Por Tino Santander Joo
“Eso lo conversé con los policías que venían de Andahuaylas que fueron heridos y nos decían eso. Querían hablar con las personas (…) después se dieron cuenta de que eran personas de las alturas que no entendían español”. Declaraciones del expremier Pedro Angulo[1], que reflejan las inmensas distancias que nos separan a los peruanos. El expremier, no miente. Millones de ciudadanos no hablan español y la inmensa mayoría no habla quechua y aimara, menos las lenguas amazónicas. El Estado no tiene una política educativa que integre a los peruanos a través del lenguaje común. El quechua, castellano e inglés deben ser obligatorios en las escuelas públicas y privadas si queremos superar una de las causas de la rebelión.
La Sra. presidente y el gobierno, el congreso, los medios de comunicación limeños no entienden las justas causas de la rebelión, solo ven a través de sus propios intereses. Dina Boluarte y Pedro Castillo, personifican el fracaso de la izquierda en todas sus versiones, porque, fueron incapaces de tener un programa económico y político coherente que empiece a superar las inmensas desigualdades. Ni ellos y menos la derecha comprenden que detrás de esta rabia popular esta la falta de salud, educación, infraestructura agraria, centralismo político, esclavismo financiero, monopolio farmacéutico, prepotencia empresarial de las empresas de servicios públicos (electricidad, telefonía, agua).
Los radicales violentos y los vándalos son financiados por el narcotráfico y la minería ilegal; son millones de peruanos que no tienen otra salida que el crimen organizado para sobrevivir. Nadie entiende la vida en el VRAEM; en Juliaca, y en el Cusco, que tiene el gas doméstico más caro del Perú, siendo propietarios de Camisea. Esta es una rebelión contra los privilegios de los que ostentan frívolamente el poder. No es el odio o la división chabacana que pregonaba el expremier Aníbal Torres; sino la humillación política y social que sufren millones de peruanos que no tienen agua, ni desagüe, ni luz y ven que los congresistas, ministros, jueces, fiscales, funcionarios públicos reciben jugosos aguinaldos, canastas navideñas, y otras granjerías mientras millones de personas viven angustiadas con el alto costo de vida.
Las Fuerzas Armadas y policiales, han disparado a matar a los rebeldes para defender la propiedad y la vida de millones de peruanos. Se ha iniciado así una guerra milenaria nuevamente. El profundo dolor causado por la muerte de estos jóvenes no será olvidado. La derecha cree que el orden y la libertad la trae el fascismo, el militarismo ramplón que impone la paz de los poderosos, de la oligarquía financiera; por otro lado, la frívola izquierda busca vivir de la rebelión popular, liderarla, ser protagonista de su lucha para traicionarla. Son fariseos, traficantes de privilegios, vendedores de fantasías que solo buscan llenar sus bolsillos y sus aspiraciones pequeñoburguesas.
Lo único que le queda a la rebelión popular es tener un programa político y económico que reúna coherentemente las diversas demandas nacionales; construir el movimiento democrático popular que organice una insurrección democrática, una revolución social; que peruanice a los peruanos como soñaba José Carlos Mariátegui. No es una revolución que estatice, colectivice, y busque la dictadura política en nombre del socialismo; al contrario, es la revolución de la verdadera libertad económica, de la industrialización y de su integración al mundo de la revolución digital contemporánea como lo aseveraba Haya de La Torre; una revolución de la juventud patriótica que estudie la historia, los planos, la geografía, y busque soluciones pragmáticas a los problemas nacionales como lo señalaba Jorge Basadre. Esa es la tarea que tenemos los rebeldes para no caer en las voces esquizofrénicas que buscan salidas antiperuanas y antidemocráticas.
[1] https://www.infobae.com/america/peru/2022/12/22/Pedro-Angulo ex primer ministro
