Augusto B. Leguía fue el primer presidente del Perú en morir en una cárcel pagando sus penas. Este sino ha tenido una larga seguidilla de déspotas, rateros y asesinos que se han hecho del poder para después terminar en procesos judiciales y, en algunos casos, en la cárcel como viene purgando el execrable Alberto Fujimori enjaulado en la Dinoes desde el 2005.
Pero recordemos que el presidente de facto Francisco Morales Bermúdez, también tiene orden de captura internacional y ha sido sentenciado a cadena perpetua por haber asesinado a veinte jóvenes argentinos en el “plan Cóndor” y puesto en la mira por el gobierno de Italia. Sin embargo, FMB se escuda en su edad y en una serie de leguleyadas y estupideces para evadir a la justicia.
Lo mismo que el expresidente Alejandro Toledo quien también está con orden de captura y prisión preventiva (buscado por la Interpol) por el caso Ecoteva, Odebrecht, malversación de fondos, robo y latrocinio, y vive a salto de mata en Estados Unidos aprovechando la situación legal de su esposa Eliane Karp, simpatizante del sionismo internacional.
Y ni qué decir del ladrón genocida e indultador de narcotraficantes Alan García, quien hace tiempo debería estar en una cárcel, por lo menos desde 1986 cuando ordenó masacrar a los presos de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara, sino es porque el poder judicial está copado por los apristas que lo blindan y le cubren las espaldas.
Por eso, no debería extrañarnos que Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia estén en la “cárcel preventiva”, aunque las acusaciones sean por “lavado de activos” (y no el caso “Madre Mía”), los tres millones de dólares que le entregaron Odebrecht y Barata, y los dos maletines de dinero que trajeron de Venezuela, eso sin contar con lo que afirma Montesinos, en uno de sus audios propalado esta semana, que dice que, por lo menos, se trata de 15 millones de dólares.
Lo cierto, es que sea como fuera, si por una u otra razón, o si es cárcel con pena o sin pena declarada (cárcel es cárcel, señores). Y la historia nos enseña que quien camina chueco siempre acaba en el hoyo. Por ejemplo, Al Capone fue un criminal muy sanguinario que se dio el lujo de, en un solo día, matar a todos sus enemigos, hecho que fue conocido como «La Masacre de San Valentín». Y a pesar de ello, solo cayó preso por no pagar impuestos.
Y por supuesto aquí si fuéramos estrictos y pegados a la ley (si quieren llámenle ética y/o principios) no se hubieran salvado ni un solo presidente desde que dizque alcanzamos la “independencia”. Belaunde Terry y muchos más, como Odría, Prado, Pardo, Billingursht, Bustamante y Rivero, Candamo, Benavides, López de Romaña, etc., etc., habría que revivirlos para meterlos presos. Malditos presidentes déspotas, rateros y asesinos.