Política

La universidad fantasma de Benavides

La Universidad Privada Peruano Alemana (UPAL) fue creada en el 2012, lleva ocho años sin funcionar, tiene apenas tres aulas en las que nunca se dictó ni una clase, carece de equipamiento, nadie sabe el nombre de su rector y, sin embargo, el ex jefe de la SUNEDU, Martín Benavides, le otorgó un veloz licenciamiento el año 2019.

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Antes de la SUNEDU, la institución que otorgaba licenciamiento a las universidades era el Consejo Nacional para la Autorización de Funcionamiento de Universidades (CONAFU) y el 25 de julio de 2012, la CONAFU, mediante resolución 405-2012, le otorgó licencia de funcionamiento provisional a la Universidad Privada Peruano Alemana (UPAL) para brindar servicios educativos en cinco carreras profesionales: Derecho; Ingeniería Mecánica; Contabilidad y Finanzas: Ingeniería de Sistemas y Telemática; y Enfermería.

El dueño original de esta universidad fue Mario Gabriel Peláez Bardales, hermano del controvertido ex fiscal de la Nación José Peláez Bardales. En febrero de 2013, el Grupo El Comercio compró la licencia de funcionamiento que tenía Peláez y constituyó el 30 de julio de 2013 la Universidad Privada Peruano Alemana SAC (UPAL). En los documentos oficiales aparece como propietaria Proyectos Educativos Integrales del Perú, la empresa que el Grupo El Comercio tiene para sus negocios en el sector educación.

Finalmente, en junio del 2017 el Grupo El Comercio le vendió la UPAL —universidad que no operaba, era tan solo un papel al fondo de inversión UCX Holding, el actual propietario en sociedad con la empresa SASIL.

El factor Benavides

Con estos antecedentes, los nuevos dueños de la UPAL se presentaron el 24 de julio de 2017 ante la SUNEDU para solicitar el codiciado Licenciamiento Institucional, es decir, el permiso para funcionar como universidad. Ese año no tuvieron suerte, pero todo cambió a favor de la UPAL cuando llegó Martín Benavides Abanto como jefe de la SUNEDU.

El 2 de febrero de 2019, la UPAL obtuvo el informe técnico de licenciamiento, el 3 de junio el informe de Asesoría Jurídica y el 5 de agosto la Resolución del Consejo Directivo Nº 105-2019-SUNEDU/CD que le otorgó la “Licencia Institucional a la Universidad Privada Peruano Alemana SAC (UPAL) para ofrecer el servicio educativo superior universitario”. Todo muy extraño como veremos a continuación.

Un asunto grave

¿Cómo logró tener licenciamiento una universidad como la UPAL que desde el año 2012 nunca había funcionado y solamente era un papel con logotipo? La propia SUNEDU admite que la UPAL “hasta ahora no ha ofertado el servicio educativo”, es decir, aceptó que se presente a solicitar un licenciamiento sin haber tenido nunca un alumno, ni un profesor ni haber dictado una sola clase; y con esos antecedentes le concedieron una licencia para operar.

Peor todavía, le permitieron reducir las carreras (jamás dictadas) porque su permiso original del año 2012 era para dictar cinco carreras y el 2019 la SUNEDU le aceptó “modificar totalmente la oferta académica” y le permitió desistir “de los cinco programas académicos para los que había sido autorizada inicialmente” y le aceptó que solamente dicte dos nuevos programas: Empresa y Tecnología e Ingeniería de Software. En otros casos, los cambios en los programas de enseñanza fueron causal de cierre, pero, para la fantasma UPAL fue fundamento para lograr un licenciamiento.

La universidad de tres salones

Cuando se revisa el expediente de la universidad fantasma UPAL, se encuentra un increíble informe que señala “El local cuenta con tres aulas en total: Aula 1, Aula 2 y Aula 3. Asimismo, cuenta con dos laboratorios que se pueden convertir en aulas por el tipo de equipamiento (lap tops)”.

Es decir, la UPAL es una “universidad” que tiene menos aulas que aquellas antiguas academias de preparación que una familia abría en una casa para preparar postulantes. Durante la tramitación, la propia SUNEDU fue consciente de que tres aulas constituyen una infraestructura ridícula y, por eso, su informe intenta una justificación insólita: se puede ampliar en dos aulas más si se retiran las lap tops del laboratorio. Es decir, los alumnos tendrían que desalojar los laboratorios para poder recibir clases y después devolver los equipos a los laboratorios. ¿Esto es lo que Benavides llama Condiciones Básicas de Calidad?

Esas tres aulas, según la licencia de funcionamiento que la SUNEDU le dio a la UPAL, tienen la siguiente capacidad: “El aforo de cada aula es para veinte (20) estudiantes en las aulas 1 y 3, y para cuarenta (40) estudiantes en el aula 2. Los laboratorios tienen un aforo de veintiún (21) estudiantes cada uno”.

