Opinión

Las uñas de Pimentel

Lee la columna de Julio Barco

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Por Julio Barco

Jardín de uñas (2024) es el regreso de uno de nuestros poetas nacionales clásicos y también un épico viaje a las entrañas del tríptico: poema, poética y poeta. Como dato previo, el prólogo nos informa que se redactó en una temporada de sanación, en un centro de Chosica, como consecuencia de un espiral de excesos etílicos. De antemano, se siente la presencia de dos libros previos —En el hocico de la niebla (2007) o Palomino (1983)— por los poemas breves, en tono reflexivo, donde la voz interna se desdobla entre lo que observa, lo que siente, lo que vaticina y, así, vuelve metáfora su realidad: Estoy rodeado de un jardín de uñas/ y de mis pasos./Temo estar sin ti./ Temo a la vez porque me temo./ Temo no estar./ Habló la carne. (pág.37) Por otro lado, aparecen aquellos poemas testimoniales, en la onda de Kenacort y Valium 10 (1970) y Ave Soul (1973), que presentan retratos vivos-hablados de una fauna diversa —Augusto Martínez Yábar, Juan Munive, Manuel García, Juan Bullita (poeta cineasta) — y que sirven para expandir el tríptico anterior. En ese sentido, pese a la bifurcación temática, el poema es el escenario donde convive lo íntimo y lo público, la sociedad y el solitario corazón. ¿Qué es el jardín de uñas? En uno de los epígrafes, Pimentel nos da una pista: “Cada jardín nuestro es un templo misterioso/ y no solo nos sentamos en él para reponer fuerzas, sino para rezar” (Rózanov) En ese sentido, es un espacio de intimidad y florecimiento. Más adelante, el poema El jardín, corrobora esta impresión: “Este es el poema. / Sus frases tienen fragancias./Y la humedad fija un torbellino./ Internarse en un jardín de uñas/ da respiros, hunde la palabra,/ nos convida inmerecidamente un gesto./ Abrir el verde océano que encierra / gesta la membrana de usarlo. (pág. 25) El poeta sintetiza la condición humana en la nimiedad de las uñas, es decir, vuelve metonimia aquel fragmento de láminas córneas, semitransparentes y elásticas, en el hablar borgiano. Siendo uñas, ¿qué somos los humanos? Discursos fragmentados, ramalazos de angustia, afirmaciones suicidas, nísperos, luminosa poesía.

(Columna publicada en Diario UNO)

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