Basta con darse una vuelta por los distritos de Los Olivos, Independencia, San Martín de Porres o Carabayllo para constatar, en primera persona, la proliferación de cantinas, discotecas, hostales o el comercio ambulatorio. Eso cuenta para tener una visión sin sesgos de cómo se ha ido transformando el paisaje de esos distritos con la inmigración extranjera desde el año 2019 hasta la actualidad. El panorama, ya lo adelantamos, es de terror.
El reciente intento de secuestro de una mujer empresaria a manos de delincuentes venezolanos es solamente una gota en un vaso a punto de rebalsar. Día a día, la inseguridad en las calles de Lima Norte es claramente perceptible para cualquiera. Ya muchos vecinos, cansados de que las autoridades no hagan nada al respecto, prácticamente han bajado los brazos y han optado a guardar silencio debido a las posibles represalias de los malhechores que han elegido la zona norte de la capital como el punto neurálgico de sus ilícitas actividades.
Y la ruta de los inmigrantes resulta bien conocida por propios y extraños. Hagamos un brevísimo repaso. La frontera norte del Perú, así se quiera negar, es una coladera que por un par de soles o empleando rutas clandestinas un extranjero puede pasar sin mayores complicaciones. El viaje se extiende atravesando la carretera norte del país hasta llegar a Lima, donde alberga a la gran mayoría de extranjeros, muchos de ellos indocumentados.
Para ser más precisos el destino final es el terminal de buses de Independencia; ya ahí los reciben los compatriotas del recién llegado, ofreciéndoles un lugar donde dormir por unos días. La periferia de esa terminal puede llegar a abarcar los distritos de Los Olivos o Comas, zonas donde se contabiliza una gran masa inmigrante. Otros destinos pueden ser los distritos de San Juan de Lurigancho o Villa el Salvador, sin embargo, Lima Norte les ofrece cercanía con sus paisanos y mayores oportunidades, para los que están acostumbrados a la mala vida, a seguir delinquiendo.
Meretricio, extorsión, secuestros, robos a mano armada ¡a plena luz del día!, son las ‘actividades’ más recurrentes de esos malos ciudadanos que en su mayoría resultan ser de nacionalidad venezolana, según data recabada por la propia Policía Nacional del Perú (PNP), que por cierto viene redoblando sus esfuerzos en desbaratar a la inmensa cantidad de bandas criminales que vienen operando en esas zonas de Lima, empero, eso no termina de cerrar el círculo de la desactivación criminal si aún existen fiscales que dejen libres a los facinerosos.
Ocultar estas verdades o trastocarlas para entregar al lector un titular ‘más amigable’ sería continuar con la comparsa de la permisibilidad que se le viene dando desde otras tribunas. El problema es visible para todos y sus consecuencias repercuten en los miles de vecinos de esos distritos afectados que salen temerosos de sus casas o negocios aguardando lo peor.