Opinión

Macartismo lorcho

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Por Márlet Ríos

Joseph McCarthy fue un senador republicano de Estados Unidos que estaba convencido de que había un complot comunista en marcha contra su país. Ciertamente, eran los años de la Guerra Fría (los 50). Emprendió una auténtica caza de brujas en contra de la “amenaza roja” (red scare). La paranoia llegó hasta Hollywood y ocasionó marginaciones y ostracismo (las famosas listas negras). Trumbo (2015) es una película que aborda esta feroz persecución. Y Dalton Trumbo, el célebre director y escritor de izquierda (director de la emblemática Johnny cogió su fusil), fue uno de los cientos de ciudadanos norteamericanos que sufrieron en carne propia la paranoia.  

En nuestro país, muchos políticos y ciudadanos están convencidos de que la Guerra Fría aún persiste. Se encuentran tan obsesionados con erradicar el comunismo, que ven comunistas hasta en el baño. En las elecciones generales del 2021, esta obsesión llegó a extremos enfermizos. Como si fuese algo inmoral o ilegal posicionarse en un espectro político determinado, se llegó a un abierto macartismo, incentivado por la prensa concentrada. Aprovechando que en el imaginario social no es muy lejano el tema de la barbarie senderista de los 80 y 90, la ultraderecha peruana (incluso la derecha liberal ilustrada) enfiló sus baterías en contra de la izquierda y la centroizquierda, acusándolas de comunistas, terroristas, chavistas, etc. ¿Olvidan convenientemente que Sendero Luminoso también asesinó bárbaramente a dirigentes de Izquierda Unida (María Elena Moyano, v. gr.)? “No queremos ser como Venezuela”, clamaban eufóricos. La derecha retardataria y antiliberal es la principal causante de la enorme inestabilidad política que ha posicionado a nuestro país como una república bananera. Ciertamente, la izquierda populista y autoritaria no está libre de culpa (no hay que olvidar que la señora Boluarte se autoproclama como una “mujer de izquierda”).

Por otra parte, la antigua “izquierda democrática” hoy se ha vuelto aliada de la ultraderecha macartista y retrógrada. La derecha liberal es marginal. El mercantilismo, por otra parte, es moneda corriente entre nosotros.

Para los macartistas lorchos la historia del Perú republicano se reduce a la lucha contra el comunismo. En los años 30, los apristas eran los comunistas. En la prensa se denunciaba una conspiración apro-comunista. La Revolución de Trujillo, de julio de 1932, provocó que los apristas fueran perseguidos y declarados enemigos públicos. Luego, llegó Velasco.

El macartismo sigue siendo una táctica política eficaz.

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