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Literatura con dibujitos

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Daniel Clowes – Wilson

La historieta: literatura con dibujitos. No son pocos quienes rehúyen o postergan eternamente su encuentro con el lenguaje de la historieta por considerarlo árido e intelectualmente inofensivo, comparado con la literatura. Afortunadamente, la industria editorial especializada en nada se ve afectada por estos prejuicios que insisten como saetas y se parten como astillas en el caparazón de una cultura que ya ha comenzado a afianzarse en las preferencias de la lectoría general. Sin embargo, a esos dinosaurios de la forma siempre cabe recordarles que historieta y literatura son dos lenguajes distintos y autónomos, cada cual con sus requisitos y convenciones, y que utilizar la vara de uno para medir al otro resulta necio e impertinente.

Valga entonces la ocasión para reincidir en uno de aquellos tópicos que, si bien en muchos contextos ya se considera una cháchara bizantina, aún tiene plena y lamentable vigencia en el alicaído entorno doméstico: ¿Cuáles son las principales diferencias entre historieta y literatura?

 

Un carril de doble vía

En literatura, todo es palabra escrita. Incluso la frase más sencilla se elabora enhebrando secuencias de grafemas dispuestos de una u otra forma, con la finalidad de aludir a un significado. Que algunos lo hacen con más oficio que otros, de eso qué duda cabe. Pero, a la larga, la literatura tiene a la palabra como su materia prima. ¿Que existen los caligramas de Eielson y Apollinaire? Cierto, pero estos no dejan de apelar al texto, no son otro que hermosas esculturas concebidas para ser leídas. ¿Qué existe la poesía visual? Sí, aunque esta está más a medio camino entre pintura y literatura, y si asoma las narices dentro del cerco de la historieta es más por casualidad, o por mero ejercicio de conceptualización. Y así por el estilo.

La historieta funciona de modo distinto. En ella, el contenido literario (palabra escrita) se complementa con el gráfico (imagen), dando lugar a infinitas posibilidades de efectos y combinaciones. Aún es frecuente encontrar a lectores que creen que en la historieta la imagen tiene como función ilustrar lo descrito en el texto: la culpa de ello la tienen los malos historietistas, y nadie más. Porque en la historieta, si bien es lícito -y común- que ambos mensajes incidan en lo mismo, hacerlo hasta llegar a la coincidencia exacta equivale a un pésimo empleo de los recursos disponibles. Lo saludable es que exista entre ambos una relación de aclaración o contradicción, pero jamás de redundancia.

 

La economía de la palabra

La literatura, por lo general, utiliza la palabra escrita para generar atmósferas o situaciones, y esto se consigue por medio de una adecuada profusión en el lenguaje. Vale decir, el escritor no escatima en descripciones, diálogos o situaciones, pues es acaso la palabra su único instrumento de persuasión, el detonante de la imaginación del lector. Aliteraciones, hipérboles, circunloquios y demás figuras son las armas de la literatura, los elementos que, bien dispuestos, definen un estilo y producen el efecto deseado.

La historieta, o mejor dicho, la dimensión literaria de la historieta (cuadros de texto, globos de diálogo, etc.) se ve circunscrita a un espacio físico limitado, que debe compartir con la imagen para seguir siendo historieta. Por ende, la profusión lingüística, si bien es permisible, no debería ser costumbre en la narrativa gráfica. El guionista de historietas debe dosificar la información textual hasta condensarla en un párrafo preciso pero de significado parcial, el cual se complementará luego con la imagen para producir una unidad narrativa concisa y coherente: la viñeta.

 

Mostrar, no decir

Debido a la naturaleza ambivalente de la historieta, y dado que en ella el espacio resulta vital (en la historieta, espacio=tiempo) esta es incapaz de permitirse disertaciones demasiado largas o, mejor dicho, períodos de inacción prolongados. Esto no quiere decir, claro, que la narrativa gráfica sea de por sí un medio de pura acción y nada de reflexión: por el contrario, la historieta bien puede servirse del significado más profundo de la palabra, o exhortar al lector a la contemplación de una sola imagen: esto dependerá del tamaño y disposición de cada viñeta, de la composición de página y, sobre todo, de la cultura del lector. No obstante, la historieta es un medio eminentemente narrativo, que tiende a reducir el tiempo muerto y apelar a la función lírica de la imagen por sobre aquella de la palabra.

 

El tiempo que se lee

En la literatura el tiempo, si bien es una construcción imaginaria, es también un flujo constante. Ya sea que los hechos narrados transcurran a lo largo de un día o de varios años, el lector conserva en todo momento la sensación de que la voz del escritor está viva, y que las palabras leídas (incluso mentalmente) tienen una duración: terminan para que otras puedan comenzar. Dicho de otro modo: la palabra, o mejor dicho, la palabra pronunciada, tiene una naturaleza efímera.

El comportamiento de la imagen es distinto: su duración es bastante más subjetiva y varía marcadamente de acuerdo al observador, a su concentración o su capacidad reflexiva. Haga usted la prueba: lea la palabra “incendio.” ¿Cuánto tiempo le tomó? Seguramente el mismo que le tomaría a cientos de personas como usted. Ahora observe la fotografía de un incendio. Lo más probable es que los tiempos varíen dramáticamente.

En la historieta, entonces, se encuentran por lo general ambas condiciones: lo efímero de la palabra, y la duración subjetiva de la imagen. De ahí la hermosa experiencia de leer una historieta.

 

Lo que se dice, y la forma de decirlo

Las convenciones de la historieta son ya de lectura instintiva, y las onomatopeyas y los globos de diálogo han adquirido de un tiempo a esta parte personalidad propia, hasta el punto de ser identificables por hablantes de cualquier idioma, se encuentren o no integrados en una viñeta. Estos son los códigos propios de un lenguaje distinto, estructurado en base a signos y símbolos particulares, y que es capaz de generar emociones exclusivas, sin traducción en otros medios.

Composición de página, cuadros de texto, líneas cinéticas, todo es parte de un universo que dista de la literatura, a pesar de tener evidentes puntos de intersección. La historieta es expresión gráfica y contenido literario, todo unido en una amalgama armónica que no es únicamente la suma de sus partes, sino un escenario diferente, una nueva manera de decir las cosas.

Interesémonos, investiguemos y arriesguémonos. Estoy seguro que la experiencia será enriquecedora.

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