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ELLOS SON LOS QUE LE HACEN DAÑO AL PERIODISMO PERUANO

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¿Realmente se ejerce el periodismo en el Perú?  Aquella pregunta se muestra tan frontal como su respuesta. Lo único que se ejerce en nuestra sociedad con absoluto descontrol es el aseguramiento de una “casta” de opinólogos que se halla privilegiada y que copa los medios de comunicación; y cuya mayor influencia se ve representada a través de la funesta televisión.

La noticia nacional que tiene carácter primordial, es sin duda, la crisis de los damnificados en las diferentes regiones del país a causa de los inclementes desbordes de los ríos, y de las feroces precipitaciones; sin embargo, existen otras crisis que flagelan al país como la corrupción que cada vez muestra su imperio en medio de fenómenos naturales, conflictos sociales, disputan políticas, y protestas estudiantiles.

La pregunta que antecede el encabezado sin mayores vueltas cuestiona el rol que viene ejerciendo el periodismo local. No obstante cómo podemos no cuestionar aquel periodismo de actualidad, si en principio, estamos condenados a escuchar las noticias y los informes periodísticos de medios que vienen de un gran emporio de la concentración, a pesar de representar un hecho anticonstitucional.

Los medios están divididos en prensa escrita, radial, y televisiva, y a través de aquellas plataformas que contrata comunicadores para informar la noticia. Sin embargo aquellos medios han demostrado en las últimas décadas ser meras empresas comerciales; que solo desean recaudar muchos millones posibles (habrá que felicitar a RPP por ser el que lidera el ranking de mejor pagado por publicidad para el Estado, y solamente entre enero y febrero ha cobrado la suma jugosa de S/. 1,337,393.54. soles), y que para nada se preocupan de fiscalizar las irregularidades que vienen cometiendo las autoridades estatales, y los agentes políticos; tampoco propalan noticias objetivas, y mucho menos, tienen una labor altruista y educativa; por ahí la señora Patricia del Río que estudió filología y que hoy funge de periodista dejó muy en claro que ella no debe ejercer periodismo para educar, porque eso se lo deja a las autoridades pertinentes.

 

Precisamente, el problema radica gracias a dichos criterios, pues si no hay mística, compromiso, y énfasis educativo en los comunicadores, entonces no hay nada; y en su lugar cobran mayor relevancia: el protagonismo, la desfachatez, la pedantería, el mediatismo, la falta de oficio e ignorancia; y lo peor de todo, ese enfermizo afán crematístico de ambicionar astronómicos salarios para llegar a tener un estilo de vida de ricos.

Hace unos días se desató el descontrol debido a una protesta de un grupo de estudiantes de la Federación de estudiantes en la Universidad Mayor de San Marcos. Precisamente, en aquella tribuna radial de RPP aquella mañana se dio cobertura a la noticia, y en la mesa de conducción la señora Patricia del Río ofendía con su pedantería y minimizaba al dirigente estudiantil mientras le decía: “¿De verdad tenemos que estar discutiendo esto porque ustedes no quieren pagar 10, 20, 30 céntimos por día?” mientras Jorge Huamán que mediante el hilo telefónico explicaba la naturaleza de sus reclamos; se observaba a Aldo Mariátegui sonreír con actitud burlona y satírica.

Actos como esos, de parte de aquellos personajes, generan la vergüenza ajena colectiva. Porque hay que decirlo, la televisión peruana está plagada de personajes miserables, que han perdido la decencia y el afán de que querer trasformar un país mejor. A nadie le importa nada; solo es menester para poder lograr el éxito: ser mediático, popular, y obtener buen rating para poder ganar muy bien. El resto hay que dejárselo a los ilusos que tienen discusiones bizantinas en la plaza San Martin.

