Cultura

Las flores de Babelia, o las lo-curas de Lima

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Escritor Ladislao Plasencky.

Por Moisés Castillo Florián

¿Una novela más, o una novela total?… Hablo de “Las flores de Babelia”, del artista, escritor y antropólogo Ladislao Plasencky. Pregunta  sin respuesta, que genera más preguntas, quizás; ya que lo total, encierra a lo universal; a lo cósmico, en verdad. Y, lo cósmico, acuna a lo telúrico ontológico y natural…

En este sentido (casi sin sentido), “Las flores de Babelia”, sería un tejido de flores, espinas y abrojos, que dan vida, locura y encanto, a una serie de historias, personajes y existencias: ciertamente, máscaras de una gran Comedia (por no decir, tragicomedia). Un voluminoso viaje-peregrinaje, dantesco y quijotesco, a la vez.

Dantesco, por los lugares y temas socio políticos y fantásticos, que se tratan. Y quijotesco, por lo cómico y burlesco de las vidas, aventuras y utopías, que discurren en esta “locura de novela, que pretende curar, si se puede, la lo-cura” de seres físicos y fantasmales, de un Valle del Rímac, otrora y presente; y de una ciudad de Lima, prehispánica y republicana, con todas sus tradiciones y contradicciones, antiguas y modernas…

Por eso, Camilo Centeno, el protagonista, y su compañera Kiara Kool (con sus amigos locos, genios y rivales), son nada más y nada menos, que las dos fuerzas telúrico-cósmicas, quienes tejen y destejen la vasta urdimbre de aventuras y ficciones; algunas de ellas, entrañables e inolvidables. Relatos y vivencias, para todos los gustos y estratos de la sociedad limeña y peruana, que harían de Lima, una de las ciudades-laboratorio, más interesantes del Perú y del planeta.

Así, “Las flores de Babelia”, no sólo sería un poético homenaje a Lima, “crisol de todas las sangres, etnias y voluntades”, sino un evidente y soterrado homenaje al arte prehispánico y contemporáneo, con todas sus interrelaciones e implicancias: como el antiguo arte parietal, parte del chamanismo andino-amazónico, que aún se practica en nuestros días (pese a las prohibiciones pseudo religiosas; ya que el venerable y verdadero chamanismo, sería una filosofía artístico-religiosa, aún por estudiarlo como se debe). El Valle Rojo, el historiador, los artistas, las piedras y petroglifos, son excelentes excusas literarias, para una mágica realista reconexión, con el moderno Chamán y el Chasqui, reminiscencias de nuestro pasado andino-amazónico…Incluso, Artu-Rito, el robot rebelde y su amo inventor criollo, se engarzan felizmente, en esta novela que quiere ser social y total: lo ultra moderno no tan alejado de loproto-histórico; y el arte, ayudando a  hermanarlos, una vez más…

Plasencky, el autor, un talentoso artista y antropólogo de profesión, sabe lo que hace, con la pléyade de relatos y caracteres, de versos y universos, de esta sinfonía literaria que es “Las flores de Babelia” (no confundirla con la Flores de Baudelaire, por favor)… Y, lo felicito, por esta obra mágico-realista, surrealista y existencialista también: Una suerte de socio-exo-esoterismo terrícola, y hasta exo-biologismo estelar. En este sentido, el entrañable Grupo Pléyades, nos recuerda nuestros orígenes extraterrestres, que no dejan de ser poéticos y dramáticos a la vez: el Cosmos –o, ¿Caosmos?-, como el absurdo, loco Gran Teatro del Mundoy del Olimpo, que los artistas queremos conquistar y desenmascarar, ¿verdad?

      La críticapolítica alturada y necesaria, entretejida en casi toda esta novela socio-integral, toca las llagas y lacras republicanas del Perú… Graves traumas, que se arrastran desde antes de la Colonia, y, que hoy día, afectan nuestra personalidad y peruanidad: así, nuestro pasado histórico-arqueológico, nuestra riqueza ecológica y nuestra moderna Res-pública, están en peligro, sino paramos de saquear nuestros recursos y de traicionar a todas las sangres y etnias, de nuestra Patria común: el rico, mega bio-verde, pero vulnerable Perú… 

Un gran saludo a todos los locos, ego-excéntricos y medio cuerdos, reales, fantasmales y espaciales, de esta suerte de (disculpen el término) “Rayuela trans novelada y poetizada”; miscelánea de imágenes e historias, varias de ellas, memorables e inolvidables; como la “mini novela”, engarzada en la Parte de la gran novela: una crónica sintetizada de las “escuelas, grupos y tendencias de arte y literatura limeños” (de la que Palma y Cortázar, estarían envidiosos, ¿verdad?). Y, un fuerte abrazo, al disciplinado y “terco Sherezade”, que es nuestro autor, Ladislao Plasencky (quien, precisamente, acaba de ganar el Premio BCR, en novela corta), para que nos siga regalando ficciones poéticas y trascendentes; ya que la verdadera novela, es vida descarnada y des-mitificada… Y, la vida, puede ser existencia tragicómica y aun antipoética, pero poesía, al fin.  //

(Cajamarca y Trujillo, junio, 2018-septiembre, 2021)

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