Opinión

Los amigos que perdí

Historias como la de Balto y Hachiko han inspirado a millones.

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No cabe duda que el perro es el mejor amigo del hombre. Esta premisa es totalmente irrefutable, debido a que desde épocas del paleolítico superior (hace aproximadamente 20 mil años) el vínculo creado entre ambos se volvió cada vez más inquebrantable, y no precisamente por las cualidades del humano, sino más bien, por el comportamiento del can, que ofrecía incondicionalmente fidelidad, vocación de acompañante y amor.  “Cuanto más conozco al hombre, más quiero a mi perro”, atribuyen la frase al rey Federico II el Grande, quien amaba a sus trece galgos y ordenó ser enterrado con ellos en el jardín del Palacio de Sanssoucci. Sin embargo, su sobrino sucesor no respetó su voluntad.

Desacertadamente le llaman “mascota”, por ser compañero para la distracción y porque serviría de talismán para la buena suerte. Sin embargo, también existen historias entrañables contadas por personajes famosos que rindieron devoción a sus camaradas mamíferos, como Arthur Shopenhauer, Abraham Lincoln, Jack London, Adolf Hitler, Frank Kafka, y entre los más contemporáneos, Charlize Teron, Jennifer Aniston y Joaquín Phoenix.

A pesar de ello, no existe peor crueldad que la del propio hombre, que en innumerables ocasiones maltrata a su fiel compañero de cuatro patas y con alevosa traición lo acuchilla o balea. Habitualmente un individuo millonario anda rodeado de gente que se le acerca porque les interesa los réditos económicos que obtengan de éste. Pero, es más común ver a un mendigo recorrer el mundo con su fiel acompañante peludo, aunque éste no le prodigue alimento, ni le dé muestras de cariño. En el lenguaje perruno no existen distinciones, porque para ellos no hay ni ricos ni pobres.

Historias como la de Balto y Hachiko son casos reales que han inspirado a los millones de mortales que aún convivimos en una sociedad generalmente marcada por la infraternidad; por lo que existen mayores razones para alentarnos y sensibilizarnos. Y, además de rendir tributo a la institución de la familia, tenemos el privilegio de contar con nuestros fieles amigos cánidos, porque ellos son más que eso, porque son nuestros ojos y nuestros oídos. En lo personal, si bien perdí a Tony, a Pipo y a Apolo; la vida también me recompensó por contar con el amor y la compañía afectuosa de Picasso.      

(Columna publicada en Diario UNO)

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