Opinión

Luigi Mangione: El héroe que mató a un criminal

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Tino Santander Joo

Luigi Mangione es considerado un héroe de la lucha anticapitalista por millones de jóvenes y ciudadanos del mundo que están cansados de que los seguros de salud y la industria farmacéutica tengan como fin la codicia, utilizando el dolor de la humanidad. Comentarios en redes sociales como “Mangione desafió el verdadero cáncer de la sociedad” han inundado foros y plataformas digitales, convirtiéndolo en un símbolo global contra la codicia desmedida. No se trata de que no ganen, sino que no lleven su codicia al límite, afirman millones de norteamericanos en las redes sociales. La prensa norteamericana y mundial trata la noticia describiendo a Mangione como un personaje desequilibrado que, perteneciendo a la élite norteamericana, lo perdió todo en un acto de locura.

No es un anarquista radical ni un subversivo marxista; es un joven ingeniero y miembro de la clase alta norteamericana que dejó un manifiesto en el que describe la corrupción de las compañías de seguros y las farmacéuticas. Lamentablemente, solo conocemos párrafos del manifiesto, puesto que ha sido vetada su difusión en la prensa mundial. Se sabe que el documento denuncia políticas de rechazo de reclamos, aumento desmedido de precios de medicamentos esenciales, y acuerdos secretos entre aseguradoras y farmacéuticas que dejan a millones de personas sin acceso a tratamientos críticos. Según los medios de comunicación, el manifiesto retrata la pésima salud mental de Luigi Mangione, pero su contenido refleja una denuncia estructural contra la industria.

El acto de Luigi Mangione representa un símbolo en la lucha contra el capitalismo contemporáneo, que percibe el sistema de salud como un negocio donde los pacientes son mercancías a las que deben exprimir brutalmente. La codicia y la esquizofrenia de los CEO corporativos de las compañías de seguros y farmacéuticas están provocando reacciones como la de Mangione. La política de retrasar diagnósticos, negar asistencia y tener estrategias defensivas judiciales en todas las instancias genera una creciente indignación.

Mangione es un símbolo de desafío al poder transnacional; su manifiesto, a pesar de no haber sido difundido, es un mensaje, una invitación, un llamado a la rebelión contra el sistema. Las reacciones en redes sociales de todo el mundo evidencian esta lectura: ciudadanos se organizan para realizar colectas y respaldar la defensa de este héroe contemporáneo. Su acción ha puesto el foco sobre el sistema sanitario como una de las caras más despiadadas del capitalismo actual.

Es un crimen político porque expresa un rechazo al sistema. Por ejemplo, el asesinato de Salvador Allende en 1973 fue un crimen político del fascismo chileno, porque consideraba al presidente socialista un enemigo de Chile. Mangione representa la lucha contra el lucro desmedido de las compañías de seguros, contra las estructuras injustas, y, lo más importante, ha convertido a las corporaciones de seguros y farmacéuticas en los malvados y culpables de la muerte de millones de personas.

La violencia política se convierte peligrosamente en un instrumento de los ciudadanos para expresar su odio, rechazo y frustración porque están al margen del sistema de salud. En el Perú, la dependencia del sector salud a intereses privados no es casual: los bancos, dueños de farmacias, aseguradoras, clínicas y laboratorios, aseguran su poder mediante lobbies que desabastecen hospitales públicos y promueven leyes a su favor. Esta concentración del poder clama por una resistencia organizada que denuncie y desmonte estas redes de explotación.

La fiscalía y el poder judicial están subordinados a los intereses de los bancos que dominan la economía nacional. El Congreso, por su ignorancia y servilismo a los bancos y a los grupos mercantilistas legisla a favor de sus interese y de las organizaciones criminales y promueve la farsa electoral del 2026 para que todo siga igual. En un mundo donde el capitalismo convierte la vida en mercancía, los símbolos como Mangione surgen como recordatorios del costo humano de la codicia. La pregunta no es si necesitamos héroes, sino cómo canalizar esta rabia colectiva hacia una transformación real, es decir una revolución social democrática que ponga la dignidad humana en el centro del sistema.

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