Yo estaba en el bar, lo miré al pasar. Pidió un té y una aspirina y observó el vértigo horizontal de esta Lima parturienta de los años noventa. Leonardo Favio había llegado para un espectáculo olvidable. Y aproveché para buscarlo y le hice la entrevista aunque él andaba resfriado ahí en el recordado hotel Crillón de La Colmena. He cometido el peor pecado, nunca fui feliz, dijo, y preguntó a cuántos pesos estaba un dólar. No jodas viejo, no comiences, respondió Yaco Monti, otro argentino, legendario, aquel de “Vanidad” y que ahora se luce con los párpados en huelga y que junto a su hijo Facundo, ponían fin sin contemplaciones a sendas hamburguesas al puro estilo Crillón.
–Oiga, y a usted desde cuándo lo matan las mujeres –lo interrogué a Favio aferrado a mi Faber Castell 031.
–Nunca viejo. Mirá, hace 23 años que vivo con Carola. ¿Sabés cómo es Carola? Un ángel. Y no me casé jamás. Yo la conocí cuando ella tenía 16 años. Era como mi hija. Ahora tenemos dos nenes: María Salomé y Nicolás. Qué querés que te diga, ¿las mujeres? Y, todas son tan distintas, no sé.
En cierta época, una voz desgarrada, un corcel agitado, un látigo en el corazón, puso al mundo de cabeza. Era Favio, un cantor singular, rasgando las frases del amor, quebrando las extremidades del cariño, arañando la lógica de la ternura. Temas como O quizá simplemente te regale una rosa (el nombre más raro en la historia de la música popular), Ella ya me olvidó o Fuiste mía un verano, de eso hablamos. Así lo imaginamos, un tipo duro, y verdad, uno se equivoca. Hace un tiempo le habíamos perdido la pista, pero el tipo es normal; habla como los humanos con deudas y ama a Borges y Maradona como era de esperarse. Los peruanos, la mayoría, solo lo conocían de cantante. Pero no, Favio tiene otra historia, aquella de cineasta a lo gaucho, como el corralero de la esquina rosada.
Y porque nunca concedió, hoy posee una filmografía de original sello *. Pocos la conocen, explica con un tufillo amargado, pero yo hago cine desde hace 30 años. Y cuentaba que en julio arrancaba su obra mayor, una película en base a la vida de José María Gatica, “El Mono”, un boxeador de antología, un hombre que fue ídolo, amasó fortuna, lujos y mujeres; el típico porteño elegante y parlanchín hasta que le vino la mala, se perdió en el laberinto de la noche y murió en la miseria.
Mi cine siempre fue testimonial, por eso con ‘El Mono’ se sintetiza toda una época de la vida argentina, toda una buena parte de la suerte de un pueblo y que va desde el 46 hasta el 55.
–Perón, ¿no es verdad?
–Sí, Perón, viejo. Porque con el peronismo, las masas se organizan y el pueblo va construyendo su destino. Esos fueron años en los que mi país gozó de bienestar popular. Las ciudades se modernizan, el campo se tecnifica, se acaba el latifundio. Bueno, pues, quién mejor que “Gatica, el Mono” para retratar en torno a él, la imagen de un símbolo de aquellos tiempos. Es verdad, soy peronista, pero la película también encierra una autocrítica. El guión lo escribimos con mi hermano Zuhair con el que hice toda mi carrera de cineasta. ¿Vos viste alguna película mía?
-Sí, Crónica de un niño solo, pero la vi en un cine club, casi solo, apenas con una chata de ron- le contesté.
-Y bueno, es que los militares siempre me jodieron la vida. Yo estoy identificado por la mayoría en Argentina como un boludo con cierto talento, que canta con tristeza de cornudo para ganarse unos “mangos”.
2.
Y no es un advenedizo. El aprendizaje cinematográfico viene de su gran maestro Torre Nilsson, de ver cine de Fellini, de Bergman, pero muy especialmente la influencia de Robert Bresson. Vaya influencia. Y es cineasta de culto pero no es popular. Es mítico sin público.
