De acuerdo a mis investigaciones sobre libertad y globalización, nos encontramos viviendo una época atípica de la Historia: la tecnología nos aliena mediante la imposición de nuevos comportamientos sobre la base de vejámenes sociales que atrofian la mente del individuo, por ejemplo el homosexualismo y la pederastia.
Este escenario se origina por intermedio de una estrategia electrónica mundial, a través de la cual se atenta contra el desarrollo personal del ser humano, mediante una permanente acción de alienación y humillación diaria.
Tal como lo han argumentado Sartre, Mounier y, en tiempos recientes, Humberto Pinedo –a base del análisis de mi obra– la penetración de las ondas hertzianas, empleando la radio y la televisión, degrada el psique colectivo y lo deshumaniza, cosificando a la sociedad para llevarla mediante el electroshock social a una condición atípica sin valores éticos.
Todo indica que estamos a disposición de la cibernética, donde el sentimiento es un estorbo y ya es evidente la batalla científica para manipular nuestras mentes y controlar nuestras voluntades por medios ilícitos, lo cual es una forma de terrorismo, que en términos legales se configura en un gravísimo delito de lesa humanidad.
La siniestra conjunción que corrompe tanto a un individuo por determinados campos electromagnéticos, trastorna implacablemente la realidad y su desarrollo sociohistórico. Se somete la materia tangible e intangible. Esta doblegación generalizada ha pervertido y pervierte la evolución del hombre, siendo inminente la disminución de la esperanza de vida.
Lo esencial es tender puentes sobre la base de la comprensión cultural de libertad del ser humano, no sólo en el campo individual o político-social, sino incluso frente a la dominación de las ondas electromagnéticas, que intentan anular y enajenar la libertad humana con respecto al desarrollo consciente y corporal del hombre.
Todo esto nos debería generar indignación sociopolítica y conducirnos más que a una simple reflexión sobre cómo plasmar la auténtica libertad y desarrollo consciente de la persona frente a estos mecanismos que intentan corromper su esencia individual y colectiva. En la coyuntura actual de un país flagelado por la pandemia de coronavirus y de la corrupción en todos los poderes del Estado, es urgente seguir desarrollando una teoría y praxis frente a la “alienación global” como defendería el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Nils Melzer.
El pasado veintiséis de junio en el Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura, el relator contra la tortura subrayó la importancia de la vigilancia: «Los gobiernos deben respetar la prohibición de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes en todo momento, incluso durante los estados de emergencia instaurados basados en la pandemia de COVID-19. Las medidas de protección, incluidos los confinamientos y los toques de queda, no pueden justificar en ningún caso el uso excesivo de la fuerza y la coacción; todas las denuncias de tortura o malos tratos deben ser investigadas a fondo».
(*) Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director del sello independiente Río Negro.