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Last life in the universe, de Pen-Ek Ratanuarang (2003)

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Si quieres sentirte mejor y pasar del mutismo suicida al tibio sol de la bella ilusión: esta es tu película. La existencia es áspera y oscura… pero también resulta suave y cómica. Así que la trama romántica en complicidad con la trama criminal se darán la mano para entretenerte dentro de límites tan hábiles como poco peligrosos.

El suicida lleno de libros no se suicidará gracias a que algún sonido siempre lo interrumpe restándole seriedad al asunto (de seguro imagina no poder suicidarse más que en silencio) y luego no se suicidará —a que no lo adivinarás jamás— gracias a una chica. Así que ya conoces a partir de ahora la infalible fórmula de la salvación.

El tímido introvertido y la energética y más bien desenvuelta joven que trabaja de conejita, descubrirán con simpática lentitud, cada uno en el otro, el remedio para la soledad. Tras muertes muy convenientes para concentrar y simplificar la trama, la película se ocupará de los pequeños acercamientos entre los dos clásicos y hasta estereotípicos extraños que harán de necesidad virtud.

A este romanticismo (no niego que es bonito) le da lo mismo que seas ratón de biblioteca o prostituta. Love is all you need. Para el universo de los clichés todos podemos ser felices y comer sushi o perdices. Esta película te hará sentir mejor mientras más relajes tus facultades críticas. Al menos, por un rato. Más o menos lo que dura la película. Ternura y evasión: la dosis, según, puede ser suicida o salvadora…

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