencioné en otra parte, hay una suerte de inocencia o ingenuidad programática (consciente o inconsciente) que hace que este tipo de películas -valiosas- no sobrepasen un límite prefijado. La regla es que no hagamos películas peligrosas o más abiertamente cuestionadoras, es decir, con personajes más conscientes y con ‘agencia’ o capacidad de acción y respuesta ante el sistema.

El reto para el cine peruano es justamente destruir esa regla.

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