Opinión

Ley de Acceso Universal al Agua, entre el relato y el dato

Lee la columna de Hans Herrera Núñez

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La mañana de hoy el congresista Alejandro Cavero, en conversación con periodistas de las regiones amazónicas nos recordó con orgullo una ley que él mismo presidió y está por reglamentarse ahorita, la famosa Ley de Acceso Universal al agua. Y adivinen qué, más subsidios que pagaremos todos en nuestros próximos recibos. No obstante, la narrativa que se ofrece, el dato es más interesante.

El relato

«El año pasado antes de ser yo vicepresidente del congreso» se refirió Cavero hoy en la mañana, «fui presidente de la comisión de descentralización y sacamos una ley importante que está en pleno proceso de implementación, que fue la ley de acceso a agua potable, porque va cambiar la forma en que se ha llevado el agua y saneamiento en nuestro país».

Luego nos recordó como aquel cuñado que te recuerda que le debes un favor, que mientras los que no están conectados a agua pagan 25 soles el metro cúbico, los que sí están conectados a la red solo pagan 3 soles por metro cubico. «Pero en zonas más apartadas del país hay que implementar mecanismos no convencionales para llevar el agua, por ejemplo, llevar piletas públicas, camiones cisternas. Y todo esto requiere de cursos», refirió.

Ahora bien, si uno escucha rápido y desatento como que uno mismo se autoengaña. Porque solo un momento antes nos refiere el congresista que a través de esta ley “se va cambiar la forma en que se ha llevado el agua y saneamiento en el país”. ¿Cambiar a través de piletas públicas como las que se usaban en tiempos de Sócrates? ¿Cambiar con camiones cisternas que en mis tiempos se llamaban aguateros y que eran el medio de suministro para los pueblos jóvenes?

Pero continuemos.

«La ley», continúa Cavero, «busca cubrir está brecha de 3.5 millones de peruanos sin agua, es decir, llevar los mecanismos no convencionales a través de la creación de un fideicomiso que va ser financiado mediante un subsidio cruzado». En ese momento cuando dijo subsidio mi bolsillo sintió pavor. «Todas las personas que tenemos conexión en el país vamos a financiar a los que no tienen conexión para terminar de cerrar la brecha. Cuánto nos va costar, entre 1.5 y 2.5 soles».

Ya sé, parece poco pero de poco en poco mucho. Y en algunos hogares privilegiados con agua en sus casas (estoy siendo irónico), 1 o dos soles al mes si pueden llegar a doler sobre todo en un contexto de economía estancada.

Pero continuemos con el congresista. «Este fondo va tener que ir en paralelo a como mejoramos la gestión de las empresas públicas. El reglamento de esta norma está en implementación de parte del ministerio de vivienda. Estimamos en cuatro años poder cerrar esta brecha».

Y aquí en esto último fue cuando me acechó la duda. ¿En 4 años cerrar la brecha de 3.5 millones de peruanos?

Está bien que cada congresista lleve el agua para su molino, pero aquí en el lenguaje marketero que son los relatos hay que ver el detalle. Esto de “cambiar” y “cerrar la brecha” hay que verlo despacito.

El Dato

Cómo decía mi mamá, cuando un político te habla pregúntale a un experto.

Conversamos con una de las principales expertas en temas de agua y saneamiento en Perú, Milagros Cadillo la Torre y me aclaró muchas dudas. Mejor dicho me tradujo el relato al dato.

Lo primero que me aclaró rápidamente Milagros fue lo siguiente: «Es necesario diferenciar “acceso” de “servicio”, son cosas muy diferentes. El acceso es que se le brinde a la población la posibilidad de tener agua segura a través de mecanismos no convencionales tales como camiones cisterna o piletas públicas por mencionar algunos. Mientras el servicio es que dispongan de agua potable las 24 horas del día, los 7 días de las semanas, al estar conectados a la red pública”.

Por otra parte, la experta en agua aclaró.

«Debemos partir de una dura realidad, si bien queremos servicio de agua para todos, por diversos factores ello no se va a poder dar en el corto plazo, el servicio para todos tomará tiempo, es duro pero cierto, más aun tomando en cuenta con el acelerado crecimiento de la población. El proceso que toma desde que una comunidad o ciudad solicita el servicio de agua y logra tener el servicio de agua toma en promedio de unos 7 a 10 años. Y esto en condiciones en que el proyecto no se caiga en el camino. El proceso incluye la contratación y elaboración del perfil de proyecto, estudio de factibilidad, expediente técnico; todos estos procesos toman tiempo.  Y claro, rezar para que haya presupuesto cuando se llegue a la etapa final para la programación de la inversión y ejecución de obra».

Como bien aclara Milagros solucionar la brecha es algo mucho más complicado. Pero el camino no acaba allí. «A todo este proceso señalado se suma que, en ocasiones, como el tiempo va pasando, los estudios y expediente técnicos ya quedan desfasados, e implica actualizarlos… porque la realidad es dinámica, porque las zonas urbanas van creciendo puesto que no son algo estático, están en constante cambio y transformación.  Gran parte del problema es el desorden de cómo crecemos como ciudades y comunidades, no tenemos una planificación, primero llega la población y luego el servicio. Y así entre procesos, programación de presupuestos, cambios, crecimiento desordenado y actualizaciones va pasando el tiempo … de 7 a 10 años y en ocasiones no ocurren muchos cambios».

En el presente caso, la Ley de acceso universal a agua no soluciona el problema en sí, ayuda pero no es la respuesta definitiva. Y es que en cuatro años solo se podrá con la implementación de la actual ley brindar el acceso. De manera que lo que saco en conclusión entre lo mencionado hoy por el congresista y la aclaración técnica de la experta, mi personal entendimiento como ciudadano es que estamos ante una respuesta provisional. O si se quiere en términos del amauta José Antonio Russo Delgado, ante la institucionalización de lo provisional como solución permanente. Espero que esto último no sea así, pero eso es un deseo y de allí al hecho hace falta mucho trecho.

Pero como dice Milagros:

«Si me dicen que de aquí al año 2035 todos los peruanos tendremos servicio de agua, yo también lo dudaría. Por tanto, trabajar en el acceso al agua segura es una alternativa complementaria temporal en tanto se realizan mayores esfuerzos hacia un servicio para todos».

¿Cuáles serán esos mayores esfuerzos? eso está por verse.

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