¿Qué medios de prensa locales han dado la debida cobertura a la controvertida remodelación de la Plaza de Armas de Trujillo? * Intelectuales, cero; periodistas, cero.
Ni siquiera los supuestos especialistas trujillanos en gestión pública que viven en Lima han dicho esta boca es mía. Conozco a varios que han estudiado en la PUCP, algunos inclusive han dicho ser amigos míos- en fin- y no son capaces de decir ni media palabra.
La tragedia en sí es la incapacidad de dialogar y, por supuesto, el silencio o la cerrazón mental de tanta gente que no es capaz de entender lo que lee, ni de juzgar la realidad más allá de la pared de enfrente, ni de entender a nadie que no forme parte del grupo de amigos a los que pertenece y ni decir del grupo social o la clase en la que supuestamente uno se incluye.
Trujillo es una ciudad conservadora, clasista y hasta cierto punto racista para aquellos que le son ajenos, aunque por la delicadeza de formas estos puntos críticos no son ni debidamente advertidos ni mucho menos combatidos como debe ser. Quizás a la bella ciudad norteña, bella, pese al espanto asolapado que la cubre, no la cambie la revolución, ni una invasión zombie, ni el apocalipsis.
En 1932, » el año de la barbarie», cuando murieron miles de trujillanos gloriosamente libres de espíritu e insurgentes, fusilados en los arenales de Chan Chan y en las arboledas de Mansiche, la burguesía departía alegremente con los agentes de la represión en el Club Central salvo pocas excepciones.
Dice Haya que solo el viejo Daniel Hoyle despreció este tipo de ágapes en medio de los mares de sangre trujillana vertida por la libertad de su tierra, en alta y valiosa confrontación del putrefacto grupo social al que pertenecía en ese momento. Si hubo otras excepciones alguien debería reportarlas ya que se corre el riesgo de considerar a toda la alta sociedad de ese tiempo poco menos que un estercolero inmundo.
Desde luego, ya no existe alta sociedad en Trujillo. De hecho desde que los extranjeros – Albrecht, Gildemeister, Larco – tomaron posesión de las ricas haciendas liberteñas se produjo un detrimento de la arrogante clase hacendaria de otros tiempos y tanto el velascato como el neoliberalismo actual sepultaron toda posibilidad de que subsistan esos viejos hábitos. Sin embargo, al igual que los zombis, «subsisten» o intentan subsistir, atados a los grandes acomplejados de siempre.
Por ejemplo, ahora que el dinero se impone, nadie negaría a César Acuña que entré en el Club Central. De hecho, el fundador de APP, es miembro vitalicio de la «oligárquica» institución y no solo sus descendientes han accedido a la supuesta alta burguesía de Trujillo sino que hasta han formado familia con ella, como cíclicamente ocurre cuando en el imaginario social se desplaza la importancia de una supuesta «alcurnia» ante la prosperidad material.
En fin. No puede sorprendernos el conservatismo trujillano pero para aquellos que solo tenemos la palabra y la fuerza de nuestros brazos como modos de acción y confrontación nos es imposible estar callados ante tanta ignominia.
Por lo expuesto, comparto dos textos libres, fundamentados e independientes, propuestos desde fuera de Trujillo desde luego. Uno es mío, el otro de Edwin Cavello. Nuestra trinchera contra todo lo que perjudica a nuestro país, Lima Gris.
Lean y que les sea de provecho:
– Texto de Percy Vilchez Salvatierra:
https://www.facebook.com/PercyVilchezS/posts/1632394723498795
-Texto de Edwin Cavello: https://www.limagris.com/trujillo-remodelar-robar/
Post Scriptum:
Todos los grandes personajes que han amado a Trujillo se vieron forzados a vivir fuera de ella, a morir fuera de ella. Empiezo a considerar a Trujillo, un escenario donde ninguna fuerza o talento puede desarrollarse salvo que se sea un genio.
Los artistas e intelectuales que viviendo en Trujillo logren consolidar una obra importante, tendrán un doble mérito: uno, debido a su propio talento y esfuerzo; el otro, debido a haber trascendido una realidad donde nada facilitaba su surgimiento.
Argollas, corrupción, estupidez y debilidad en una ciudadanía casi absolutamente embotada ante el sistema son características que podrían identificar a todo el Perú. En Trujillo, las veo mostrarse con más intensidad, quizás, por una simple cuestión semántica, es la capital de LA LIBERTAD, una vacua referencia sin contenido, una triste denominación sin sentido.
