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En contra de la xenofobia y la violencia, la cobardía y la traición

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    1. La inmigración venezolana ha denotado lo peor de la «identidad» peruana, o la falta de esta «identidad», y ha sido objeto de las más diversas interpretaciones. Sus consecuencias en nuestra sociedad, sin embargo, aún son impredecibles.

    2. El infame video en el que un venezolano agrede por la espalda a un peruano que, además, iba sentado en la parte trasera de un bus ha sido tergiversado y comentado por medio mundo sin atender a la ética. Para mayor sorpresa de los espectadores poco juiciosos debe decirse que el peruano sostuvo una polémica verbal con una venezolana de padres peruanos, según ella afirma en el video, en la que se manifiesta una gran xenofobia e ignorancia por lo que este tipo deja muy mal a los compatriotas. Hasta allí, sería imposible, no estar de acuerdo con el lado «venezolano» pero lo que siguió fue un escenario tan ruin como cualquier callejón de Chicago bajo Al Capone, es decir, traición y cobardía expuestas no solo por el agresor sino por los pasajeros que no atinaron a evitar el incidente.
    3. De hecho, el tema más importante en torno a este video es que jamás se golpea a traición y me sorprende el soslayamiento de la mayoría respecto de él. Para ser más claros: aquel que ataca por la espalda es una lacra y merece el desprecio de todos, hasta de los más perdidos delincuentes. Cualquier otro planteamiento no es digno de análisis. Por ejemplo, los que señalan que hubo una agresión contra una mujer y que ellos mismos hubiesen actuado igual que el venezolano incurren en un acto de lesa estupidez porque no calibran la desproporción entre una acción verbal y otra física y, peor aún, no les interesa que la agresión física se realizara en dos condiciones de exagerada ventaja para el agresor: el agredido estaba sentado y de espaldas. Reitero, jamás una agresión física puede corresponderse a una agresión verbal ni, mucho menos, un golpe a traición, por la espalda, y a quien está sentado puede ser objeto de celebración.
    4. Cierto es que todos los involucrados actuaron mal, pero la agresión, sin duda, repudiable, del peruano fue verbal y no merecía una agresión de tipo físico o, al menos, no una a traición dado que no vivimos en las cavernas y añádase que solo un tipejo sin moral puede enaltecer un golpe dado a traición.
    5. Las burlas realizadas contra el peruano que intenta patear al tipejo que lo agredió a traición luego de haber recibido un golpe en la nuca o en la parte trasera del cráneo demuestran la minusvalía ética de los burlones. Debe entenderse que cualquiera al recibir ese golpe debería haber tomado algunos minutos antes de atacar para ver si podía recuperarse del golpe artero y así verificar si estaba en condiciones de afrontar una pelea en buena ley.
    6. Los pasajeros deberían haber reducido y apresado al venezolano de inmediato. Es decir que no bastaba con bloquear sus golpes, sino que debió ser puesto a disposición de la Policía y, posteriormente, de Migraciones a fin de que se vea la viabilidad de su permanencia en el país, máxime cuando mencionó lo de que en su país le hubiera metido plomo, exclamación que, desde todo punto de vista, es inaceptable.
    7. De hecho, el aval de los pasajeros y de los comentaristas de Facebook respecto de la agresión deberían provocar en cualquier peruano bien constituido una ira nada santa. Este país se tiene que respetar y si no nos respetamos entre nosotros qué más quiere un extranjero para incidir en la falta de respeto habitual en nuestra sociedad.
    8. En este punto, es interesante que a puertas del Bicentenario la idea de «nación» sea la concepción más difusa, distante y abstracta para el peruano promedio. De hecho, creer que en otro país ese venezolano hubiese salido bien librado es un error. Creo que en países con un sentido identitario y nacional más arraigado se hubiese tenido que procurar la intervención de la Fuerza Pública a fin de que ese venezolano no sufra la ira popular, sobre todo, por lo cobarde de su agresión.
    9. Hay tantos videos de venezolanos que se burlan hasta de las características físicas del peruano en general que parecen ser realizados a propósito para provocar algún tipo de conflicto o será que estos infelices se han percatado que el peruano es racista por los cuatro costados y así tras asimilar que en la horrible jerarquía «racial» peruana, el negro vale un tanto más que el indio, dicen esta es la mía y ahora vamos a aprovecharnos de esa falta de identidad y le vamos a dar al racismo a ver si también nosotros somos impunes.
    10. Aun en el rincón más desprestigiado de nuestra sociedad debería procurarse la enseñanza de dos principios básicos a fin de evitar que proliferen los individuos sin «códigos» ni moral: no pegar a traición ni a nadie que esté en el suelo. Si a eso añadimos valorar lo nuestro por sobre lo extranjero habremos avanzado lo suficiente para poder decir que estamos orgullosos de ser peruanos.
    11. La acción del cobarde que atacó por la espalda a un individuo que, además, estaba sentado es vil y despreciable, aquí y en cualquier otro lugar donde habite el ser humano y así debe señalarse.
    12. Los venezolanos y, en general, todos los extranjeros, que sean educados y respetuosos, bienvenidos sean. Los otros bien pueden irse por donde vinieron.
    13. Quizás no sea una sorpresa, pero hemos pasado siglos traicionándonos y eso debe terminarse de una vez sino este Perú seguirá siendo un cuchillo en el costado de todos los peruanos que no lleguen a reconocerse como tales o en las manos de cualquier extranjero.
    14. El Perú debe ser uno de los grandes pueblos del mundo, uno de los más orgullosos. Sin embargo, los descendientes directos de aquellos que hicieron gloriosa a la región son vilmente vilipendiados y humillados de modo sistemático por los ridículos que creen ser «blancos» y/o finos y ahora hasta por inmigrantes tan o más «mestizos» que ellos. El colmo.
    15. Mi impresión es que la gran mayoría de los enajenados racistas no hubiesen aprobado una evaluación monitoreada por el Dr. Mengele y hubiesen acabado con suerte en los campos de concentración.
    16. Estoy en contra de la xenofobia y la violencia, pero sobre todo en contra de la cobardía y la traición, máxime si esta cobardía y traición viene por parte de nuestros propios compatriotas.

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