“Un día va a ganar la clase media”. Eso es lo que anuncia el último spot publicitario que dieron a conocer los responsables de la campaña de Sergio Massa, actual candidato a senador por la provincia de Buenos Aires junto a Margarita Stolbizer. Ambos se presentan con el partido “1 país”, agrupación política que insiste con la idea de que la tan mentada grieta separa a los argentinos y predispone al territorio a ciertas condiciones extrañas a su naturaleza. En ese mismo tono habría que leer esta idea de que la clase media volverá a su lugar central en las venideras elecciones legislativas del 22 de octubre. ¿Qué hay detrás de esto, de la idea de una patria dividida que ha perdido la unidad por no tener a la clase media como clase líder?
La vieja concepción pequeño burguesa de que la clase media es la clase determinante tiene una amplia mitología en la Argentina, sostenida, sobre todo, por cierto reconocimiento en las tradiciones españolas e italianas de los extranjeros que arribaron a nuestro país entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, o en las migraciones de personas dadas después de acontecimientos históricos puntuales (como la Segunda Guerra Mundial). Ese reconocimiento mítico sostiene cierta imagen de invasión de las masas inmigratorias latinoamericanas y la de la pérdida de un ideal de “barrio” (que funciona también como fantasma).
El reclamo de la grieta, tibia conceptualización armada durante la última presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015), sino antes, funciona muy en sintonía con esta sensación de haber perdido el lugar de privilegio por parte del ideario “pequebur”: el país está dividido, no tiene un proyecto de Nación unificador, porque se han perdido las buenas costumbres, esas que tienen su origen en Europa y no en el “barro” latinoamericano. Y ahí reside la cuestión central de todo esto: el poderoso imaginario xenófobo para con lo latinoamericano que, históricamente, se constituyó como piedra central de todos los proyectos nacionales argentinos.
¿En donde se comprueba esta abierta xenofobia de la clase media, aspirante a retornar por el impulso de las urnas al centro de la escena política que siente perdido? En comentarios casuales que varios especialistas sueltan como quien no quiere la cosa en programas de radio y televisión. Recientemente, en el programa radial de Samuel “Chiche” Gelblung, un economista salió a decir que, en los últimos años, los índices de pobreza de la Argentina llegaban “a niveles latinoamericanos”, cosa inédita ya que nunca nuestro país había entrado en esas mediciones debido a que ciertos niveles mantenían más similitudes con países europeos que con los propios del Nuevo Continente.
¿Qué tipo de observación es esa? Hasta en los comentarios más aparentemente objetivos se cuelan estos fragmentos xenófobos que responden a la idea de que Argentina nada tiene que ver con el resto de Latinoamérica. Gran, terrible error. Si algo puede cambiar el destino político y económico en nuestro país es que, con suerte, en las próximas elecciones, no gane la (xenófoba) clase media argentina.