Tras 30 años permaneciendo fuera del Perú, los restos de las víctimas de la matanza de la Cantuta finalmente podrán encontrar el eterno descanso. A inicios de julio del 2022, se difundió la noticia de que habían sido encontrados en Londres los restos óseos de las víctimas del temible Grupo Colina. Estos fueron enviados a la isla en 1995 con la esperanza de llegar al London Hospital Medical College, pero malos manejos provocaron que cayeran en manos del Servicio de Ciencias Forenses de Birmingham. Finalmente, las muestras se encuentran de regreso al Perú.
La noticia del retorno fue difundida por la Asociación Pro Derechos Humanos(APRODEH), quienes atestiguaron la entrega de los restos a funcionarios de la embajada peruana en Londres. Se trata de los huesos y sangre de los familiares de las víctimas que el Ministerio Público envió en 1993 para ser sometidos a pruebas de ADN. Sin embargo, estas terminaron olvidadas en un archivo que las albergó por tres décadas.
Gloria Cano, representante de APRODEH, señaló para el medio internacional Infobae que se desconoce si se llegaron a realizar los estudios mencionados. Será a su llegada a Lima que la Fiscalía podrá disponer la apertura de los envases. “Esta es una gestión que esperado largos años”, se lee en una reciente publicación de la Asociación que, además, aún falta determinar “si es necesario volver a realizar más pruebas en lo trabajado por ese laboratorio en el año 1993″.
Robert Teodoro Espinoza (24), Juan Mariños Figueroa (32), Heráclides Pablo Meza (28), Armando Amaro Cóndor (25), Luis Enrique Ortiz Perea (21), Dora Oyague Fierro (21), Felipe Flores Chipana (25), Bertila Lozano Torres (21), Marcelino Rosales Cárdenas y al profesor Hugo Muñoz Sánchez (47) son los nombres de quienes fueron asesinados a manos del Grupo Colina bajo las órdenes del ex presidente Alberto Fujimori y de su asesor Vladimiro Montesinos.
La matanza de La Cantuta
El secuestro de las víctimas ocurrió en las últimas horas del 17 y la madrugada del 18 de julio de 1992 cuando “miembros del “Destacamento Colina” en coordinación con efectivos de la base militar ubicada en la Universidad La Cantuta irrumpieron en las viviendas universitarias y, en presencia de medio centenar de testigos”. Nueve estudiantes y un docente de la universidad fueron retenidos contra su voluntad.
No sería hasta diciembre de ese año que fuentes anónimas declararan a la revista Sí señalando que los responsables de los casos “Barrios Altos” y “La Cantuta” era miembros del Servicio de Inteligencia Nacional. En julio de 1993, el mismo medió dio a conocer que los restos de algunos de los estudiantes habrían sido enterrados en la quebrada de Chavilca, distrito de Cieneguilla, al este de Lima.
Meses después se brindaron mayores indicios sobre el lugar donde estarían enterrados los estudiantes y el profesor. Esta vez se trataba de una hondada en Huachipa que la PNP utilizaba como campo de tiro. “La fiscalía realizó una exhaustiva búsqueda en la zona de Huachipa y luego de contactos con las fuentes periodísticas anónimas se ubicaron las fosas donde se realizaron los primeros entierros, hallándose dentro restos de cadáveres y efectos personales que fueron reconocidos por los familiares de las víctimas”, señala la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).