LA VIDA DE LOS PECES de Matías Bize, «Una eterna despedida asfixiante»

 Festival de Cine de Lima: Película en Competencia

L A VIDA DE LOS PECES de Matías Bize

«Una Eterna Despedida Asfixiante»

Escribe Edwin Cavello Limas

    
Matías Bize es un joven director chileno, que anda por la base tres, sus trabajos lo han llevado a ser reconocido internacionalmente, primero con su filme “Sábado”  que le permitió recorrer algunos festivales,  luego vendría “En la Cama” una obra intimista con la cual se consagraría en el Festival de Valladolit ganando La Espiga de Oro. Con su cuarto largometraje “La vida de los peces” ganó nada  menos que el premio Goya 2010, a la mejor película hispanoamericana.

“La vida de los peces” está presente en la competencia del Festival de Cine de Lima; una historia que comienza bien,  pero que cae en el terrible agujero del tiempo, una visita y a la vez una eterna despedida que se encierra en un laberinto asfixiante. Andrés protagonizado por  Santiago Cabrera, cumple un papel notable, pero la historia lo confunde, matando  al personaje lentamente, sin duda Cabrera se pone la película al hombro, pero esto no alcanza.

Entre recuerdos, bromas y una fría fiesta, se desarrolla la historia, una casa es el espacio donde todo gira, donde la tristeza golpea las paredes, donde las lágrimas ahogan los recuerdos y, el amor se enciende como se enciende un cigarrillo y termina muriendo también en un sucio cenicero.

El trabajo de dirección de fotografía de Bárbara Alvarez es admirable, dándole a cada escena una calidez contagiante, sirviendo de punto de partida para que Matías Bize trabaje los primeros planos  intimistas, sintiendo la sensación de estar mirando a escondidas. El manejo de la cámara en mano de Bize permite al espectador sentirse parte de la casa, de esas paredes que lo escuchan todo, de esas puertas que no guardan nada y  de ese acuario que lo cuenta todo.

Una historia filmada en formato digital, grabada en interiores, un personaje que viaja por el mundo lejos, muy lejos de su país, una vida a la distancia, pero que regresa a su  rabioso sueño llamado Chile.  Un intento fallido de explorar el pasado, una forzada forma de marcar vínculos de amistad, una exageración casi torpe de jugar al adiós. Sin duda no es una de sus mejores películas, pero el permanente ejercicio  de mirar  lo van convirtiendo a Matías Bize en un prometedor cineasta.