Cultura

Leticia, la ciudad de moda

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Por Jorge Linares

Hace miles de años este territorio que se conoce hoy como el “Trapecio Amazónico” estaba poblado por familias bien asentadas, Arawak Maipuren, Bora Huitoto, Peba Yagua y Tikuna; luego, los estudios de los destacados antropólogos asentados en Colombia, Hildebrand y Reichel (1978), demostraron que los nativos que se sumaron a habitar estas zonas en el siglo V, fueron, los Caumare, Cahuachi, Mayoruna, Omagua, Yurimagua, Ibanoma y Aizuar. En el siglo XVI el español Francisco de Orellana mantiene el primer contacto con los Omaguas en la Amazonía, según las Crónicas de Carvajal, dando paso después al proceso de cristianización a los originarios a través de las reducciones, incursionando la Iglesia por toda esta zona a través de los jesuitas, franciscanos y agustinos hasta la actualidad; en ese proceso, en el siglo XVIII, se vinieron constituyendo una serie de asentamientos ante la presencia de los lusos en territorio de la corona española y se empezaron a demarcar los límites a partir del Tratado de Madrid, y así se fundaron los pueblos más alejados de las respectivas coronas sobre el Amazonas: Nuestra Señora de Loreto de Ticunas (1760) por el jesuita Joaquín Hedel, y por el lado portugués, sesenta kilómetros más abajo, el fuerte Tabatinga (1767).

Asimismo, hacen su recorrido expedicionarios e investigadores como Samuel Fritz, Charles La Condamine, Francisco Requena, Paul Marcoy, Antonio Raymondi hasta la primera expedición hidrográfica, al mando del almirante Tucker, quien tenía dentro de su tripulación al ingeniero Manuel Charón, el gran responsable de cambiar el nombre de “Fuerte Mariscal Ramón Castilla” por “Leticia”, en honor a la dama iquiteña Leticia Smith, de quien se había quedado enamorado; es importante mencionar que inicialmente este poblado llevaba el nombre de San Antonio. En todo este proceso de evolución, el año 1928 se firma el Tratado Salomón-Lozano, y al siguiente año Leticia pasa a formar parte Colombia; el año 1932 Leticia es tomada por militares peruanos y luego es devuelta el año 1933.

Este episodio bélico valió para que dos personas fascinantes de la literatura universal, dos Nobel sudamericanos, aborden este incidente que quedó registrado en la novela “Las Cartas del Boom”; la iniciativa fue de Gabriel García Márquez, quien propuso a Mario Vargas Llosa escribir la novela “A Cuatro Manos” sobre Leticia; cada uno iba abordar por su lado, tanto el colombiano y el peruano, pero finalmente el proyecto se desvaneció y se convirtió en una novela no escrita; es preciso manifestar que iba a ser un gran clásico de la literatura porque se iba a exponer en vitrina a las ciudades de Iquitos y Leticia que estaban estrechamente vinculadas, pero más allá de ese hecho, se considera que uno de los propósitos de escribir esta obra literaria, era narrar irónicamente la probabilidad de cómo los presidentes Sánchez Cerro y Olaya Herrera, trazan una guerra para ambos arraigarse en el poder, dando crédito a la frase del piloto de la Luftwaffe, Erich Hartmann “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”.

Nada distante de la realidad, hasta hace poco tiempo Dina Boluarte y Gustavo Petro, decidieron retirar sus plenipotenciarios de cada capital; no obstante, muchas decisiones desacertadas se toman en Lima y Bogotá sobre las zonas de frontera, sin saber, que hay un lazo de unión y cooperación entre peruanos, colombianos y brasileros. A pesar de estar relegados, la comunicación es en portugués, castellano y lenguas originarias, la red comercial de intercambio goza de un crecimiento intenso e impresionante. Esta unidad siempre es fortalecida con los eventos propiciados en cada urbe, distinguiéndose la ciudad colombiana con la “Confraternidad Amazónica”, que es un espacio donde la cultura, el arte, la música, el deporte y toda actividad creativa nos cohesiona y vincula como amazónicos, a diferencia de la política o de los pensamientos nacionalistas enraizados en el chauvinismo, reafirmando así, sin ninguna duda, que las fronteras son líneas imaginarias impuestas desde el tiempo de la Colonia.

