Política

López Aliaga exige el despido del ministro César Sandoval

En una ciudad donde la infraestructura avanza a paso lento y los intereses partidarios se imponen sobre la gestión pública, el enfrentamiento entre el alcalde de Lima y el ministro de Transportes refleja cómo la politiquería sigue desplazando los verdaderos problemas que aquejan a millones de ciudadanos.

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La pugna entre el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, y el ministro de Transportes y Comunicaciones, César Sandoval, suma un nuevo capítulo. Esta vez, el burgomaestre limeño ha pedido públicamente a la presidenta Dina Boluarte la destitución del ministro, acusándolo de inacción y de haber llegado al cargo como parte de una cuota política del partido Alianza Para el Progreso (APP), liderado por César Acuña Peralta.

Durante la presentación del primer tramo del corredor vial de la Vía Expresa Sur —una obra impulsada en Barranco, Surco y San Juan de Miraflores—, López Aliaga desvió la atención del proyecto para lanzar duras críticas contra Sandoval. No solo cuestionó su gestión en el MTC, sino que aseguró que el ministro habría solicitado cargos públicos durante una visita a su despacho, afirmación que Sandoval ha negado tajantemente. El alcalde, lejos de retractarse, reafirmó su versión con tono desafiante.

“Yo invoco a la señora presidenta que de una vez mande a su casa a este señor que funge de ministro. Este señor ha sido puesto como la cuota de poder del señor Acuña, que tampoco trabaja”, sostuvo el alcalde, sin ofrecer pruebas concretas, pero alimentando una narrativa cada vez más frecuente en su discurso: la del sabotaje institucional contra su administración.

Más allá del cruce de acusaciones, este enfrentamiento refleja una problemática más profunda: el uso del aparato estatal como campo de batalla político. Mientras la capital enfrenta retos urgentes en transporte, seguridad y planificación urbana, sus principales autoridades se enfrascan en disputas que poco contribuyen a soluciones concretas.

López Aliaga no asistió el 22 de julio a la reunión técnica con el MTC.

El alcalde López Aliaga también aprovechó para descalificar el reciente mensaje presidencial del 28 de julio, señalando que fue extenso y carente de propuestas novedosas. “Lo mismo que dijo el año pasado lo ha dicho ahora. Es la filosofía del expediente técnico”, ironizó.

Este tipo de declaraciones refuerzan un estilo político confrontacional que, aunque busca sintonizar con el hartazgo ciudadano, también corre el riesgo de agotar su impacto cuando no se traduce en resultados palpables.

En una ciudad donde los proyectos de infraestructura avanzan con lentitud y los intereses partidarios parecen anteponerse a la gestión, el enfrentamiento entre el alcalde y el ministro evidencia una vez más cómo la politiquería puede desviar el foco de los problemas reales que afectan a millones de limeños.

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