Envidio a Agustín Lara por feo y por el éxito con las mujeres hermosas. Sí, y María Félix fue su bocado mayor. Bien, este aserto lo puede firmar cualquier cojudo. Con Lara hay que irse con cuidado no todo lo que brilla es oropel. Hay un músico en él. Músico de burdel pero pianista de linaje y con cicatriz de caficho mayor. Sus paisanos le decían el Schubert del bolero. No es para tanto. Lara, me juraba una mexicana nacida en Huancayo, es una trampa fatal para todo aquel que se acerque a este icono sagrado mexicano e internacional. Sí, pero antes que nada fue un hombre de melodrama ante las damas: “Cuantas noches me has visto llorando /Llamar a su puerta; / Sin llevarle más que una canción /Un pedazo de mi corazón. / Sin llevarle más nada que un beso, / Friolento, travieso. / Amargo y dulzón. / Farolito que alumbras apenas… Eso. Tipo duro pero enamorado hasta sus cachas.
Era flaco y feo que hasta se parecía a un cadáver exquisito. Era Agustín Lara, poeta y macho. Compositor de un bolero insignia, Noche de Ronda. Según el maestro Carlos Monsiváis, una suerte de Biblia para evita los males del corazón, para energizar la molleja más importante de los seres humanos y para fortalecer el eros matutino. Era de una personalidad descomunal. Eso dicen sus mujeres y las otras y aunque pecaba del revés de bonito, su verso se hizo carne y existió entre ellas.
Lara nació todavía en aquel México de pólvora y cananas un 30 de octubre de 1897 en el seno de una familia acomodada. Sus padres fueron el Dr. Joaquín Lara y María Aguirre del Pino. Fue estudiante del Liceo Francés local (Liceo Fournier) en tierras del estado de Veracruz. Pasó luego algún tiempo, —por circunstancias familiares— bajo la tutela de su tía Remedios, en Coyoacán. Su pasión por la música comenzó a edad temprana al oír a su padre tocar el piano en casa. Sin embargo, fue de la mano de su tía Remedios, con quien improvisó sus primeras notas. La profesora Luz Torres Torrija, su maestra de piano fue quien se encargó de su primer aprendizaje musical.
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Durante la época de la Revolución Mexicana, la familia de Lara decidió alquilar varias habitaciones de su vivienda. Uno de los huéspedes, fascinado por el talento del joven Lara, lo llevó como pianista a una casa de “mala nota”; tal hecho, marcaría muchos aspectos de su trayectoria; lo podemos comprobar con los títulos de innumerables boleros de su autoría: “Aventurera”, “Pecadora”, “Te vendes”, “Una cualquiera”, etc. Pero también por las huellas que este tipo de vida dejó, incluso en su fisonomía, ya que en uno de esos antros, una mujer en un ataque de celos, le arrojó una botella rota causándole una tremenda cicatriz, que le surcó de por vida, parte de su rostro.
Su vida fue toda una peripecia. A los 12 años, su padre lo echó de casa por llegar tarde de una tertulia taurina, estuvo encarcelado por robo y hasta se casó “In artículo mortis” con su primera esposa Angelina Brusquetta, hija del dueño del cabaret “Salambó”. En ese local conoció a Juan Arvizu, uno de los primeros boleristas de México, que le contrató para que compusiera y le acompañara al piano. Fue Arvizu quien primero descubrió el talento musical de Lara, que en 1929 se consagró definitivamente con su canción que aunque parezca paradójica se llamó Imposible.
En la época en que la radio cobra características de impacto popular, el 18 de septiembre de 1930 fue lanzada al aire una nueva emisora (XEW) con planes ambiciosos e incluyó al novel compositor Agustín Lara, interpretando con su estilo y su discutida voz, canciones que prontamente fueron oídas en todo México. “La Hora Íntima de Agustín Lara”, se caracterizó por el estreno, en cada programa de una o varias canciones de su inspiración.