Pero hay que decirles a aquellos llamados “periodistas”: que todo lo que sube baja; que no hay mal que dure cien años; y que si bien se jubilarán en aquellas tribunas malolientes que solo siguen las pautas de los grandazos; no toda la ciudadanía se encuentra polarizada; no toda la ciudadanía vive en el oscurantismo; porque todavía hay gente decente entre los ciudadanos que no se chupa el dedo; porque lee, se informa, y no se olvida de aquellas oscuras trayectorias, porque contrasta datos, camina a pie en todas las periferias de las ciudades para ver de cerca las problemáticas sociales; y lo más importante; cuestiona.

Por eso señores productores la gran mayoría de los ciudadanos rechazamos ver en las tribunas de información personajes reciclados como Nicolás Lucar, que acaba de inaugurar programa televisivo con la desfachatez de venderse como el abanderado de la verdad; y una reciclada Mónica Delta que antes lloraba por su jefe Ernesto Schütz; a una farandulera y vergonzosa Magaly Medina (mejor que vaya con su cámara de video a los hostales de Lima para seguir registrando a parejas, para destruir sus hogares, porque es lo mejor que hace) que causa disgusto al verla opinar disparates en un noticiario matutino; les dijo “aprendices de terroristas” al grupo de estudiantes de la San Marcos; y la señora del Río que ya nos cansó con sus racismos, pataletas y exabruptos; precisamente, ella calificó de pezuñento a un periodista joven del portal La Mula; y en otra ocasión le dijo patán en su mesa de conducción al exministro nacionalista Daniel Urresti; y actualmente arremetió contra aquel estudiante sanmarquino.¡ No señora del Río! los ciudadanos ya nos cansamos de sus ataques de racismo, para que luego usted venga toda oronda a pedir disculpas públicas solo por la forma de sus agravios.

Así son pues, estos personajes que ya han formado una especie de casta que se proclaman líderes de opinión; como la insoportable Milagros Leiva (que dizque pagó de su bolsillo por una información sobre Martín Belaunde en Bolivia); ella se gana el premio a la precariedad total. No articula bien, no piensa bien, no sabe de los casos que enfoca en sus entrevistas, y que además ostenta un leguaje sub-estándar para ser una comunicadora de temas coyunturales; no por algo, hace un mes don Isaac Humala le dijo en su set “que mejor estudie geopolítica porque ella es una chismosita de espectáculos”.

La lista es interminable, aunque no olvidemos vacas sagradas como Raúl Vargas que siempre ha sido amigo de los presidentes de turno; Guido Lombardi que felizmente ya no está en la televisión y que hoy se encuentra de parlamentario; Aldo Mariátegui que siempre asiste y brinda en los cocteles de alcaldes y parlamentarios.

Y sobre Odebrecht con respecto a sus vínculos con ciertos periodistas no se dice ni pio; no se olviden que hace poco expectoraron del canal Latina a Augusto Álvarez Rodrich por haber recibido US$ 220,150 de la firma brasileña en su calidad de presidente de IPYS, para poder financiar los premios nacionales de periodismo.

Curiosa resulta la posición actual de la señora Rosa María Palacios que hoy toma distancia de todo ese grupo de los medios dizque llamados serios, y que se considera bloguera y comunicadora en las redes sociales y los medios digitales, ¿acaso se está reciclando?

Es importante recalcar que el Colegio de Periodistas del Perú dio su más enérgica declaración a causa de las afirmaciones de Patricia del Río y Magaly Medina con respecto a los agravios contra los estudiantes de San Marcos; y ratificó a través de un comunicado de su Tribunal de Honor, e informaron que aquellas señoras no son periodistas con formación académica en la especialidad; y constituyen una competencia desleal frente a miles de jóvenes que han estudiado realmente las ciencias de la comunicación.

Habría que recordar que la llave que dio posibilidad para abrir las puertas del periodismo a aquellos nuevos conductores televisivos, y que incluso hoy son chicos, y chicas realities, fue la Ley N° 26937, Ley que contempla el libre ejercicio de la actividad periodística que la promulgó el expresidente del Congreso fujimorista Carlos Torres y Torres Lara en el año 1998.

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