Opinión

Los excéntricos ‘Cholets’

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Por Raúl Villavicencio

Compuesta de las palabras ‘Cholo’ y ‘Chalet’, los ‘cholets’ son una apología a la opulencia, a la transgresión arquitectónica, al progreso pero de manera informal, un grito a ser diferente, o sencillamente una aberración para el buen gusto de las denominadas clases altas.

En Bolivia, los nuevos millonarios, se vienen encargando de alterar la monotonía de La Paz, mandándose a construir imponentes y coloridos edificios repletos de simbolismo e identidad; muchos de ellos representando a figuras de la ciencia ficción como Iron Man, los Transformes, o astros del balompié como Lionel Messi. Incluso, en lo alto de uno de esos ‘cholets’ se puede encontrar hasta ¡un barco a escala real!

Pero, ¿cómo así surgieron esos impresionantes monolitos de la extravagancia? Fue el arquitecto boliviano Freddy Mamani quien diera rienda suelta a las peticiones de los nuevos magnates de El Alto, quienes supieron construir sus fortunas gracias al comercio informal, algo que se mueve con mucha fuerza en la frontera entre Perú y Bolivia, generando millones y millones de dólares al año.

Cuenta el arquitecto Mamani que su primer cliente le solicitó una obra llena de lujos y detalles, algo que no podía escapar así fácilmente del distraído ojo humano en una ciudad atiborrada por el color del ladrillo. Es así que le sugirió edificar una estructura con formas que representen a la cultura aimara, que exponga las raíces de muchos de esos exitosos empresarios que tuvieron que salir desde lo más bajo del estrato social, ignorados por sus orígenes y despreciados por los anticuados oligarcas bolivianos.

En los edificios de siete o diez pisos funcionan de restaurantes o locales comerciales en los primeros pisos, a zonas de esparcimientos como casinos o salones de spa en la parte media de la edificación, para luego reservar en la cúspide la residencia de los propietarios.

No cabe duda que aquel que tiene dinero lo puede casi todo, y en el mundo de la arquitectura eso no escapa a la regla. Los ‘cholets’ llegaron para quedarse en el país altiplánico y quien sabe si en nuestro país algún magnate minero o propietario de varias empresas se anime a construir en San Isidro, Miraflores, La Molina, o algún otro distrito pudiente, un edificio representativo a la opulencia, al éxito, y al desparpajo.

(Columna publicada en Diario UNO)

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