Opinión

«Las turbas revolucionarias»

Lee la columna de Tino Santander Joo.

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Por Tino Santander Joo

“Las turbas revolucionarias” pretenden imponer violentamente la asamblea constituyente; exigen la renuncia de Dina Boluarte; el cierre del congreso y, la restitución de Pedro Castillo.  Las turbas utilizan todas las causas (racismo, clasismo, desigualdad, centralismo, lucha contra la corrupción, etc.) para robar y destruir la vida de millones de peruanos que son conscientes de que la transformación social y económica del Perú, es un reto individual y colectivo.  La violencia delincuencial de estas turbas origina que el pueblo demande una salida fascista que imponga el orden de los ricos.  

Esas turbas quieren desprestigiar la rebelión popular contra el sistema; esta rebelión no busca robar, ni destruir lo poco que tenemos en infraestructura, menos quemar, sin iluminar una revolución social que transforme radicalmente el Perú. José Cupi, dirigente social de Puno, me dijo: “miles de pequeños empresarios que viven de su trabajo diario están quebrando sus negocios; los campesinos están desesperados; algunos confunden la rebelión popular contra el congreso, el poder judicial corrupto y, los medios de comunicación limeños en atentar contra los intereses del pueblo trabajador”.

Leucadio Zavala, dirigente campesino cusqueño, dijo en una entrevista radial: “los dirigentes obligan a las comunidades a bajar al Cusco, para marchar. Tienen mucho dinero y nada dicen de nuestros problemas; los campesinos no defendemos al sua (ladrón) de Pedro Castillo, que nos engañó con la segunda reforma agraria. Los jóvenes de la comunidad quieren quemar los bancos y asaltar las farmacias como hicieron en Chile; ellos son los verdaderos terroristas. Nosotros no vamos a destruir el aeropuerto del Cusco, que trae a los gringos que dan trabajo a los agricultores y artesanos”.

Pedro Ñapa, minero artesanal, me dice: “compañero, nos han obligado a tomar la carretera, porque, algunos dirigentes tienen compromisos con Pedro Castillo. Ellos creían que Castillo, nos iba a ayudar, hemos esperado más de un año y nada han hecho, igual quieren seguir en la toma de carreteras, pero la gente no les hace caso».

Enrique Rodríguez, dueño de un restaurante en la salida de la carretera a Ica, ha cerrado su negocio y perdido miles de soles por temor a que quemen su local. Me dice: “Nos vamos a enfrentar a estos ladrones, porque, ellos se aprovechan de la protesta para robar en los buses y camiones que están paralizados. La gente, quiere cambio, pero no estamos de acuerdo con la toma de carreteras. Ni los pasajeros, ni los camioneros son nuestros enemigos. Nuestro enemigo es la mafia fujimorista”.

César Cárdenas, suboficial del policía herido le dijo a un periodista apurimeño: “nosotros también estamos hartos del congreso y de las mafias que gobiernan la institución, pero tenemos que cumplir nuestro trabajo; lamentablemente nuestras vidas, nuestras familias están en manos del gobierno que nada hace para protegernos por cumplir con nuestro deber”.

Fernando Casanova, abogado de los deudores del sistema financiero y secretario general del “Movimiento Democrático Popular”, ha dicho en una asamblea de los pueblos del norte: “El pueblo se ha rebelado. No confiamos en Dina Boluarte, porque, traicionó a Pedro Castillo y encubrió sus fechorías para mantenerse en el poder. El congreso, quiere quedarse hasta el 2026 con el cuento de las reformas electorales. Nosotros los repudiamos. Compañeros, este es el momento de la organización del movimiento popular. Llamamos a las fuerzas armadas a que se integren a la rebelión popular y no sean guardianes de la oligarquía financiera”.

La derecha ha hecho del terruqueo una filosofía de la misma manera como se hace un cuento infantil: en el que todo parece creíble, pero nada es verdad. Lo único real es que, en el Perú, hay una rebelión popular en marcha y la clase política no entiende, ni quiere comprender la dimensión de la rebelión. 

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