Es decir, las tres aulas pueden recibir 80 estudiantes en total. Si ya es muy extraño licenciar una universidad de apenas 80 estudiantes mientras se deja en la calle a casi 150 mil estudiantes. Lo que ingresa en el terreno de la sospecha es que la SUNEDU autoriza a esta universidad fantasma para convocar un proceso de admisión anual para las dos únicas carreras que dicta con vacantes de 100 para cada carrera, es decir, un total de 200 alumnos en su primera convocatoria de admisión.

¿Dónde van a ingresar esos 200 alumnos si las aulas sólo pueden tener capacidad para 80 alumnos? Incluso, si desarman los laboratorios todos los días llegan a una capacidad tope de 121. Lo que dice el informe de la SUNEDU ingresa al terreno de la sospecha por cuanto se esmera en apoyar a la UPAL: “En cuanto al número de aulas y laboratorios, la cantidad máxima de aforo de sus tres (3) aulas y dos (2) laboratorios es de ciento veintiún (121) personas, por lo que, si se dictan en turnos de mañana y noche (12 horas diarias) y si cada grupo de estudiantes usa los ambientes de dos (2) a tres (3) horas diarias, la Universidad garantiza contar con ambientes suficientes para brindar el servicio educativo”.

Si bien es imposible entender aquello de “turnos de 12 horas diarias con clases de tres horas diarias” lo concreto es que se trata de un caso flagrante de una universidad que no cumple con un mínimo de infraestructura, pero la SUNEDU sostiene que hay garantía de ambientes suficientes. ¿Por qué en este caso la SUNEDU pasó por alto las Condiciones Básicas de Calidad que exige con tanto rigor?

Benavides mandó cerrar universidades porque tenían un caño de agua en mal estado y se niega rotundamente a que algunas universidades —con amplia infraestructura— sean reorganizadas para que miles de estudiantes no se queden sin estudios.  ¿Por qué el afán de cerrar universidades a como dé lugar y darles licencias a universidades en construcción (UTP) o fantasma como la UPAL?

Un aspecto que tendrá que ser sometido a necesaria investigación son los famosos Informes de Verificación Presencial de la SUNEDU. En el caso de la universidad fantasma UPAL señalan que verificaron de manera presencial los laboratorios y encontraron que existía un “mejoramiento de equipamiento en sus laboratorios con lo que se puede afirmar que la universidad dispone de infraestructura para el desarrollo de sus programas de estudio”. Una tremenda contradicción entre este informe y otro que señala que los dos laboratorios solo tienen lap tops y, por eso, pueden usarse como aulas.

Existe el siguiente hecho injustificable. La SUNEDU ha otorgado licenciamiento a una universidad que no funcionó nunca y que existía en un papel del año 2012. Por si no bastara le ha dado permiso a la universidad fantasma UPAL para operar recién a futuro y le ha pasado por alto el exigente requisito de calidad. La SUNEDU lo dice explícitamente: “El licenciamiento otorgado implica que la universidad podrá iniciar sus actividades académicas luego de haber demostrado que está en capacidad de cumplir con las Condiciones Básicas de Calidad (CBC) establecidas en la Ley Universitaria”.

Entonces, si la UPAL tiene pendiente demostrar “que está en capacidad de cumplir con las Condiciones Básicas de Calidad (CBC)” ¿por qué le otorgaron licencia cuando por esta misma razón se cerraron decenas de universidades?

El ex titular de la SUNEDU y hoy ministro de Educación, Martín Benavides Abanto, ha insistido en afirmar que muchas universidades se cerraron porque no cumplían con criterios de infraestructura y con un normal funcionamiento. En nombre de esa rigurosidad las cerró sin dar ninguna alternativa a decenas de miles de estudiantes que vieron truncado su futuro profesional y hasta hoy la SUNEDU no les da una opción.

Más aún, en la actualidad, Benavides se opone a que las universidades privadas con licencias denegadas se incorporen al Decreto Supremo 016-2019-MINEDU. Este dispositivo es pertinente para dar una solución e, incluso, pondría fin a una situación de discriminación que no puede consentirse.

En efecto, las universidades públicas denegadas gracias al régimen del D.S. 016-2019 pueden reorganizarse bajo el control de la SUNEDU y, si elevan su nivel académico, pueden volver a funcionar, de lo contrario cierran para siempre. Esa misma regla debería aplicarse para las universidades privadas denegadas cuyos alumnos están en la calle. Ese régimen al ser exclusivo para las universidades estatales, es inconstitucional porque atenta contra la igualdad ante la ley (art. 103 de la Constitución) y es discriminatorio. Si se incorpora a las universidades privadas denegadas, se evita la inconstitucionalidad y la discriminación. 

Un detalle final que dice mucho: si Benavides hoy no es jefe de la SUNEDU ¿por qué sale en los medios de comunicación a hablar a nombre de la SUNEDU pasando por encima del actual jefe? ¿Será por temor a que se sigan descubriendo las decisiones arbitrarias que tomó para darle el mercado de la educación a sectores con poder económico? Si alguien se preguntase: ¿presunción de corrupción? quizá empiece a dar una pista real.

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