Opinión

Las dictaduras que transformaron el Perú

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Por Tino Santander Joo

La muerte del dictador Fujimori nos debe servir para reflexionar sobre la historia y el destino del Perú. Los peruanos vivimos en el laberinto del autoritarismo suicida. La república, la democracia, y el Estado de derecho son ficciones ideológicas que se han impuesto en la lucha política por el poder. No olvidemos que con los libertadores llegaron los principios abstractos de la revolución francesa que proponía instaurar una república igualitaria y constitucional sin tener en cuenta las diferencias económicas y sociales del virreinato peruano constituido por dos repúblicas: la de indios y españoles.

Ambas repúblicas convivieron y establecieron una alianza tácita entre Kuracas y encomenderos. Los Kuracas, buscaban acumular poder y riquezas para en el momento oportuno restaurar los viejos reinos y señoríos preincas y los encomenderos querían títulos nobiliarios y riqueza. Las reformas borbónicas y la rebelión de Tupac Amaru impidieron la consolidación de este original pacto político. La independencia criolla marginó al mundo indígena. Los libertadores querían instaurar una nueva Francia. Así, nació la republica minusválida conducida por el militarismo mesiánico. La oligarquía criolla tomo el control del Estado y de la ley para imponer su voluntad sobre la inmensa mayoría.

En el Perú los sentimientos se imponen a la razón; la moral al derecho, y los derechos a los deberes. La mayoría silenciosa se acostumbró a vivir en un mundo de conmiseración y generosidad de las clases dominantes. Los revolucionarios mesiánicos buscan una república de derechos sociales producto de la razón ideológica y no de la realidad. Estas son las circunstancias históricas, en la que surgen los “hombres fuertes” que buscan transformar la realidad de explotación y miseria, y convertirse en los “salvadores de la patria”.

El chino Velasco, no surgió de la nada, fue producto de la guerra fría entre la ex URSS y los norteamericanos. El Apra, el partido de la revolución social y de la reforma agraria había arriado banderas y pactado con la oligarquía agraria. El programa antimperialista y nacionalista había sido olvidado. La oligarquía agraria mantenía a millones de campesinos indígenas en la servidumbre. Los enclaves mineros gobernaban extensas zonas del territorio nacional. La revolución cubana, las tesis cepalianas, y el aprismo auroral penetraron en los militares a través del CAEM y se convirtieron en el programa de la revolución Velasquista.  

Velasco Alvarado, hizo una de las reformas agrarias más radicales de América Latina. Nacionalizó el petróleo, la minería y creó un endeble capitalismo de Estado que se vio interrumpido con el golpe de Morales Bermúdez. Los indígenas se transformaron en campesinos; los cholos en obreros y la oligarquía fue derrotada momentáneamente.

El gobierno revolucionario que presidia el Chino Velasco violó sistemáticamente los derechos humanos. Censuró a la prensa y desterró a sus opositores políticos.  El 22 de junio de 1969 asesino a 14 estudiantes y encarceló a cientos de padres de familias y dirigentes campesinos en Huanta provincia ayacuchana que se rebeló contra el intento de acabar con la educación pública.[1].

El 5 de mayo la policía desalojó violentamente a miles de familias que había invadido en Pamplona alta una parte de los terrenos del colegio Jesuita “Inmaculado Corazón”. Murió Edilberto Ramos un humilde trabajador que visitaba a su madre y hubo 64 heridos entre niños y mujeres. En Cobriza-Huancavelica- la Federación Minera demandaba en una huelga aumento de salarios y la nacionalización de la Cerro de Pasco Corporation. El 5 de noviembre de 1971, los sinchis ataviados de uniformes de obreros ingresaron a la asamblea de los trabajadores y asesinaron al líder sindical Pablo Inza Basilio.

El estatismo asfixiante y la guerra iniciada por Sendero Luminoso fue fundamental para que fracasaran los partidos democráticos y tradicionales como Acción popular, el Apra, y la Izquierda Unida. Sus gobiernos fueron incapaces de enfrentar el terrorismo demencial; la ideología no les permitía ver y entender la realidad. La democracia y la república seguían siendo una ficción. El hambre y la miseria agobiaban a la inmensa mayoría que hastiada de violencia y corrupción exigía un nuevo rumbo.

Alberto Fujimori, no nació para ser el salvador del Perú, las circunstancias lo llevaron a ser candidato a presidente y senador. El chino que pregonaba “Honradez, tecnología, y trabajo” fue elegido presidente sobre Vargas Llosa, representante del liberalismo limeño. Fujimori, se convirtió en dictador e implementó el programa del consenso de Washington; acabó con la hiperinflación y estabilizó la economía nacional insertándola en el sistema financiero mundial.

El dictador Fujimori, no nace de las corrientes liberales peruanas, menos de los grupos de derecha nacional que lo despreciaban por su origen étnico; es producto de la tecnocracia liberal inspirada en el thatcherismo inglés y el militarismo que quería una guerra total contra el senderismo demencial. La dictadura fujimorista apuntaló la república oligopólica de los bancos que controlan la economía nacional al margen de la Constitución que ellos impusieron al Perú en 1993.

Ambas dictaduras transformaron el Perú radicalmente; cambiaron las formas de pensar, sentir, y actuar de la inmensa mayoría. Velasco murió acompañado de inmensas multitudes llorosas hasta su última morada y es recordado con nostalgia por los campesinos. Fujimori, recibe honores de Estado y el reconocimiento de las elites políticas que sienten que su mariscal ha muerto. Fue una dictadura corrupta y violadora de los derechos humanos.

Hegel decía que “todos los grandes hechos (y personajes) de la historia universal, aparecen dos veces”. Marx amplió esta sentencia: “una vez como tragedia y otra como farsa”. ¿La violencia y corrupción generalizada en el Perú actual nos traerá un dictador más violento y corrupto o haremos una revolución social que conduzca al país a la democracia social? He allí el dilema nacional.


[1]Ricardo Dolorier Urbano (1940-2020) fue un músico, poeta y compuso “Flor de Retama». En homenaje a la heroica lucha de los campesinos ayacuchanos contra el militarismo velasquista.

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