El pueblo, que tanto menciona el presidente Pedro Castillo, eligió. No los quieren como gobernantes ni nada que tenga que ver con puestos claves dentro del Estado, luego de que ambos partidos, durante todo un año desde distintos escenarios, se han venido peleando como perro y gato, ya sea desde el Congreso como oposición, o desde el propio Ejecutivo colocando a personas que no se encuentran calificadas para tan importantes cargos.
El rechazo ha sido abrumador y sin el más mínimo atisbo de interpretación dudosa: queda más que claro que se encuentran cansados de los constantes enfrentamientos que lo único que han hecho es resquebrajar la imagen de ambos partidos.
Lo del Fujimorismo parece ser casi una consecuencia directa de lo que ha venido haciendo durante los últimos 20 años, sea el nombre que le coloque a su partido. En estas elecciones Municipales y Regionales postuló candidatos en 19 regiones (Amazonas, Áncash, Callao, Huánuco, Ica, La Libertad, Lambayeque, Lima provincias, Loreto, Moquegua, Piura, San Martín y Tumbes). No ganó en ninguna.
En tanto, el partido del lapicito, Perú Libre, se viene corroborando que en las últimas elecciones presidenciales la gente votó por el candidato y no por un partido constituido y que realmente refleje el clamor ciudadano. El partido del sentenciado Vladimir Cerrón lanzó a sus candidatos en 15 regiones: Arequipa, Cusco, Huánuco, La Libertad, Lambayeque, Lima provincias, Loreto, Madre de Dios, Moquegua, Pasco, Piura, Puno, Tacna, Tumbes, Ucayali. Tampoco en ninguno logró el triunfo.
El mensaje es evidente. En el interior del país está mucho más claro el rechazo a los partidos de Keiko Fujimori y Vladimir Cerrón.
Los primeros por su campaña por el falso fraude electoral y sus intentos infructuosos de vacar a Pedro Castillo.
Y los segundos por asociarse a los fujimoristas en el Congreso y sumarse a proyectos antidemocráticos. Durante la campaña presidencial, Cerrón lanzó un potente mensaje antifujimorista, pero luego en el poder hizo alianza con el fujimorismo. No haber ganado en ninguna región podría representar la factura que les extienden los electores a Cerrón y su partido por su actuación política.
Tal parece que están próximos a correr la misma suerte del APRA, quien liderara entre las décadas de los 80 y 2010 la intención de voto de los ciudadanos, pero que ahora se encuentra casi desaparecido del radar político, también por los serios escándalos de corrupción de sus representantes.