Política

Llegó la hora de Benavides

El ministro de Educación, Martín Benavides, se enfrenta a una crucial interpelación. El presidente Vizcarra lo ha defendido al extremo de perder un gabinete ministerial por su delfín en las cuestiones educativas. Detrás existen sombríos actos que ameritan que Benavides deje el gobierno y sea sometido a investigaciones.

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Ministro de Educación, Martín Benavides Abanto.

Se ha instalado en el ambiente político del país una forma de razonamiento muy perniciosa. Los “buenos” y los “malos”. Luego, se convierte al bando “bueno” en alguien intocable. El resultado de este absurdo mecanismo es que muchos pícaros se sitúan en el bando de los buenos y empiezan a generarse beneficios a través del tráfico de influencias y los actos de corrupción.

El tema de la reforma universitaria es una muestra. El concepto básico fue hagamos la reforma universitaria. Y todos estuvimos de acuerdo en eso. Hay que cerrar universidades que no merecen tal nombre, por ejemplo, la Telesup de José Luna Gálvez o la Garcilaso de la Vega al mando de Luis Cervantes. Y todos estuvimos de acuerdo. Entonces, amparado en ese contexto apareció el “bueno” de la película: Martín Benavides Abanto, el jefe de la Sunedu y luego ministro de Educación.

Gracias a ese escudo fabricado por las apariencias, cuando salen a la luz los actos oscuros de Benavides, empieza el coro: si atacan a Benavides, están atacando la reforma universitaria. Si atacan a Benavides, están apoyando a Telesup y a Luna Gálvez. Ese es el escudo fabricado por el presidente Martín Vizcarra y los medios de comunicación y utilizado por el ministro Benavides. Es una estrategia canallesca para ocultar supuestos actos de corrupción. Es la misma lógica del condenable invento: “Roba pero hace obra”, una lógica con la cual muchos lograron impunidad, la misma impunidad que hoy pretende el ministro Benavides.

Presidente Vizcarra y Martín Benavides.

Cuando Benavides fue jefe de la Sunedu, acertó en el cierre de las universidades que no merecían seguir funcionado pero eso no debe significar que su reforma universitaria fue impecable y deba ser considerada como intocable. La reforma de Benavides tiene un balance negativo porque dejó en la calle a 180 mil estudiantes sin preocuparse por darles una alternativa; modificó las reglas de juego en plena ejecución de la reforma para atender conveniencias; y, lo peor, incurrió en actos que, por ahora, hay que llamar de presunta corrupción y presunto tráfico de influencias, y que una vez que sean investigados van a generar más de una sorpresa, sobre todo, la existencia de un socio que ejerce un cargo muy importante.

Entonces, en vista de que el coro monocorde de la prensa oficialista empezará a decir que es una injusta interpelación maquinada por los enemigos de la reforma universitaria, es importante señalar que existen muchos elementos para los cuales Benavides no tiene una respuesta pero sí mucha responsabilidad. Anotemos algunos.

Como jefe de la Sunedu realizó una reforma universitaria modificando las normas de evaluación durante el proceso de licenciamiento. Un acto que quebró toda imparcialidad porque no se puede efectuar licenciamientos en base a evaluaciones diferenciadas porque eso significó quebrar un requisito fundamental: la seguridad jurídica.

Existe un concepto que Benavides, el presidente Vizcarra y las diversas portátiles que aplauden, han utilizado de manera insistente: la reforma universitaria buscó el cumplimiento de las Condiciones Básicas de Calidad. Sin embargo, ese es uno de los requisitos que más pisoteó el reformador Benavides.

Sostuvo que no se podían licenciar universidades que habían llegado a compartir sus locales con colegios porque, de acuerdo a las Condiciones Básicas de Calidad, la infraestructura de un colegio es muy distinta a la infraestructura necesaria para una universidad. Todos estamos de acuerdo. Pero, ¿por qué le otorgó licenciamiento a la UPAL que iba a operar en el local de una ferretería con apenas tres aulas y un campo deportivo alquilado al colegio Aleph cuyo director León Trahtenberg es asesor de Benavides?

