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Sobre Maluma y su “triunfo” en Viña del Mar

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Me comentan varios colegas -abogados- que el “triunfo” de Maluma en Viña del Mar es un símbolo de éxito y de algo más que no llegan a esclarecer. No bastándoles con comentar el tema me piden que comente al respecto y voy a ello.

Lo obvio sería decir que el suceso en cuestión no es nada puesto que nunca un premio ha servido para comprender la trascendencia de ningún artista salvo excepciones notabilísimas.

Mucho más importante es señalar que el “triunfo” de Maluma es el encumbramiento de la mediocridad en la que se haya absorta nuestra época.

Luego, me preguntaría si existe alguna necesidad personal en lo que expresan las canciones de este muchacho, ciertamente limitadísimo, y no veo que exista ninguna motivación estética en su deplorable “propuesta” excepto la de hacer dinero y para ello recurre a los peores componentes de las sociedades subdesarrolladas de Latinoamérica, el machismo, el dinero fácil, la misoginia, la objetivación de la mujer, la falsa apariencia ganadora, etc.

Por lo que, casi como en una canción de Arjona, otro individuo deplorable aunque en otros sentidos, es válido preguntar si sostener mil coitos es comparable a hacer el amor con una gran mujer, una gran mujer que no baile “4 babys”, por ejemplo, una mujer que tenga la calidad de buscar un amante que sea un ser humano pleno o que esté en ese camino y no un mero troglodita bien afeitado, etc. una gran mujer, una verdadera mujer, una mujer como la idealizada por Hemingway en esa gran escena de Midnight in Paris cuando le pregunta a Gil Pender si ha hecho el amor de verdad y si en ese momento ha superado el miedo a la muerte: “ Creo que el amor que es veraz y real crea una tregua con la muerte, la cobardía viene de no amar o no amar bien, que es lo mismo.

Y cuando el hombre que es valiente y veraz mira cara a cara a la muerte como cazadores de rinocerontes que conozco, o Belmonte, que es valiente de verdad; como aman con suficiente pasión apartan a la muerte de su mente, hasta que vuelve como hace con todos los hombres, y es hora de volver a hacer el amor de verdad. Piénselo bien”.

Dedicar algunos minutos a seguir escribiendo sobre este tipo y sobre este suceso devendría en una larga serie de denuestos que preferimos evitar, pero basta añadir hasta qué punto se ha imbecilizado la gente de las últimas generaciones desde la irrupción del reggaetón a la fecha.

A propósito, estuve 5 minutos en una fiesta de jóvenes de 20 años hace unas semanas y no pude tolerar por más tiempo las muestras tan grandes de bajeza y estupidez que prevalecen en este tipo de circunstancias en las que el único objeto de diversión es pegarle el cuerpo a otra gente, emborrachar mujeres y aturdirlas con el sonido altísimo de los parlantes a fin de encamarse con ellas cuando son figuras más próximas a monigotes que a seres humanos completos, estos espacios “fiesteros” aburridísimos y perversos donde es imposible pensar y decir algún gran parlamento interesante o que surja alguna figura memorable que impresione a alguien que goce de un coeficiente intelectual superior a 80 no deberían existir.

Las mujeres que aceptan ir a este tipo de reuniones son peores. No entiendo como pueden consentir ser el objeto de los efluvios de un grupo de miserables a los que nada les exime de esa condición, mucho menos, la edad como proponen algunos cínicos.

Pienso que ir a fiestas es necesariamente para divertirnos no para idiotizarnos ni para ser parte del más ordinario montón de gente sin viso alguno de singularidad e importancia y bien, como nunca me ha divertido la complacencia ni el compartir con imbéciles, no retornaría a eventos juveniles como estos salvo con fines de investigación.
Ver a los reggaetoneros y despreciarlos ni siquiera es un gesto dado en los rockeros y demás alienados que creen ser depositarios de tradiciones procedentes del CBGB u otros antros de esa naturaleza, sino que es posible y legítimo para cualquiera que compare a estos grandes ridículos con figuras señeras de la música latina, como, por ejemplo, la mayoría de los artistas de FANIA, gente dueña de grandes estilos y con una experiencia más que interesante y entretenida que la de un muchacho pintón cuyo único mérito es haber conocido a una generación de taradas sin autorespeto ni dignidad. Una mujer adepta a este tipo de personajes vale tan poco como él, un hombre que escuche y disfrute de lo mismo, no tiene forma alguna de tener siquiera una aproximación a la trascendencia.

Finalmente, baste comparar una composición como Maestra Vida de Rubén Blades con todo lo que ha producido Maluma para dar cuenta de la absoluta insignificancia de este joven millonario, mediocre, falaz y ruin.

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