Por Tino Santander Joo
La clase política (léase los podridos de izquierda y derecha) pelean por el control de la Junta Nacional de Justicia con argumentos “constitucionales” y políticos. No es una causa constitucional, menos una lucha política principista, es simplemente la disputa por copar este organismo que nombra jueces y fiscales; ellos buscan digitar el “poder judicial” para servir mayordomilmente al oligopolio bancario, al monopolio farmacéutico del Interbank y a los grupos de poder económico.
Designar jueces y fiscales es tener el control del “poder judicial”; es un órgano subordinado a la política. La justicia se ha convertido en una mercancía que se vende al mejor postor. Los podridos han convertido la política (partidos, sindicatos, movimiento popular) en un service de empleados ignorantes que defienden intereses empresariales. Algunos intonsos llaman a esta guerra de los podridos “lucha por la democracia”.
Los podridos buscan impunidad de cualquier forma. La alianza del cerronismo, con la mafia fujimorista y los partidos de derecha que actúan en el congreso es una evidencia de la degradación de la política y el imperio del dinero mal habido. Los gobiernos regionales y locales no están exentos de corrupción; sin embargo, en Lima los ignoran, porque, es una corrupción chola, no tienen el estilo corrupto de PPK o el de Graña y Montero señorones de la burguesía capitalina que controlan los medios de comunicación.
El “gobierno” de la Sra. Boluarte y del pigmeo Otárola, son cómplices de la corrupción; el cogobierno con el parlamento lumpen es escandaloso. No existe oposición parlamentaria, ni política. El movimiento popular esta conducido por aventureros sin programa, ni línea política clara. Las centrales sindicales están burocratizadas y alejadas del movimiento popular y anquilosadas en las viejas consignas del siglo XX. El Perú, los ve con indiferencia; el crimen organizado controla gran parte del territorio nacional con la indiferencia de la inmensa mayoría silenciosa.
Hemos dicho en diversos artículos que el Perú, es una Confederación de Tribus que armonizan intereses en la informalidad; que tienen como norma de vida la pendejada que empezó como un mecanismo de defensa y se ha institucionalizado en el alma nacional. La pendejada de los podridos alimenta y destruye el espíritu de la inmensa mayoría silenciosa; los abruma, los deprime, los aísla y solo quieren vivir en un mundo familiar buscando protección y seguridad.
Por eso, urge hacer una revolución social con la inmensa mayoría silenciosa; lo primero es dejar el silencio para tomar conciencia de que el país debe cambiar; que debemos tomar el poder de cualquier manera. No caben medias tintas; democratizar el crédito, separar el derecho (la justicia) de la política, construir la infraestructura social y productiva que requerimos no se va a hacer con las viejas y podridas estructuras políticas y económicas que tenemos.
Algunos imberbes creen que la revolución social es estatismo o la vulgaridad del socialismo chavista; tampoco es entregarte a la mano invisible del mercado, que siempre tiene nombre: los grupos de poder económico que imponen su hegemonía con subterfugios legales. La revolución social es prudencia, lo que no significa que sea boba. El Perú, necesita afirmar la libertad económica, social y política, es decir el gobierno de las leyes. Es necesario que el pueblo participe y derrote definitivamente a los podridos. ¡Viva la revolución social!