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La sonrisa de la palabra

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Deben ser las dos o tres de la mañana y ese muchacho  que había empezado el ejercicio del periodismo en Lima, se relaja en la proa del barco carguero Ilo, detenido por  un azar en el canal de Kiel, llamado hasta 1948 con el sobrenombre  del emperador Guillermo (kaíser-Wilhelm-kanal)y se coge las manos mirando la blancura de la nieve, como único horizonte. Es el año sin fecha de su ventura.

Décadas posteriores y nuevamente en la Lima de sus primeras querencias, nos relata que fue allí, en el canal de Kiel cuando se resolvió su destino, pues al haberse caído el ancla al NO de Alemania, dentro de ese canal que comunica el mar del Norte con el mar Báltico, debió quedarse en Alemania para sembrar raíces.

Jose -así sin tilde- Carlos Contreras Azaña, nacido en el distrito limeño de Rímac, sintió el llamado del periodismo, siguiéndole los pasos a las letras poéticas que ya esbozaba desde niño. El oficio se impuso con la ayuda incondicional de maestros como Carmen Pitot, Maynor Freyre, Rony Guerra y otros, y del tabloide viajó a la radio, este vehículo maravilloso inventado por Nicola Tesla y Gughielmo Marconi en 1897,dedicándose ahora a la trasmisión de un programa bilingue Haltestelle Iberoamérica  en la ciudad alemana de Karlsruhe.

Radiografía de un escritor

Jose Carlos, vive enamorado de todos los puertos del mundo y si antes con ese carguero pasó por el océano Pacífico, el canal de Panamá, el Atlántico, ahora su lenguaje de alemán con acentos quechuas, no se detiene en ninguna frontera. Es que es un trashumante que pudo haber llegado a América desde la Oceanía, tal como lo afirmó Aune Hartmann, fundadora del Partido Verde en Alemania, al ver su rostro de líneas moche o ichna o quechua.

Y es esta mezcla étnica, la que le permitió construir primero la poesía, que lo llevó a alcanzar el segundo lugar del Premio José Gálvez Barrenechea y una mención honrosa en el premio Poeta Joven del Perú.

Entre sus ediciones se encuentran los libros “300 Wörter 300” “ Danke Karl Drais” junto a Martín Hauge, en el 2018 inició la trilogía de las “sonrisas” con La sonrisa del Ornitorrinco, en el 2020 aparece La sonrisa del Elefante y este año ,La sonrisa del Cuy.

Lima Gris aprovechó la asistencia del narrador y periodista Contreras  Azaña a la 7ma Feria Internacional del Libro Lima Lee, que se realiza en el Parque de la Exposición del 15 al 25 de setiembre y a la presentación del libro La sonrisa del Cuy en la Librería del Centro, el viernes 16, para conocer más detalles de su trabajo narrativo y radial.

Estos reencuentros con amigos y literatos en el Perú, ¿son puramente accidentales o han sido configurados para seguir conectado a su medio cultural?

Más que accidentales, son coincidencias, como dijo alguien, podría unir mi vida uniendo casualidades. Conozco a algunos literatos peruanos, muchos de ellos dignos de ser convocados a candidaturas para grandes premios de las letras. Pero cada viaje a Perú es una sorpresa, a veces puramente fortuito; esta vez, en Sullana y Paita, adonde fui invitado para leer mi obra, conocí a grandes poetas y pintores. Esa simbiosis de las casualidades me ha hecho observar en otras regiones del país la desunión, desamparo, distanciamiento entre y con los escritores, en cambio en Europa, en Alemania, donde me encuentro, los poetas y los narradores son sociedades muy unidas, muy abiertas.

¿Cómo ves la dinámica intelectual nacional en relación a la que conoces en Europa pero más propiamente en Alemania?

En Alemania en el año 2021 se vendieron 273 millones de libros. En 2020, en conjunto, las ventas del mercado del libro en Alemania se situaron en torno a los 9.130 millones de euros. Las ventas de libros, libros electrónicos y audiolibros en el comercio electrónico en Alemania ascendieron a unos 3.860 millones de euros. El número de compradores de libros es de casi 30 millones. Con esos datos, y con un ciudadano alemán que lee mucho, solo me queda tomar aire y respirar profundo. Aquí, como lo sabrás, la situación es diferente. El mundo intelectual peruano es rico, pero necesita apoyo.

