El que gana, pierde. Y en este caso no solo se trata de una victoria pírrica de Macron sino sobre todo del Stablishment francés, que ya agotó definitivamente cualquier opción frente a la única alternativa en el anquilosado sistema político francés. Con más del 43% de los votos, los resultados de estás elecciones resultan una victoria brillante para Le Pen, que prácticamente solo necesita esperar un poco más para llegar al Eliseo. Porque finalmente de lo que se trata es elegir entre la continuidad o cambio. Y la historia se hace a través del cambio, y ese cambio tiene un solo nombren Francia: Marine Le Pen.
El que Le Pen haya alcanzado superar la barrera del 40% significa un logro en una de las potencias del stablishment Internacional. Esta victoria es rotunda en una política de largo plazo y a su vez replantea el escenario, pues el discurso de Le Pen es un discurso fuera del sistema, y en la actualidad la única alternativa política real entre los partidos políticos franceses. Tanto la izquierda como la derecha y el centro han gobernado Francia por 20 años sin generar cambios reales en la política y economía del país. El descontento social expresado hace poco por los chalecos amarillos así como la fuga de votantes de extrema izquierda al partido de Le Pen solo evidencian un Stablishment agotado y sin alternativas frente a la única alternativa política francesa que precisamente es Le Pen.
En lo electoral
No se habla mucho de como Le Pen arrasó en segunda vuelta en las provincias de ultramar de Francia, como son Martinica l la Guayaba Francesa, dónde llego a ganar entre el 52 y 60%. Estás provincias que no son de mayoría de raza blanca han optado por el cambio que significa su candidatura frente a un continuismo, el de Macron, ya agotado. Por otra parte las capas sociales más vulnerables, así como las zonas de la Francia continental desindustrializadas por 20 años de neoliberalismo han apoyado sustancialmente a Le Pen en estás elecciones. Finalmente son los perdedores del libre mercado los que se desencantan cada vez más por Le Pen, y nada hace prever que 5 o 7 años más de Macron reduzcan la pobreza, sino más bien está aumente. Francia es una bomba de reloj y va estallar antes de 2030.
En lo mediático
Es fácil ser engañado por la prensa cuando la información que recibimos sobre Le Pen vienen de los grandes medios del Stablishment que ni siquiera ocultan su animadversión hacia ella. Es común oír a los medios etiquetarla como extrema derecha y así buscar descalificarla mientras a Macron se le etiqueta de candidato de centro. Lo curioso es que ya hay cambios en la semántica periodística que cada vez empieza a suavizar su mensaje de ataque a Le Pen. Hace 5 años estaba cargado de calumnias y odio evidentes, de unos prejuicios casi inexplicables, hoy en cambio se han vuelto más cautos y empiezan a reconocer el triunfo moral de Le Pen, porque un logro de la “bestia rubia gala” es precisamente que su discurso ha absorbido a gran parte del votante de izquierda y así vez ha crecido en las capas de la población. Es decir, su discurso está sobre la mesa, y sus locas políticas xenófobas ya son parte de la política oficial de los gobiernos. Le Pen ha vencido en ese aspecto, y se ha mostrado más virtuosa y coherente que sus adversarios que cada vez empiezan a aplicar sus políticas aunque sea de manera tibia.
En lo económico
Le Pen proponía mantener la edad de jubilación en los 62 años mientras Macron va retrasar la edad de jubilación de los franceses además de regularizarla más. Las políticas de independencia energética de Francia de Le Pen han acabado siendo en parte copiadas en el plan de gobierno de Macron, que en paralelo a las energías renovables ha aceptado fortalecer sus centrales nucleares. Le Pen propuso bajar el IVA del 20% al 5.5% en los carburantes y electricidad así como mejoras fiscales en las familias. Macron solo promete compensar la inflación con ayudas puntuales las cuales no dejan de ser papel mojado tomando como referencia su anterior gestión.
Macron ¿un Luis XIV?
Macron el líder de “centro” propone extender el gobierno del presidente de 5 a 7 años. Le Pen propuso lo mismo pero con la salvedad de que no sea el presidente relegible. En el plan de Macron no se sabe si aspirará a un programa de relección indefinida. Una cosa si es clara, todo presidente francés que se reelige emana en su persona las ínfulas de un rey. Pero por sus antecedentes, Macron más parece un Napoleón III al borde de su batalla de Sedán. Este junio se da la tercera vuelta, las legislativas, veamos cuánto le duran las ínfulas.
Le Pen y los ultras, un símil a la ola rosada latinoamericana
Llamar extrema derecha a partidos que precisamente están en contra de las políticas neoliberales, y son por esencia anti Globalización, dejan entrever el papel manipulador de la prensa del stablishment. Sin embargo a lo que más se parecen los movimientos ultra es a la ola rosada que sacudió Latinoamérica y ofreció alternativas frente al modelo neoliberal. Le Pen en programa y retórica es más próxima a un Chávez o Fidel o Correa o Kirchner que a cualquier líder de derecha neoliberal. Muchos europeos bien intencionados pero ideologizados por la prensa y una cultura de la calumnia no son capaces de ver en Le Pen y sus símiles europeos esa alternativa, y peor aún, son incapaces de comprender a sus votantes. En Perú como en Bolivia era y es fácil calificar de indio ignorante al que opta por votar por un Humala, un Castillo, un Arce o un Evo. En Europa el indio ignorante es el jubilado, el empleado público, el desempleado industrial, el camionero, el francés de clase media baja, en fin los trabajadores. Ese ninguneo es más sutil allá que acá, pero es ninguneo y mientras no se respete al candidato del más del 40% de los franceses populares de parte de los franceses bienpensantes no se puede hablar de que se haya acabado esta campaña. Porque estás elecciones recién han empezado, porque vienen las legislativas en Francia y la alternativa, la única alternativa de cambio que tiene Francia desde hace años se llama Marine Le Pen.