Y Favio, que en realidad se llama Fuad Jorge Jurry y es hijo de inmigrantes árabes y nació en Mendoza, como que agarra bronca, pide otro té con aspirina y ahora habla que nunca cantó tango porque eso no es lo suyo y que salió de su patria porque los militares de Videla lo querían matar y se comió el exilio hasta el 83, viviendo a salto de mata, por Colombia, México y Estambul.
Y que ahora tiene un apoderado que se la lleva toda y se llama Armando Cancelo y no cancela nada y que estos años ahorró unos dólares porque Dios dice que es bueno con él, y de lo único que es dueño es de su vida, y que no quiere ser diputado porque para eso hay que preparase, tener conocimiento administrativo y saber dirigir una casa, y cómo va a ser diputado si él no supo dirigir la casa suya.
Cuando murió Favio el 5 de noviembre del 2012 le escribieron que su cines estaba marcado por su profunda militancia peronista, que cristaliza sobre todo en “Perón, sinfonía del sentimiento”, de 1999, un documental de seis horas de duración que nunca se estrenó comercialmente. Pese a su trayectoria en el cine, Favio estaba seguro de que solo sería recordado a nivel popular como cantante. Y así lo dijo: “Cuando me muera, en América Latina, la gente va a decir: Se murió el que cantaba ‘Simplemente una rosa’. ‘Murió el cineasta Leonardo Favio’ sólo se va a decir en la Argentina y en algunas páginas de publicaciones culturales del mundo”.
3.
Y le cuento que Fuiste mía un verano grabado para el sello CBS Buenos Aires, en Lima fue un éxito generacional. Y él cuenta que eso fue en 1968 y resultó algo fortuito ya que solo cantaba con su guitarra para la familia. Cuando le prepusieron grabar Quiero la Libertad, fue un gran fracaso. La productora entonces le aconsejó grabar O quizás simplemente le regale una rosa; que así se llamaba su primer álbum, también titulado Fuiste mía un verano (1968). El disco resultó un éxito emblemático. Luego vino lo de Viña del Mar y Favio consolidó su fama internacional.
Pero aquel éxito sofocó un poco a Favio. De una vida más bien tranquila como director, pasó a un mundo mediático, lleno de fanáticos y conciertos continuados; tanto le atochó la fama que llegó a encerrarse durante meses en su departamento. Luego de grabar su segundo álbum en 1969, simplemente “Leonardo Favio” y en pleno apogeo de su gloria como cantante, dejó los escenarios para dedicarse por completo a su película Juan Moreira en 1973.
-¿Y Borges?
-Y, ya se murió. A mí me gusta más la poética de Borges que su narrativa. Pero te digo una cosa. Borges pudo ser poeta, pero Vallejo, el de ustedes, ése es Dios. ¡Qué Fenómeno! Yo quise publicar poesía, pero mis poemas no merecen tipografía, apenas llegan a canciones.
-¿Y el otro poeta, ese tal Maradona?
-Otro fenómeno, pero él también es dueño de su vida. Quién soy yo para juzgarlo en todo caso. Todos cometemos excesos. Hasta usted mi querido amigo que ya está preguntando mucho…
-¿Lo siento cansado Favio, está deprimido?
-No, el tiempo que me falta. Eso me espanta. El tiempo es un verdugo que te espera, inapelable. Y yo hoy sueño regresar a Mendoza, a mis pueblos. Me agota un poco la vida en la ciudad.
-Una última. ¿Usted cómo se peina?
-Qué te importa, viejo. ¿Cómo te peinás vos?
Y se marcha, con su jean ajustado, sus zapatillas de astronauta y el pelo injertado hebra a hebra, golpe a golpe. Si hasta se parecía a ese Gardel de las estampitas.
*Filmografía de Leonardo Favio:
Aniceto (2007), Perón, sinfonía del sentimiento (1999), Gatica, “el mono” (1993), Soñar, soñar (1976), Nazareno Cruz y el Lobo (1975), Juan Moreira (1973), El dependiente (1969), Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más… (1966), Crónica de un niño solo (1964), El amigo (cortometraje, 1960)