Ruiz está muy consciente del nivel (del candor) de nuestras invenciones. Esa invención llamada cultura. O esa, otra no menos inventada llamada naturaleza. Aquí hace que se miren. Si de verdad se miran… ¿Se dirán algo, se reconocerán? Ambas pueden ser sueños hermosos. Pero… no más que sueños, ojo. -Y las distorsiones, abundantes aquí, son ‘el sueño del ojo’-. Ante el juego de tomárselas en serio Ruiz elige jugar con ellas. El sentido superior del arte es que es un juego, y más claro, la conciencia de un juego, y más claro todavía, la conciencia de que todo es juego. Ah, y a propósito. Volviendo a este par de invenciones. ¿Cuál es espejo de cuál?
El castillo es lo que es. Es decir, es una ilusión (incluso se habla de ‘castillo erróneo’), es decir no existe, aunque parece que sí. Su existencia ‘rotunda’ es en verdad algo tenue. El castillo es una representación. La dominación brutal de unos pocos sobre unos muchos. ¿Siendo una construcción refinada no es así aún más brutal? Por otro lado. En el juego de las representaciones uno es fiel a su traición, quiero decir a la pérdida del original. ¿Es que hubo original?
Ruiz parece creer más en las ideas, o en las imágenes, que en las historias. O que, en esa majestad, de castillo, justamente, de la Historia. Que no maquilla bien la orfandad. Dicho de otra manera: cree en las ESPECULACIONES. Las ideas-imágenes atraviesan los tiempos, no sé decir si sean transhistóricas. Para no decir permanentes, ‘eternas’. Las imágenes tópicas van siendo rasgadas o distorsionadas para volverse más misteriosas y maleables. ¿Qué no se podría hacer con ellas llegado el caso? Invenciones, al fin.
Ah, disquisiciones sobre lo bello, lo real… la percepción… Y mientras tanto… La imagen es sensual, incluso si luce fría, nos embriaga, más temprano que tarde. Y qué hace Ruiz con ese elixir. ¿Conjurarlo con la necesaria idiotez masivo-industrial de una historia y encima ‘explicable, completa, satisfactoria, redonda’?
Ruiz tiene mejores cosas que hacer en esta ocasión, que descender hasta semejante vulgaridad (que lo hagan otros). Ruiz, como Godard, da la impresión de ser capaz de mezclarlo todo, de agujerear cualquier certeza, de pensar en el límite, CON LA IMAGEN.