WhatsApp nos ha vendido por años el cuento de la privacidad absoluta con su famoso cifrado de extremo a extremo. Según ellos, nadie puede leer tus mensajes, ni siquiera la empresa. Pero la realidad es mucho más compleja. ¿Realmente es imposible que te espíen? No tanto. Es cierto que WhatsApp cifra los mensajes para que no puedan ser interceptados en tránsito. Pero eso no significa que seas intocable. Existen varios puntos débiles que pueden comprometer tu privacidad.
Para empezar, las copias de seguridad en Google Drive o iCloud no están cifradas de extremo a extremo, lo que significa que, si alguien accede a tu cuenta en la nube, puede recuperar todo tu historial de chats. ¿Y qué pasa si alguien tiene acceso a tu celular? Con WhatsApp Web o un clon de la aplicación, cualquier curioso con acceso a tu teléfono por unos minutos puede redirigir tus conversaciones sin que lo notes.
Otro riesgo es el malware y la ingeniería social. No se necesita un ataque sofisticado cuando las víctimas caen solitas. Un enlace malicioso o una aplicación falsa instalada en el celular pueden exponer tu información sin que siquiera te des cuenta.
Pero el mayor peligro no está en la tecnología, sino en la credulidad. La Av. Wilson en el Centro de Lima es un hervidero de estafadores que prometen hackear WhatsApp a cualquiera. Basta con caminar por ahí para encontrar tipos que ofrecen “recuperar” conversaciones eliminadas, espiar a tu pareja o hasta hackear la cuenta de un político. Sí, así de ridículo suena.
El truco es siempre el mismo: te venden un software milagroso (que no hace nada), te entregan conversaciones falsas escritas en un documento para que creas que estás espiando a alguien o, peor aún, te instalan un virus que termina robando tus propios datos. Al final, el hackeado eres tú.
Lamentablemente, aunque la mayoría de estos estafadores solo buscan sacarte dinero, existen antecedentes de espionaje ilegal, como el caso de Argentina en la campaña electoral del 2023. Porque, siempre hay una llave que abre cualquier puerta, solo que no está al alcance del primer tramitador de Wilson que te cruces.
(Columna publicada en Diario UNO)