El 18 de Enero es un día complicado en la historia de Lima. Tal es así que no pocos se preguntan si hay algo que celebrar en esta fecha habida cuenta que el centralismo capitalino es uno de los más grandes lastres que padece el país desde el punto de vista de la administración pública y la política. Además, otros tantos contraponen a la fundación española de Lima, el nacimiento de José María Arguedas, como si fuesen dos realidades inconciliables.
Se enfrentan, así, dos formas de entender el Perú que no son edificantes ni concluyentes y se dejan de lado muchas cosas. Se olvida, por ejemplo, que, un día como hoy, pero en 1883, Lima estaba bajo el poder execrable de los invasores chilenos debido a una traición de Piérola que evitó la arremetida de Cáceres sobre la turba sureña alcoholizada luego del incendio de Chorrillos.
Se olvida, también, a los héroes de la resistencia de Miraflores. Se olvidan los vicios de Lima y la gran crítica que formula en su contra Thorndike en “El Año de la Barbarie”, a caballo entre el burdel y el convento, el sahumerio y la cocaína, etc.
Se olvida como Lima ha encumbrado y aun encumbra a los grandes negocios al margen de la ley y las grandes mecidas de los más grandes corruptos y, al mismo tiempo, destruye a sus poetas más notables y los sepulta como si fueran cualquier desperdicio en una secuencia ininterrumpida que va desde Martín Adán hasta Carlos Oliva.
En lo particular, cada uno de estos temas da mucho que pensar, pero debo señalar algunos elementos de crítica respecto de Arguedas y el aniversario de su nacimiento.
Evidentemente, el desarrollo de este problema requiere una cierta extensión que no voy a realizar ahora, pero sí puedo adelantar que se ha sobredimensionado a Arguedas por puro utilitarismo político.
A Ciro Alegría, en cambio, se le ha soslayado siguiendo la misma pauta de valoración política antes que literaria, aunque con un resultado inverso. He allí un equívoco y una injusticia. Además, una canallada.
Sin duda, Arguedas es un escritor más o menos importante en la tradición narrativa peruana (siempre muy alicaída en líneas generales), pero no es por eso que se le celebra sino por una cierta idea de peruanidad que no se puede compartir salvo que se asuma la derrota como un factor definitivo. Él mismo no puede ser un modelo de lo que debe ser un peruano. Sensible, sí, pero débil. Patriota, sí, pero con la vista puesta demasiado abajo y en el pasado. Tenía fe en cambiar el mundo, pero escogió una opción inviable para todo aquel que sea un genuino amante de la libertad.
Amaba al país, o a cierta idea de país, pero desestimaba la completud del mismo. En este punto, se debe oponer a Chocano, cuya visión integradora otorga más bríos a la identidad nacional. Pero, claro, los enclenques (como los vocingleros de las redes que no aguantan un round en ninguna parte ni pueden escribir un artículo de oposición salvo ligeras proposiciones pseudoinsultativas) son legión en el Perú y no pueden enaltecer a un individuo fuerte y de carácter por lo que deben recurrir perennemente a alguien más dolido y digno de conmiseración.
Alegría, por otro lado, es mucho más valioso que Arguedas no solo por la calidad poética de su prosa* sino que fue, tanto en el nivel de las obras como en lo personal, un tipo mucho más entero cuya obra sí debería ser puesta en primer plano en el imaginario colectivo puesto que es mucho más edificante ya que presenta una forma de vida mestiza menos triste y vencida que la arguediana, pero su tendencia política, acaso más escéptica y lúcida, provoca resquemores y se hace imperdonable. También, se enumera en su contra que haya sido aprista pese a que dejó ese partido en 1948, cuando ya no se podía hacer mucho por él.
Me sorprende, solo en este sentido, la ceguera de la intelligentzia nacional que no ha hecho de un libro como “El Mundo es Ancho y Ajeno”, ¡vaya título sublevante!, una carta de indignación fundamental entre otras cosas.
Respecto del 489 aniversario de Lima solo cabe apuntar que no existe ninguna necesidad más primordial que restarle hegemonía a la capital para que la descentralización sea una posibilidad concreta y no el embuste que es en gran parte en la actualidad y para que la democracia sea al fin una realidad.
El Perú debe dejar de identificarse con Lima pues hasta ahora lo que se enaltece en una fecha como esta es un pasado totalmente inexistente y no las múltiples variaciones de una Lima que dejó de ser “limeña” cuando el desborde popular y la irrupción de las barriadas en el mapa de la tres veces coronada Ciudad de los Reyes.
Claro está que este último propósito deberá ser realizado por políticos genuinamente pensantes y no por los vacuos exponentes del gobierno presente como López Aliaga y todos sus adláteres.
*”El nombre del perro se entendía, pues era más gris que Wanka, ¿pero el de ésta? Sin embargo, nadie preguntó al Simón la razón de ese apelativo. Él mismo, tal vez, la ignoraba. Wanka fue una aguerrida tribu del tiempo incaico. LA PALABRA, ACASO, LE BROTÓ DEL PECHO COMO BROTA UNA ESTRELLA DE LA SOMBRA. “Wanka”, dijo con el acento que habría podido emplear para decir: “He allí un bravo destino”. Y no hay que extrañarse de que fuera así, tratándose de un perro».
Ciro Alegría. Los Perros Hambrientos (II Historias de perros).