Opinión

Las musas de la poesía y el arte

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Según la mitología griega, las musas eran hijas de Zeus y Mnemósine que nacieron al pie del monte Olimpo, cada una con ciertos poderes e influencia sobre los hombres terrestres y eran nueve: Clío, Euterpe, Polimnia, Terpsícore, Calíope, Erató, Melpómene, Talía y Urania. A lo que Platón agregaba a Safo de Lesbos como la décima musa.

No obstante, con el correr de los años, la invocación a las musas fue desapareciendo o haciéndose más humana. Y esto dio paso a las musas de carne y hueso que inspiraron grandes obras o volvieron locos a poetas y artistas. Tal como sucedió con Simonetta Vespucci a quien Botticelli plasmó en “El nacimiento de Venus”. A la muerte de Simonetta, Botticelli pidió que cuando ocurriera su deceso sea enterrado en la iglesia de Ognisanti-Florencia, a los pies de su musa.

Lou Andreas-Salomé fue numen de Paul Rée y Nietzsche quien le ofreció matrimonio y se fueron a vivir los tres. Es famosa la foto de la carreta donde ella está con un látigo. También fue pareja de Rainer Maria Rilke. Y hasta Sigmund Freud llegó a decir de ella que “era de una modestia y una discreción poco comunes”.

Jeanne Hébuterne fue la musa y gran amor de Modligiani quien la retrató en múltiples cuadros con su cabello rojizo cayendo por la espalda. Así también Camille Claudel fue la musa de Rodin. Gala inspiró a Salvador Dalí quien para enamorarla le puso un huevo frito en el hombro y decía: “Toda mi pasión está en el amor que siento por Gala y no tengo sitio para más”. Gala también estuvo casada con el poeta Éluard y motivó a André Bretón y a Louis Aragón.

María Félix estuvo casada cuatro veces: con Enrique Álvarez Félix, Agustín Lara, Jorge Negrete y Alexander Berger. Lara le compuso “María Bonita” y “Humo en los ojos”. Al matrimonio con Negrete acudieron Frida Kahlo, Diego Rivera, el Indio Fernández, los hermanos Soler, entre otros. Jean Cocteau decía: “Tanta y tan intensa es su hermosura, que duele”.

La bailarina rusa Norka Rouskaya frente al panteón de Ramón Castilla escandalizó Lima en 1917 y atrajo a grandes intelectuales como el mismo José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar, César Falcón, Sebastián Lorente, Guillermo Angulo, Puente Arnao y muchos más, incluido al violinista Luis Cáceres. Otras musas aparecerían después, pero eso es ya otra historia.

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