Por Tino Santander Joo
La informalidad es una manera de pensar, sentir y, actuar al margen o al límite de la ley oficial. La inmensa mayoría se organiza en grupos sociales con espíritu tribal. El Perú —reitero—, es una confederación de tribus con tótems y símbolos diferentes que armonizan intereses de toda índole para sobrevivir. El Estado es corrupto y esta al servicio de mafias y grupos de poder económico.
Los partidos políticos no existen y se han convertido en franquicias o services de los grupos de poder económico que en nombre de la libertad económica defienden intereses empresariales. Las derechas y las izquierdas están unidas en defensa de un sistema que no quieren cambiar, porque han hecho de ella un modo de vida muy rentable.
La izquierda democrática es una utopía por su inconsistencia ideológica y por su autismo político; la derecha política no existe, son cenáculos que defienden a los grupos de poder económico en el parlamento, en los medios de comunicación y se organizan en gremios o tribus sofisticadas que confronta torpemente a la inmensa mayoría informal.
La lucha de clases en el Perú, se desarrolla a través de la guerra de tribus en la que los intereses económicos, sociales y, políticos se mezclan de tal manera que las hace incompresible. Nadie sabe a que bando o tribu pertenece. En el Perú, Napoleón, Lenin, Trotsky, Mao, Churchill, Roosevelt fracasarían.
Pedro Castillo, expresa la informalidad sindical; no olvidemos que llegó al poder con un partido que se proclama “Marxista-Leninista”. Sin embargo, actúan políticamente guiados por consignas al margen de la realidad. El mesianismo, populismo, indigenismo trasnochado, colectivismo, autoritarismo los ha marginado políticamente y le han entregado el triunfo popular a la izquierda subordinada a los mandatos del Fondo Monetario Internacional.
Pedro Castillo, es un informal de la política, un dirigente sindical que confunde el Estado con la FENATE PERÚ, el sindicato magisterial inscrito entre gallos y medianoche para arrebatarle el control de la Derrama Magisterial al Sutep-Patria Roja. El presidente simboliza el espíritu tribal e informal de la inmensa mayoría que viven —reitero—, al margen o al límite de la ley. La guerra por el poder es con lanzas, flechas y lideradas por exóticos chamanes que podrían ser personajes de un documental de National Geographic.
Sí, la informalidad domina la economía y la vida nacional ¿por qué la política tendría que ser formal? ¿por qué Pedro Castillo, tendría que respetar la meritocracia en las Fuerzas Armadas o seleccionar mejor a los ministros o funcionarios? Acaso los bancos no son informales y compran bancadas como lo hizo Dioniso Romero Paoletti, con el fujimorismo o el Interbank, que tiene el monopolio farmacéutico y vende las medicinas más caras del mundo. ¿No tenemos acaso empresas agrarias informales que explotan a los trabajadores con la complicidad del Estado? ¿No tenemos acaso un poder judicial corrupto y sometido al poder político y económico? Esta es la realidad, aunque nos duela aceptarla.
Por otro lado, el precio de la gasolina, el gas, los servicios de telefonía, electricidad, agua, alimentos, transporte, vivienda, suben todos los días. Millones de peruanos buscan sobrevivir en actividades ilegales (narcotráfico, minería ilegal, contrabando, tala de árboles, lavado de activos, etc.) El crimen callejero y organizado empieza a hegemonizar la vida cotidiana y algunos creen que la violencia se va a imponer en el Perú. Al presidente no le queda otro camino que establecer un gobierno de unidad y salvación nacional. La inmensa mayoría silenciosa y pacifica empieza a movilizarse iracundamente en todo el país y no esta dispuesta a aceptar otra traición.