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Lara fue compositor de aproximadamente 700 melodías y una opereta: “El Pájaro de Oro”. Intervino también en 30 películas y sus canciones han dado vuelta al mundo, lo cual hace de él uno de los compositores de música popular más conocido de nuestros tiempos, siendo traducidos los textos de sus canciones a muchos idiomas. Entre su repertorio se encuentra: “Veracruz”, “Granada”, “Madrid”, “Palmera”, “Lágrimas de Sangre”, “Lamento Jarocho”, “Farolito”, “Mujer”, “Santa”, “Señora Tentación”, “Novillero”, “Rosario”, “Noche Criolla”, y muchas otras más.
Su vida sentimental fue pródiga en romances: Angelina Brusquetta, Carmen La Chata Zozaya, Yolanda Gazca, Clara Martínez, Vianey Lárraga, Irma Palencia, Rocío Duran, etc. Sin embargo, siempre confesó que su gran amor fue María Félix “La Doña”. Con ella se casó el 24 de diciembre de 1954 y a ella le dedicó muchas canciones de amor como: María Bonita, Aquel amor y precisamente, Noche de Ronda. No tuvo descendencia y adoptó al hijo de Vianey, al que bautizó con el nombre de Agustín, llevando así los apellidos Lara Lárraga. Con la Félix convirtió su casa de Las Lomas en un centro de tertulias para artistas y escritores que solían reunirse a menudo y con más tiempos con María Félix. De esos vínculos es su actuación en películas como Novillero (1936) y Coqueta Perdida (1949).
Insisto muerto de envidia que Lara fue uno de los mayores rompecorazones de México en el Siglo XX pese a no ser simpático como Jorge Negrete, llevar dentadura postiza y tener una gran cicatriz en su cara, lo que sólo ayudó a acrecentar los misterios de su vida. “Agustín Lara era un hombre hecho para la fama” afirma Pável Granados autor de una curiosa biografía del maestro: Mi Novia la Tristeza. En el texto se afirma que a Lara le encantaba ser un Pigmalión del pobre, transformarlas. Utilizando la metáfora y la imaginación dizque Lara las recibía en bruto y él las pulía, las corregía, enseñándolas desde moda a modales. Yo hice lo mismo pero no tuve fortuna.
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La biografía de marras cuenta como a la divina María Félix, luego del estreno de Doña Bárbara, se la vía salir muy de mañana vestida de lo más elegante de la casa del compositor en la calle de Galileo 37, en Polanco. Los periodistas no dejaban de seguirlos: “el mejor compositor de México y la actriz más bella del mundo juntos eran la fórmula inmejorable para la fama mutua”. Pero Lara también se vivía con el pescadazo Raquel Díaz de León, una bella joven tapatía de familia conservadora que terminó de puta en la casa de citas de La Bandida, en la colonia Condesa. Una noche que estaba con Raquel llegó María sin aviso. Lara no le abrió la puerta. María Félix, con sus zapatos de tacón, saltó la reja de la calle y se dirigió a grandes pasos a la recámara de Agustín. Ahí estaba Raquel en pelotas. María lo supo y se desmoronó. De rodillas entonces le suplicó a Lara: ‘”Por favor, Agustín, no me dejes. Perdóname, voy a obedecer en todo lo que tú me digas’’. Entonces Lara se metió con las dos a la cama.
Cuando Lara vivía en España en 1967, debido a su precaria salud, se dio cuenta que ya no estaba para amores ni maratones sexuales. Regresó a México y fue retirándose del ambiente artístico hasta permanecer aislado de todos en su casa de la esquina de Edgar Allan Poe y Homero, de la colonia Polanco. El maestro fallece en el Hospital Inglés de la ciudad de México el 6 de noviembre de 1970 y fue velado en el teatro de la Sociedad de Autores y Compositores de Música, de donde fue trasladado al día siguiente al Palacio de Bellas Artes. Había desaparecido el más grande compositor mexicano. El amante más fogoso, el feo más bello.
*El texto pertenece al nuevo libro, TU MALA CANALLADA, Lancom, Lima julio 2014.