Cuatro hombres y una mujer se preparan para realizar el atentado contra el Conde de Rusia. Han estudiado sus movimientos. Llegará, como de costumbre, a una sala de teatro, y la bomba será lanzada a su coche en el momento acordado. Así el régimen monárquico, la dictadura y el sistema habrán caído.
La tarea no es fácil. Piensan en liberarse de un sistema opresor y decadente, sin embargo, entre ellos mismos no han logrado solucionar las fisuras ideológicas que condicionan sus existencias al logro de un objetivo mayor, un cambio social necesario. ¿Quién no ha deseado alguna vez en su vida vivir un mundo mejor para todos? Con niños que reciban una buena educación como derecho universal, con una riqueza mejor repartida entre las clases que trabajan para generarla, con un sistema político que ampare los reclamos de la ciudadanía ¿Acaso usted amigo lector que lee estas líneas nunca pensó que lo que usted observa y vive cada día, puede ser mil veces mejor?
¿Significa acaso que nuestros ideales sociales pueden determinar que todos seamos iguales? NO. En “Los Justos” cada uno piensa y ejecuta la revolución de forma distinta, y lo expresa abiertamente. Para algunos, el fin justifica los medios. Para otros, se trata de pagar con la misma moneda. Ninguno está para poses: se enfrentan ante un poder absoluto, saben que eso les puede costar la vida; pero hasta la vida ya no les pertenece; ha sido entregada para lograr una causa común: lograr un mundo más justo, un mundo de los justos.
Justicia, que concepto tan relativo casi inexistente para estos días de política convenida tras 4 puertas cerradas. Amor, que sentimiento tan efímero e inútil cuando hablamos de las injusticias sociales. Miedo, claro que sí, que va y que viene como amenaza constante de nuestras fortalezas, que sacude toda voluntad heroica a punta de amenazas, que se filtra como un condicionamiento de nuestras palabras y selección de amistades . Y la traición, en el gesto, en los actos. Arquetipos tan complejos como humanos, conceptos tan sólidos y claros en la abstracción de las ideas, y en la práctica, tan frágiles y envueltos en oscurantismo, cuando el hombre abandona su propia humanidad.
Rodrigo Chávez – un talento agudo entre nuestros nuevos y jóvenes directores teatrales que me recuerda que el arte a veces es como un barco en cuarentena que puede llegar a playas de arena y sol – opta por una dirección muy clara y precisa en posiciones y desplazamientos, el espacio escénico sobrio, equilibrado y con una simetría formal que será alterada por el peso de las ideas del texto magistral de Albert Camus; con un elenco inigualable en intensidad, entrega e interpretación. Sobre todo, porque podemos sentir la verdad de los actores detrás del texto, esos momentos únicos y mágicos del teatro donde los ciudadanos han tomado la escena, expresando algo que nosotros no podemos ni nos atrevemos a gritar desde la platea, ya que hemos tomado la cómoda posición de simples espectadores. Pero eso será sólo un instante: Chávez hace que sus actores nos observen, nos invita a dejar esa simpleza pasiva, nos invita a observar nuestro propio teatro, el de las quejas, los desacuerdos y los ideales que visualizamos alguna vez y cuánto estamos dispuestos a dar por todo aquello que nos parece justo.
Definitivamente uno de los mejores estrenos de la temporada post-electoral ; nos agarra hastiados de la fiebre de cierre de campaña y conteo de votos más parecido a un thriller que a un sistema democrático; sin embargo, nuestros queridos compañeros de teatro nos demuestran que el escenario también es un campo de batalla, un espacio poderoso para convocar pensamientos alturados, palabras como poesía desgarradora, cultura y patria que nos recuerdan que aún estamos vivos y llenos de posibilidad porque las dictaduras no volverán a instalarse en el Perú nunca más. Sustentados en la erudición existencial de Camus, nos llevan a un lugar donde las ideas sí tienen fundamento y convicción, y así no sean las que usted tenga en la cabeza, el escenario se vuelve aquel lugar donde podemos escuchar la razón de cada uno y quedarse con un poco de cada humanidad que se dilata, que se diluye.
Por ejemplo, si usted siente que tiene muchas ideas y no encuentra un orden para manifestarlas, le recomiendo totalmente que vaya a ver esta obra. Uno de los 8 personajes se parecerá a usted; no sé si esto lo ayude, en todo caso le será más fácil saber qué es lo que lo motiva a sobrevivir cada 5 años.
Del 20 de mayo al 10 de julio. Viernes a domingo a las 8:00 pm. Alianza Francesa de Miraflores. Dramaturgia: Albert Camus. Versión: Daniel Amaru Silva. Dirección: Rodrigo Chávez. Elenco: Fernando Luque, Andrea Fernández, Gonzalo Molina, Renato Rueda y Gabriel Gonzales.