La última columna de MVLL ha causado cierta controversia en el medio «progre». Antes de leerla y para ponerme a tono, vi fugazmente algunos fragmentos de sus polémicas con Octavio Paz. En dichas interacciones, el mexicano casi siempre prevaleció sobre el autor de Conversación en la Catedral. Lamentablemente, desde la partida del extraordinario poeta y ensayista mexicano, nuestro Nobel cree que no tiene con quien conversar. La ciega legión de seguidores que este arrastra parece confirmar esa premisa ridícula.
El artículo se titula Nuevas inquisiciones y su encabezado en El País señalaba un texto directo y golpeador: “El feminismo es hoy el más resuelto enemigo de la literatura, que pretende descontaminarla de machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades”.
Lo interesante es que al escribir «machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades» pareciera haber sintetizado los móviles de su literatura y, quizás, los de su propia vida. Baste para documentar la última parte de la oración anterior, la revisión del enjundioso volumen titulado Lo Que Varguitas No Dijo, obra única de Julia Urquidi.
En fin, no es menester de este artículo tratar la vida privada de nadie sino explorar la pertinencia de las aseveraciones del intelectual peruano más mediático y quizás el más relevante de la modernidad, junto a Hugo Neira, desde luego. Máxime si se trata de un tema tan importante, tan negado y tan controvertido por gran parte de los grandes machistas que pueblan el medio cultural e intelectual y buena parte de la sociedad actual, gran paradoja y parodia porque si de algo adolecen muchos de estos machistas es de la fisonomía típica del macho.
La acusación expuesta por MVLL -«el feminismo es hoy el más resuelto enemigo de la literatura»- es insostenible y él mismo desarrolla en su artículo que se refiere al feminismo de tipo radical, no al feminismo en general. Sin embargo, tan arbitraria llamada de atención, solo le va bien a una sensacionalista edición de contenidos, mas nunca a la precisión semántica.
Mi impresión es que la presencia de individuos enfermos dentro de organizaciones que divulguen determinada doctrina o ideología no puede deslegitimar, por completo, a toda una propuesta de pensamiento.
Por lo tanto, no cabe desestimar al feminismo por las acciones de una facción fanática dentro de sí. Sería absurdo, por ejemplo, deslegitimar al cristianismo porque hubo el Santo Oficio, o al Islam por las acciones de los talibanes, etc.
Además, la ceguera ideológica de MVLL es insoportable. Si siguiéramos su lógica antifeminista deberíamos responder negativamente a preguntas como las siguientes: ¿Acaso el liberalismo – que el mismo propone como panacea, por defecto – no tiene en sus filas, a personajillos – de ínfima categoría – que son más resueltamente fascistas y negados para el pensamiento que cualquier fanático? ¿Acaso por eso el liberalismo es una lacra aberrante y enemiga de la justicia y la razón en el mundo?
La literatura no va a extinguirse porque haya un excesivo celo “moralista” por parte de los adeptos al feminismo en la patética versión que describe el Nobel peruano sino porque dejen de escribirse las grandes obras que están pendientes desde hace ya demasiadas décadas. Estas grandes obras no necesitaron ser best sellers ni sus autores tuvieron la urgencia de ingresar al jet set, aunque eso no le va mal a nadie siempre y cuando se esté a la altura, etc., sino que contra viento y marea se escribieron, se propalaron y prevalecieron y ahora pueden descargarse gratuitamente desde miles de portales de internet sin necesidad de acumular libro sobre libro en estantes que ahora caben en la palma de la mano.
El verdadero enemigo de la literatura en el mundo actual no es ni siquiera la contraposición brindada por la hegemonía de la imagen sobre el texto escrito sino la pérdida de los grandes relatos y la necesidad de explicarlo todo o de inventarlo todo de nuevo.
El único enemigo de la literatura actual es la proliferación excesiva de textos desprovistos de vida y rigor y, quizás, la banalidad y falsedad de las argollas mediáticas, aunque estas son parte de la historia literaria de toda la vida.
El tremendismo de creer que la literatura tiene un enemigo en el enfermizo espíritu de unas cuantas feministas radicales es otra forma de riesgo que asume el espíritu siempre inquieto del viejo escribidor, quien pese a ser objeto de críticas fundadas, siempre deberá ser reconocido por un inconformismo teórico a ultranza, que si bien ha cesado en las últimas décadas, aún se resiste a desaparecer.
Creer que la literatura corre el riesgo de desaparecer debido a una censura feministoide es no haber entendido bien las posibilidades que esta tiene ahora mismo para llegar a más personas a través del ciberespacio.
De hecho, parece que para MVLL, la literatura que no exhiba un sello editorial y un soporte físico impreso no existe. Lo que nos da una muestra terrible de lo desfasado que está.
Finalmente, hay algo mucho más importante que se ha dejado de lado. La buena literatura siempre se ha abierto camino y si hay censura, simplemente, se le sacará la vuelta y punto. Sade es un buen ejemplo de ello, entre otros.
Last but not least: el internet y los pdfs gratuitos impiden e impedirán que no se reproduzca cualquier manifestación literaria o artística. Para ello, basta y bastará publicitar y descargar lo que corresponda y asunto cerrado: ¡ Adiós, censura !