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Los 70 años de la Série Noire (1945-2015): «Nuestro objetivo es no dejarlos dormir»

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Era 1945 hacía ya más de un año que Francia había sido liberada de los nazis, esencialmente gracias a la participación de las fuerzas armadas estadounidenses. Poco a poco, en medio de la purgas de los colaboracionistas, la vida fue retomando sus fueros, la actividad editorial recuperó su independencia, la administración de las Ediciones Gallimard volvió a las manos  de la familia fundadora.

Quizás debido a la imagen dada por los Rangers y los GIs que desembarcaron en Normandía, los franceses estaban seducidos por el american way of life, y con él por su literatura del   que el género policial era uno de las preferidos. Esto decidió al traductor y editor Marcel Duhamel (1900-1977) proponer a Gaston Gallimard la creación de una colección de novelas policiales, pero de un nuevo cuño: novelas en las que la frontera entre el bien  el mal era borrosa, los policías corruptos, los detectives  antipáticos, las mujeres todo menos indefensas.

Pero sobre todo, la novedad del lenguaje, pautado de jerga, de una sintaxis callejera.  Los autores, estadounidenses e ingleses, los había descubierto el mismo Duhamel, y llevaban  por nombre Raymond Chandler, James Cain, Dashiel Hammett, Peter Cheyney o James Hadley Chase. El nombre de la colección es sugerido por el poeta Jacques Prévert, y el diseño de la la cubierta, por la novia del Duhamel: el nombre de la colección, el título y el autor sobre fondo negro.

El primer volumen de la Série Noire aparece en el verano de 1945, La Môme  vert-de-gris (Poison Ivy), de Peter Cheyney, de quien sería también la segunda entrega de la colección, Cet homme est dangereux (This Man is Dangerous). La recepción por parte de la crítica fue positiva, con comentarios entusiastas de Raymond Queneau,  de Boris Vian e incluso del filósofo Gilles Deleuze. El eslogan publicitario creado por Duhamel en un “Manifiesto de la Série Noire”, se resumía en la frase: “Nuestro objetivo es no dejarlos dormir”.

El público respondió igualmente de manera positiva pues en los tres primeros años se vendieron setenta mil ejemplares (de seis títulos publicados). Pero fue en 1948 cuando la colección da un sacudón de crecimiento y pasa a publicar dos títulos mensuales entre los que estaba volviéndose un clásico del género: El sueño eterno de Chandler. La Série Noire se asentó en el panorama editorial francés como una referencia de la novela policial, y, poco después, se abren sus puertas a autores franceses cuyo primer gran éxito fue en 1953 con Touchez pas au grisbi,(¡No toques la guita!).

A lo largo de los años la colección fue fiel al proyecto inicial de privilegiar la publicación de autores de lengua inglesa, para luego extenderse a lo de idioma francés. Recien en 1993 la Série Noire daría cabida a un escritor de otro idioma, el español Juan Sasturaín, con Manual de perdedores.  Luego, paulatinamente, serían publicados autores de otras lenguas. Entre los autores de lengua española figuran algunos latinoamericanos como los mexicanos Elmer Mendoza con Balas de plata, Víctor Luis Gonzalez con El mejor lugar del infierno, o los argentinos Rolo Díez con Gatos de azotea, Vicente Battista Sucesos argentinos; o el cubano Justo Vasco con Mirando espero, ¿aparecerá pronto algún peruano? ¡temas no faltan!

La colección se ha renovado: la cubierta de los volúmenes ha sido varias veces cambiada adaptándose a los gustos del momento, pero siempre preservando el color negro como tonalidad dominante. En medio de tantos crímenes, la Série Noire sigue viva, y de seguro, como lo deseaba Marcel Duhamel, sigue quitándole el sueño a muchos de sus lectores.

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