Generalmente durante las campañas electorales las tendencias ideológicas de ciertos grupos sociales se alborotan, o distorsionan. Y qué decir de los propios protagonistas políticos que pronto medirán fuerzas en las arenas electoreras del próximo 10 de abril.
En los últimas semanas todos eso grupos sociales se encuentran ejerciendo, o no ejerciendo un rol; nos referimos a la prensa, la fiscalía, el Jurado Nacional de Elecciones, la clase política, y por supuesto la opinión pública a través de las redes sociales.
Hay candidaturas que ya están generando desde escozor, hasta indignación, en una coyuntura que anda más que azarosa. La participación del candidato de Alianza por el Progreso (APP) César Acuña en estos momentos está buscando que muchos agentes y ciudadanos piensen y replanteen sus principios anti-deontológicos. No obstante, este candidato desea trasmitir a la colectividad que todo se compra, todo se vende.
Es increíble que luego de las evidencias de reiterativos plagios, y de discursos incoherentes que niegan con feroz terquedad su responsabilidad en tales delitos morales y legales, ninguna institución interponga denuncia, y que tampoco se investigue como tal; y que el propio Jurado Nacional de Elecciones (JNE) no tome cartas en el asunto para sentar de una vez un favorable precedente en el plano de la institucionalidad, y tache inmediatamente la candidatura de este empresario impresentable que no hace más que pretender sin escrúpulo alguno el sillón presidencial, y que en el colmo de la desfachatez, asegura con insolencia no sentir temor ante las nuevas acusaciones de plagio, y afirma en tono desafiante: “Pese a quien le pese, digan lo que digan, seremos gobierno”.
Las estrategias y/o artimañas de su famoso asesor de campaña Luis Favre eran de esperarse. Él no es más que un marketero mercenario que asalta millonariamente a sus clientes como alma que se vende al diablo (el último spot que desacredita al desparecido activista y Nobel de la Paz Martin Luther King es una muestra de su miseria humana que intenta manipular las percepciones colectivas). Favre es todo lo contrario a un rey Midas, pues todo lo que toca, a mediano plazo lo convierte en pirita en vez de oro. Como se dice en buen criollo: “Favre sala a todos sus clientes”. Recordemos que en 2011 asesoró al presidente Humala que ganó las elecciones, sin embargo, hoy es el principal dirigente de un desgobierno sin brújula y sin norte. Asimismo, el asesor salvó de la revocatoria en marzo de 2013 a la cuestionada alcaldesa de Lima Susana Villarán que logró concluir su gestión, pese a que abandonó el palacio municipal con la desaprobación total de toda la comunidad capitalina.
Precisamente en el panorama actual hay algo inexplicable, o mejor dicho: explicable, en la medida que se develen mascaras. El hecho obedece al reciente protagonismo que vienen practicando tres mujeres. Ellas, a lo largo de sus trayectorias profesionales y políticas han demostrado imparcialidad, y honestidad, sin embargo, hoy se encuentran al lado del impresentable César Acuña que funge de caudillo, al que debe amársele y defendérsele sobre todas las cosas.
Anel Townsend actual vocera y candidata a la primera vicepresidencia de Alianza por el Progreso (APP), inició su carrera política impecablemente hace veinte años de la mano de Javier Pérez de Cuellar, y hoy defiende lo indefendible, haciendo el ridículo en cuanta tribuna periodística intervenga con la única consigna de cautelar la inocencia de su tótem Acuña. No olvidemos que el propio aspirante a la presidencia le hizo el favor de asegurarle un puesto laboral para dar cátedras en sus universidades a sabiendas que ella no ostenta los grados académicos pertinentes que la ley universitaria exige. Ergo, favor con favor se paga.
Marisol Espinoza Cruz actual vicepresidenta de la República, que el año pasado demostró solvencia moral al renunciar al partido Nacionalista, también es candidata al congreso por Alianza por el Progreso (APP), y su subordinación no tiene límites, a tal punto de afirmar en su afán de defender a su nuevo líder, que el profesor universitario plagiado por Acuña, Otoniel Alvarado Oyarce es aprista, y que forma parte de un cargamontón político. Esta señora que en algún momento, nos dio la imagen de ponderación y honestidad, nos demuestra hoy que simplemente desea perpetuar su curul esté con quién esté, sin importarle el honor de cautelar su nombre.
Beatriz Merino, otrora Primera Ministra, y Defensora del Pueblo, que además laboró impecablemente en el Banco Mundial, trabaja en la Universidad Cesar Vallejo como presidenta ejecutiva, y según declaraciones del propio Acuña, en manos de ella estará la etapa de reestructuración de la cuestionada universidad.
Hasta el cierre de hoy no existe una declaración oficial de parte de la señora Merino que señale su alejamiento de dicha institución, como sí lo hizo el ex-rector Francisco Miro Quesada Rada. Se dice que Beatriz Merino estaría percibiendo un salario de 60,000 dólares mensuales por dicho cargo. ¿Acaso ella prefiere la plata como cancha? En lugar de tomar pronta distancia de una institución liderada por un empresario ampliamente cuestionado por sus conductas inmorales, y que pretende gobernar un Estado para incrementar sus activos fijos, y a su vez, alimentar ese egocentrismo que le susurra al oído: “solo te falta ser presidente”