¿Cuáles son las motivaciones de los escritores jóvenes en este tercer milenio al estar al borde de una tercera conflagración casi mundial? ¿Persiste ese sentimiento de nihilismo individualista a lo Salinger, Faulkner, Hemigway? ¿ Tienen algo de la ortodoxia del pasado?

Los escritores que conozco en Alemania lo tienen bien claro. Estamos contra toda clase de guerra. Ha sido muy curioso que uno de mis cuentos contra la guerra “El trueno” de mi libro “La sonrisa del elefante marino”, haya sido el más pedido para que lo leyera en mis presentaciones en la tierra de Goethe, en alemán por supuesto.  Y sobre tu otra pregunta, creo que en cada escritor existe un halo de incoherencia, mencionas a Salinger, Faulkner, Hemingway, y creo que estás agarrando carne, porque mientras yo hablo de animales en mis libros, a veces dudo en aceptar las invitaciones a la Plaza de Toros Las Ventas de Madrid, para contemplar a uno de los animales más hermosos de la naturaleza: el toro. “Como el toro he nacido para el luto”, escribió Miguel Hernández.

El periodismo nos da la oportunidad de ver la vida sin disimulos, tal cual es; sin embargo, noto que en tus narraciones empleas muchas metáforas e imágenes, elementos propios de la poesía. ¿Hay un acercamiento entre ambas disciplinas?

Indudablemente. Yo gané una mención honrosa en el Premio Poeta Joven del Perú. Desde niño leo poesía, quizá porque mi abuelo me llevaba a las ferias de libros a comprar poemarios, y mi padre continuó la costumbre de comprarme libros. Leo poesía, desde la poesía de la alemana Regine Kress Fricke, al español Juan Cobos Wilkins, y nuestro universal César, que se ha convertido para mí en mi pasaporte de vida, porque cada vez que estoy en alguna velada literaria en el extranjero y hay autores de otras nacionalidades que al verme  me preguntan que de dónde vengo, entonces respondo que de Perú, y veo cómo se inflan de emoción sus ojos y dicen: Vallejo! César Vallejo!. Y algunos me abrazan con tanta emoción, como lo hizo una vez en Baden-Württemberg, Jorge Semprún.

Los títulos que forman parte de la trilogía tienen títulos irónicos y un poco dadaístas La sonrisa del Ornitorrinco, La sonrisa del elefante marino y la sonrisa del cuy, aparte de tener un estilo muy peculiar que te acerca a la narrativa fantástica, ¿forman parte de experiencias en tu larga travesía por diferentes países?

Mi último libro “La sonrisa del cuy” lo presentaré en Karlsruhe, Alemania, el 11 de noviembre (en Karlsruhe nacieron Karl Drais, el inventor de la bicicleta y Carl Benz, inventor del primer vehículo de la historia diseñado para ser impulsado por un motor de combustión interna). Sonrisa en alemán significa Lächeln, y no hay nada más maravilloso que levantarse y ver la sonrisa de tu hijo, de tu mujer, de tu  esposo. Y mis experiencias con la sonrisa con los niños en Alemania, unidos a su curiosidad, es hermosa, especialmente cuando me preguntan sobre Perú deseando saber sobre  los cuyes, que en Alemania son mascotas y no se comen. Aquí, la semana pasada, en la Institución Educativa Argentina de la avenida Alfonso Ugarte de Lima, la sonrisa de las niñas fue una regalo divino cuando se pusieron a aprender a saludar en alemán conmigo durante una presentación literaria.. Ahora recuerdo los versos de Luis Eduardo García, con quien nos alegramos juntos en Trujillo una vez en el certamen Poeta Joven del Perú, “algunas causas se pierden, / pero no se aceptan./Las pancartas deben seguir iluminando la negra noche del porvenir”.

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