Uno de los lugares indiscutibles que Gabo hubiese elegido caminar, tendría que haber sido el Cementerio Jardín de los Recuerdos, independientemente de su importancia sacrosanta; allí se guarda la memoria de la ciudad, ahí reposan los primeros pobladores que se asentaron en Leticia y conserva valiosa información para recopilar; otros lugares, serían el imponente Museo y Biblioteca del Banco de la República; asimismo, el Mercado Tour de las Octavas para escuchar los relatos orales de los pobladores, ingresar a la Catedral de Nuestra Señora de la Paz y subir a su mirador con una vista impresionante del Parque Santander, entre otros lugares maravillosos de la ciudad.

La seguridad de sus calles hace que el desplazamiento de los turistas sea más confiable y puedan refrescarse con unas bebidas frías en Kawana o Vicpal y disfrutar de una buen caldo de costilla en el Viejo Tolima, o una bandeja paisa en la balsa El Pirarucú, donde se pone en valor la yuca en diferentes presentaciones. El buen momento económico del sol con el peso hace que las tiendas comerciales, perfumerías, billuterías, sean puntos imperdibles de visita por nuestros compatriotas atiborrando los Almacenes Jumer, Top Brands, Gloria y toda la shop zone colombiana.

Lo que nos llama la atención, es la cultura turística de los pobladores y sobre todo la preparación del “speech” de los guías turísticos, quienes nos ilustran acerca de la migración de las aves que se avizoran en la copa de los árboles del Parque Santander, el manejo de la medicina amazónica en el Parque Ecológico Mundo Amazónico, lo bien conservado de los bosques y bungalows de la reserva natural Tanimboca, la explicación didáctica y entendible del Tratado de San Ildefonso y su repercusión en este territorio; y, también, el gran trabajo de orientación vocacional en niños que van fortaleciendo su cultura e identidad en CAFAMAZ.

El año pasado, esta ciudad fue escenario de convenciones y reuniones nacionales e internacionales, destacando las binacionales peruano-colombianas entre el sector público y privado, de antropología, y una cumbre entre los presidentes de Brasil, Lula Da Silva y de Colombia Gustavo Petro, quien prometió programas de desarrollo para la Amazonía y le dio tiempo para recitar un extracto del poema de La Vorágine de José Eustasio Rivera, que este año cumple cien años de su edición.

En la actualidad, Leticia es una ciudad opulenta, su joven y dinámico alcalde, Elquin Uni, ha empezado un irreversible proceso de cambio en el lugar, viene generando un plan de desarrollo en base a una economía naranja, que tiene reverberaciones en los lugareños y empresarios del sector turístico que desean fortalecer el corredor turístico entre Leticia e Iquitos. Hace poco tiempo participó del Primer MercaIquitos en isla Santa Rosa y manifestó sinceramente que busca unir fronteras, ya que su ciudad viene recibiendo un promedio de 100 mil turistas al año que beneficia directamente a isla Santa Rosa y Tabatinga. El contraste de la antípoda de la frontera es evidente, resalta ante nuestros ojos la modernidad y el atraso entre el lado colombiano y el peruano; ante esta realidad, el burgomaestre Uni, es consciente que el turismo es una herramienta de cambio y desarrollo para toda esta zona e invitó al alcalde del centro poblado Isla Santa Rosa, Yván Yovera, para unir esfuerzos, mejorar los recursos turísticos para incrementar el flujo de turistas, siendo conscientes que hay mucho por hacer en el trifinio amazónico.

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