Con el desastroso accidente automovilístico el día de ayer en Pasamayo, se devela una vez más que el Perú no quiere ver sus problemas reales. Es decir, nos preocupan más otras cosas y otras temas donde muere gente o las matan por asunto de raza, género, ideas o delincuencia, etc. Lo que está bien y ha merecido nuestro apoyo desde esta tribuna; pero los casos extremos y que pasan todos los días por televisión, radio y prensa los obviamos y nos hacemos de la vista gorda.
Y es que hace tiempo los accidentes automovilísticos han reemplazado, en muertos y heridos, a la guerra interna y en aproximadamente diez años hemos tenido más de un millón de accidentes de tránsito, con más de 40 mil muertos y casi 200 mil personas discapacitadas o incapacitadas de por vida. Y ahora mismo gozamos el triste y penoso título de ser los primeros en accidentes de tránsito en toda América. Y nadie ha hecho ni organizado una marcha o siquiera un plantón por este tema.
Según los estudios desarrollados por la Policía Nacional del Perú y la Asociación Peruana de Empresas de Seguros, sobre el origen, causas o motivos de los llamados “accidentes de tránsito”, se calcula que el exceso de velocidad ocupa el 33.76%, la imprudencia del conductor 29.00%, la imprudencia del peatón 12.86%, el estado de ebriedad 11.97%, falla mecánica 4.24%, imprudencia del pasajero 2.81%, pistas en mal estado 2.45%, falta de señales de tránsito 0.78%, exceso de carga 0.71%, falta de luces 0.48%, mala señalización 0.22%, etc., lo que hace un universo donde casi el 100% de “accidentes de tránsito” sean originados por causas humanas.
El cuanto al asunto de los accidentes en carretera, hay que apuntar que se deben también al mal estado de las autopistas o la falta de mantenimiento. Para quienes viajan continuamente, saben perfectamente que las constructoras hacen carreteras del grosor de una galleta y el uso y el clima las erosionan y destruyen causando accidentes lamentables. Lo otro es que la señalización, los muros de contención y las barras metálicas para evitar desbarrancamientos no se ponen o se “ahorran” en perjuicio de los conductores y peatones.
Y el estado ni el pueblo hasta ahora no han dicho esta boca es mía. Y no se ha visto carteles ni marchas que digan que hay que parar esta racha lamentable, a lo que hay que sumar la miseria humana en la que vivimos. Ayer mismo, en Pasamayo, los casi 50 pasajeros siniestrados fueron encontrados con los bolsillos vueltos hacia afuera, es decir, les habían robado a los muertos. Y quizás la imagen icónica y metafórica sea ese pasajero que herido y sangrante subió la cuesta de Pasamayo y rechazo toda ayuda y se dirigió él solo al hospital de Huacho. Este es el Perú, señores, donde viajar puede ser un hermoso sueño cumplido o una pesadilla que puede acabar en un hospital o en una morgue.
PD: en menos de 24 horas ha ocurrido otro accidente en Pasamayo, entre un ómnibus de pasajeros de la línea Zeta Bus y un tráiler dejando como saldo a dos muertos.