UPAL, de ferretería a universidad. Martín Benavides y León Trahtenberg.

Las Condiciones Básicas de Calidad son muy importantes e imprescindibles. Todos estamos de acuerdo. Entonces ¿por qué le otorgó licenciamiento a la UTP cuando sus filiales en provincias aún se encontraban en construcción? ¿Cómo podía la Sunedu del reformador Benavides verificar si se cumplían las Condiciones Básicas de Calidad de locales que estaban en proceso de construcción? ¿Cómo pudo la Sunedu verificar las Condiciones Básicas de Calidad de los laboratorios, las bibliotecas, los salones de clase si no estaban terminados y solo habían obreros cargando ladrillos y cemento? ¿Cómo pudo el gran reformador de la intocable reforma universitaria dar un licenciamiento a la UTP cuando las propias normas de la Sunedu exigían que los locales tengan licencia municipal y éstas no existían porque, sencillamente, esos locales recién se estaban construyendo?

Benavides ya había firmado el licenciamiento para la UTP de Ica, pero en el terreno no existía nada construido. Fotográfica de Google Earth de fecha 15 de junio de 2019.

Si tenemos en cuenta que el propietario de la UTP es el monopólico grupo Intercorp ¿no será que el reformador Benavides verificó más bien las Condiciones Básicas de Calidad de su presunto beneficio propio y también el beneficio del socio que lo sostiene en el cargo? La historia completa saldrá a luz pública más temprano que tarde.

Quienes utilizan el pretexto de las frases: “Hay que defender la reforma universitaria” o “Se quieren traer abajo la reforma universitaria” lo que están haciendo es defender a un sospechoso de actos de corrupción disfrazado de gran reformador. ¿Por qué el documento de licenciamiento de la UPAL se estuvo ofreciendo en tres millones de dólares? La UPAL nunca funcionó y su supuesto local era el local de una ferretería pero su licenciamiento pasó por las manos de un poderoso grupo mediático que luego lo vendió a personajes allegados y estos lo ofertaban en tres millones de dólares. ¿Eso es una “impecable reforma universitaria? ¿Esa es la reforma que defiende el presidente Vizcarra? 

Los curiosos defensores de la “reforma universitaria” deberían hacerse varias preguntas. ¿Saben que el presidente Vizcarra nombró a Martín Benavides como jefe de la Sunedu? ¿Saben por qué el licenciamiento se volvió uno de los documentos más valiosos en el sistema educativo peruano? ¿Saben que el presidente Vizcarra nombró como ministro de Educación a Benavides cuando ya la reforma estaba ejecutada al 99 por ciento? ¿Saben por qué el presidente Vizcarra mantuvo en el gabinete a Benavides al punto que perdió a su flamante premier y tuvo que armar un nuevo gabinete ministerial? ¿Se han preguntado por qué vale tanto Benavides? y ¿por qué el Grupo Intercorp mantiene cercanas relaciones con el gobierno?

Hay sombras de corrupción. Un dato final. La ley universitaria no le concede a la Sunedu la facultad de cerrar universidades. Cuando Vizcarra lo nombra como jefe de la Sunedu, Martín Benavides fabrica un Reglamento de cierre de universidades y, de pronto, cuando nunca antes había existido el cierre de universidades, Benavides clausuró 46 universidades en apenas 20 meses, a un ritmo de 2.3 universidades por mes, es decir, cada 13 días cerraba una universidad. Algo imposible de ser hecho con seriedad pero que tuvo un efecto: la licencia de funcionamiento se volvió el documento más valioso. Entiéndase valioso en todas sus interpretaciones.

La interpelación a Martín Benavides Abanto es un acto necesario. Su remoción del cargo tendría que ser el primer paso para que, una vez perdida la protección gubernamental, tenga que ser sometido a las investigaciones necesarias en los ámbitos fiscales y judiciales y tenga que rendir cuentas a los 180 mil estudiantes a los que dejó sin un futuro profesional.

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