Por Umberto Jara
Como será de ruin la esencia de Keiko Fujimori y su corte que incluso opacan a las palabras. Si uno repara en el significado exacto de la palabra escoria: “Cosa vil y de ninguna estimación” hasta parece un elogio si se aplica a la Sra. K y su cúpula. Si se piensa en el término Infame: “Que carece de honra, crédito y estimación”, parece muy poco. Lo que Keiko Fujimori y su corte representan es mucho peor que los insultos que reciben. Decir que son políticamente repugnantes es poco. Son peor que todos los adjetivos que suelen recibir.
Es indignante que la Sra. Fujimori, el lóbrego Luis Galarreta y el rampante Miki Torres hayan obligado a su bancada —mísero rebaño— a votar a favor del candidato de Perú Libre para el cargo de Defensor del Pueblo, un sujeto llamado Josué Gutiérrez auspiciado por el extremista y corrupto Vladimir Cerrón.
Indigna que hayan apoyado al candidato de Perú Libre después de gritar durante meses una mentira: “No existe el fuji-cerronismo” y vaya que existe. Indigna porque acabamos de salir de la pesadilla que provocó el pro-senderista partido Perú Libre cuyo expresidente golpista está en prisión. También indigna que pacten con el radical Vladimir Cerrón y le sigan dando vigencia. Falta que pidan la libertad de Pinturita o la Orden del Congreso para Aníbal Torres y Betsy Chávez.
Acabamos de salir de un gobierno que quiso imponer el comunismo, que arrasó con las instituciones del Estado, que en 18 meses incurrió en una corrupción nauseabunda y pretendió seguir al mando vía un golpe de Estado. Con esa infame gentuza el fujimorismo pacta, hace acuerdos y entrega votos para que se apropien de la Defensoría del Pueblo. ¿Qué vendrá a continuación?
Para justificar su alianza usan un argumento que solo puede utilizar aquel que tiene un severo déficit de oficio político (y neuronal). Han dicho que había que elegir a quien sea con tal de que la actual Defensora del Pueblo, Patricia Rebollar, no siga en el cargo por ser una exponente de la izquierda caviar. “Cualquiera menos un caviar” es su consigna y con esa consigna lo único que hacen es desnudar, sin pudor alguno, su inmensa ignorancia y su tremenda incapacidad.
No se dan cuenta de que están usando el mismo vil argumento que usaron contra ellos los caviares: “Cualquiera menos el fujimorismo”. Hay que ser realmente inepto para situarse al mismo nivel del malhechor. Si el caviarismo dividió al país e impuso la intolerancia con ese razonamiento, hay que ser realmente incapaz para usar la misma fórmula. Significa que el fujimorismo pretende que se mantenga el mismo lodazal.
Se vuelve a confirmar una vez más, y van muchas, lo que los ciudadanos perciben desde hace mucho tiempo: a Keiko Fujimori y su corte no les interesa el país. Creen que hacer política es actuar con la lógica de los bandoleros que intercambian balas por balas, golpizas por golpizas. Han terminado por demostrar que ellos son de la misma calaña que Pedro Castillo y Vladimir Cerrón y creen que la política es un mecanismo para obtener ventajas inmediatas y dinero sucio.
Los peruanos necesitamos dejar atrás la etapa de Pedro Castillo, Vladimir Cerrón, Perú Libre y esa mezcolanza de izquierdistas incapaces y delictivos. Necesitamos reconstruir la maltrecha democracia y tratar de restituir el orden institucional que ha sido destruido. Significa, entonces, que debemos excluir de la vida política a la señora Fujimori y su corte.
Recordemos que Keiko Fujimori en el año 2016 tuvo mayoría parlamentaria para poder realizar las reformas que el país tanto necesitaba y sigue necesitando. No lo hizo. Eligió la ruta del rencor, del odio y, carcomida por sus malestares personales, se enfrascó en esa batalla absurda con Pedro Pablo Kuczynski hasta quedar ambos, como en todo asunto irracional, fuera de juego abriéndoles las puertas del poder a esa trilogía nefasta compuesta por Martín Vizcarra, Francisco Sagasti y Pedro Castillo.
Siguen en lo mismo. El episodio de la elección del Defensor del Pueblo, refrenda que la Sra. K sigue moviéndose con una hedionda cúpula en busca de intereses propios y motivada por sus emociones primarias. Hace años que su presencia distorsiona cada proceso electoral y le genera un daño inmenso al país. Es un personaje cancerígeno para la política peruana. Si queremos reconstruir un país, los peruanos debemos retirarla de la vida política nacional.