Opinión

Los caminos de Mario Vargas Llosa en Iquitos

Lee la columna de Jorge Linares.

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Vargas Llosa en el Cementerio General San Miguel Arcángel de Iquitos.

Por Jorge Linares

Iquitos Cultural se une a la celebración de cumpleaños de nuestro Nobel de las letras, dejando de lado los irrelevantes magazines. En efecto, Vargas Llosa no deja de sorprendernos cuando lees personajes con quienes te identificas o guardas una relación generando sentimientos encontrados como son “Mascarita”, “Lituma”, “Pantaleón Pantoja” ,“Casement”, “Benjamín Saldaña Roca” o “Katenere”.


Gracias a la gran labor de este demiurgo, el Perú y el mundo empezó a saber de una pequeña ciudad ubicada en la Amazonía peruana, llamada Iquitos; prueba de ello, están sus cuatro obras: La Casa Verde, Pantaleón y las Visitadoras, El Hablador y El Sueño del Celta. A propósito, este año cumple se 50 años de la presentación de la novela de Pantaleón Pantoja; obra que hace un cambio radical en la manera de escribir de Mario Vargas Llosa.

Hemos visto necesario dar a conocer un pequeño resumen de las diversas maneras como nuestro escritor recuerda o expresa su sentimiento hacia nuestra ciudad iquiteña en diferentes ponencias internacionales que le tocó brindar: A mediados del siglo XVII, el licenciado Antonio de León Pinelo, vallisoletano, que había pasado su juventud en Lima, donde estudió con los jesuitas, y que alcanzó más tarde en España una posición destacada; fue Consejero Real de Castilla y Cronista Mayor de Indias, escribió un libro titulado “El Paraíso en el Nuevo Mundo”, en el que demostraba en dos volúmenes trufados de citas bíblicas y referencias históricas, mitológicas y lingüísticas, que aquel celeste territorio donde comenzó el acontecer humano se encontraba en la Amazonía peruana y más precisamente en las inmediaciones de lo que es ahora la ciudad de Iquitos.

Según Irving (Leonard), el mito que más perturbaba al conquistador, era la leyenda de las amazonas, las mujeres guerreras, al extremo de que los contratos de financiación de las expediciones de conquista, se incluían cláusulas requiriendo la búsqueda de estas mujeres mitológicas; muchos cronistas desde los diarios de Colón pasando por Pedro Mártir de Anglería, Oviedo, Herrera y por cierto Fray Gaspar de Carvajal que acompañó a Orellana en su aventura amazónica, aseguran haber visto a las mitológicas mujeres que se cortaban un pecho para poder tirar mejor el arco, raptaban hombres para hacerse embarazar y luego les despachaban con los varones que parían, reteniendo solo a las hembras para perpetuar el carácter exclusivamente femenino de la tribu. Fray Gaspar de Carvajal afirma que Orellana no solo vio a las amazonas sino que fue atacado en persona por quienes darían su nombre al gran río de la selva sudamericana. Universidad Hebrea de Jerusalén, 2010.

«Me pasó una cosa pues interesante, inesperada, yo tenía una historia que quería escribir, resultado de dos viajes a la selva peruana, una el año 58, el viaje más fértil desde el punto de vista literario que he hecho en mi vida porque de ahí salió La Casa Verde, de allí salió Pantaleón y las Visitadoras, de allí salió El Hablador; en fin, fue un viaje corto sin embargo dejó una huella riquísima». Feria Internacional del Libro de Bogotá, 2014.

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